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El embajador de Nicaragua en la OEA se rebela contra la «dictadura» de Ortega

Eduard Ribas i Admetlla

Washington, 23 mar (EFE).- El embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Arturo McFields, se rebeló hoy contra el Gobierno del presidente de su país, Daniel Ortega, con un duro e inesperado alegato en el que denunció la «dictadura» de su país y exigió la liberación de los presos políticos.

Lo que iba a ser una sesión telemática ordinaria del Consejo Permanente de la OEA, se convirtió en una histórica reunión cuando el representante nicaragüense, nombrado por Ortega en octubre pasado, pidió la palabra.

«Tengo que hablar aunque tenga miedo, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí», declaró.

McFields dijo tomar la palabra «en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida» en Nicaragua desde 2018.

«Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», prosiguió el embajador.

Criticó que Nicaragua es el «único país de Centroamérica» donde no hay separación de poderes, elecciones creíbles, partidos políticos independientes, organismos de derechos humanos ni periódicos impresos.

Denunció que el Gobierno de Ortega ha cerrado 137 ONG y lamentó que 170.000 nicaragüenses hayan tenido que huir del país.

Sin embargo, opinó que «hay esperanza», porque, según dijo, «la gente de adentro del Gobierno y de afuera está cansada de la dictadura».

«Cada vez van a ser más los que digan basta, porque la luz siempre puede más que las tinieblas», sentenció.

RUPTURA CON EL GOBIERNO

Ortega nombró a McFields como embajador ante la OEA en octubre del año pasado, después de que el organismo exigiera a Nicaragua la liberación «inmediata» de los opositores presos de cara a los comicios presidenciales del 7 de noviembre.

Sin embargo, la relación entre la OEA y Managua no mejoró, hasta el punto que Nicaragua anunció en noviembre su salida del organismo, que no reconoció el resultado de los comicios en los que Ortega se impuso para un quinto mandato, el cuarto consecutivo.

Precisamente McFields, periodista de profesión y conocido por un reportaje sobre las navidades en casa de la familia Ortega, era hasta ahora el encargado de pilotear la salida de Nicaragua de la OEA, un proceso burocrático que podría alargarse hasta dos años.

Tras sus palabras, el Gobierno de Nicaragua se deslindó de la figura de McFields y aseguró que su representante ante la OEA es Francisco Campbell Hooker, embajador en Estados Unidos.

«El señor Arturo McFields no nos representa, por lo cual ninguna declaración suya tiene validez», señaló la Cancillería nicaragüense.

En su alegato, McFields rebeló que días antes de anunciarse la salida de Nicaragua de la OEA pidió a la Cancillería la liberación de 20 presos políticos de la tercera edad y de otros 20, con un estado de salud delicado, pero no le hicieron «caso».

«En el Gobierno nadie escucha y nadie habla, lo intenté varias veces durante varios meses pero todas las puertas se me cerraron», expresó.

En febrero pasado, murió en la cárcel el histórico exguerrillero sandinista Hugo Torres, de 73 años, quien ayudó a Ortega en 1974 durante la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza.

«Nadie debe morir en la cárcel y menos siendo inocente», reivindicó McFields.

RESPALDO Y PROTECCIÓN

El gesto del embajador nicaragüense, inesperado por ser un alto funcionario del Gobierno de Ortega, recibió un contundente respaldo de buena parte de los miembros de la OEA.

El secretario general, Luis Almagro, opinó que McFields tomó «la posición éticamente correcta» y le ofreció la «protección» del organismo.

Por su parte, el representante interino de EE.UU. ante la OEA, Bradley Freden, aplaudió el «coraje» del nicaragüense e instó a Ortega a escuchar sus palabras: «Si continúan por el mismo camino, no podrán evitar perder el apoyo de su propia gente», expresó.

También recibió aplausos de los representantes de países como Uruguay, Perú, Brasil, Colombia o Ecuador, quienes manifestaron su preocupación por la seguridad del embajador nicaragüense.

Chile expresó su «solidaridad» con McFields «sin entrar en consideraciones de carácter político», mientras Argentina y México dijeron tomar nota de sus palabras.

La oposición nicaragüense también respaldó al embajador.

Marlon Caldera, de la Unidad Nacional Azul y Blanco, destacó su «valentía» y consideró «esperanzador que funcionarios del Gobierno de Nicaragua empiecen a hablar».

La poetisa y escritora nicaragüense Gioconda Belli, quien se encuentra en el exilio, comentó en un tuit que es «bueno saber que quedan personas con calidad y ética en Nicaragua para denunciar desde dentro lo que sucede en ese gobierno». EFE

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