El ejemplo sudafricano de cómo no cerrar una central de carbón
La central de carbón de Komati cerró en 2022 con la idea de servir de ejemplo para la transición energética en Sudáfrica. Pero dos años después está todo por hacer, y en sus pasillos reina un vacío sobrecogedor.
La de Komati era la central más vieja del país, y el retraso acumulado sirve de aviso para las autoridades sudafricanas, que tienen la intención de clausurar cinco de las 14 centrales restantes de carbón de aquí a 2030.
Sudáfrica figura entre los 12 mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero, y debe el 80% de su suministro eléctrico al carbón, que es un auténtico pilar de la economía nacional y da trabajo a unas 90.000 personas.
Los puestos de trabajo de la central de Komati, a unos 200 km al este de Johannesburgo, se vieron eliminados con el cierre, y las obras de reconversión de la planta de cara a la producción de energía limpia no han avanzado, con la salvedad de algunos proyectos secundarios.
El plan de transición energética prevé, con una ayuda de 497 millones de dólares del Banco Mundial, producir 150 megavatios de energía solar, 70 MW de energía eólica y 150 MW de baterías de almacenamiento de energía.
Los empleados deben ser igualmente formados para las nuevas funciones y las infraestructuras remodeladas.
– «No es ningún éxito» –
Hasta ahí la teoría. Pero la cruda realidad es que todo, prácticamente, está aún por hacer.
«Cerraron efectivamente la central y dejaron a la gente que se las apañara con las consecuencias», resume la viceministra de Energía, Samantha Graham.
«No podemos construir ni retirar nada del sitio», abunda en declaraciones a AFP Theven Pillay, director general de la central, instalada en una zona minera en la provincia de Mpumalanga.
Según él, buena parte de la culpa la tiene el retraso en las gestiones administrativas. «Tendríamos que habernos puesto antes. No es ningún éxito esto», dice eufemísticamente.
En un país sometido a frecuentes cortes de suministro, la central aportaba 121 MW a la red eléctrica hasta su cierre en octubre de 2022.
Komati daba trabajo a 393 personas, según Eskom, la empresa pública propietaria de las instalaciones. Sólo 162 siguen en plantilla; las demás aceptaron ser mutadas de lugar de trabajo o recibieron una indemnización de salida.
La central era el motor económico de la localidad. Ahora, muchas casas están vacías, ya que los empleados que se quedaron sin su trabajo han preferido volver a sus provincias de origen.
«La desaparición de nuestros puestos nos ha traumatizado considerablemente», confía Sizwe Shandu, de 35 años, que trabajaba en la central desde 2008.
El cierre de la central le causó problemas económicos a Shandu, que depende ahora de las ayudas del gobierno para alimentar a su familia y tener luz corriente, en un país donde la tasa de desempleo ronda el 33%.
Pillay incide en que uno de los errores fue suprimir puestos de trabajo antes de crear otros nuevos. Y la gente del lugar no tenía las capacidades requeridas para esos empleos nuevos.
Eskom habla en sus planes de la creación de 363 empleos permanentes y 2.733 temporales en Komati.
Uno de los proyectos de reconversión energética en curso consiste en criar peces en piscifactoría, y en cultivar verduras a base de paneles solares.
Siete personas, y no las 21 inicialmente previstas, han sido formadas para trabajar en este proyecto, entre ellas Bheki Nkabinde, de 37 años.
«Eskom me ha ayudado mucho a la hora de lograr esta oportunidad, y ahora tengo ingresos y puedo sustentar a mi familia», cuenta a AFP mientras vigila sus espinacas, tomates, cebollas y perejil.
– Objetivo: «un buen mix energético» –
Otro de los proyectos de la central es convertir las plantas invasivas en combustible alternativo, y construir minicentrales móviles.
En cualquier caso, los errores cometidos en Komati sirven de lección para las demás centrales llamadas a cerrar, apunta Theven Pillay, el director general.
Sudáfrica fue el primer país del mundo en poner en marcha una Asociación para una Transición Energética Justa (JETP, por sus siglas en inglés) con financiación internacional.
El país recibió 13.600 millones de dólares de subvenciones y créditos para llevar a cabo dicha transición, según precisa Neil Cole, de la comisión presidencial de la JETP.
Actualmente, el 7% de la energía del país es de fuentes renovables, cuando hace una década era el 1%, según la viceministra Graham.
Y el país proseguirá con su actividad minera y exportando carbón. Eskom estima que hay todavía en el subsuelo del país reservas de carbón para 200 años.
El objetivo más realista, por tanto, es llegar a tener «un buen mix energético que sea sostenible y estable», remacha Graham.
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