«El Fixer», peligros y hazañas de una figura clave para el periodismo
Martí Quintana
Ciudad de México, 8 ago (EFE).- El libro «El Fixer», del mexicano Miguel Ángel Vega, narra en primera persona las hazañas y peligros que vive un periodista que logra meterse hasta «el tuétano» en el mundo del crimen organizado.
«El motor del libro son las historias que vive un periodista en su afán por abrir acceso a documentalistas, escritores, directores y corresponsales extranjeros que vienen a México a grabar todo tipo de temas», dice este domingo a Efe Miguel Ángel Vega, conocido «fixer» (guía) nacido el 1971 en Culiacán, noroccidental estado de Sinaloa, cuna del cártel del mismo nombre.
En su primer libro, el también director de cine describe, entre la anécdota y el testimonio implacable, su decisión de adentrarse en las entrañas de los cárteles hace más de una década para sus películas cinematográficas, o el terror que le produjo el brutal asesinato de Javier Valdez en 2017, compañero suyo en el semanario Ríodoce.
FUNDAMENTAL ¿E INVISIBILIZADO?
Con mil y una historias como el difícil rodaje de un documental en la tierra natal de Joaquín «el Chapo» Guzmán que incluyó amenazas y personajes de los más variopintos, Vega describe el mundo del «fixer», quien tiene la «capacidad» de «sugerir historias» a periodistas foráneos.
Y ya sobre el terreno se convierte en un «todólogo» capaz de producir un tema, contratar chóferes, alquilar material y lidiar con situaciones complejas en zonas de «alto riesgo», siempre salvaguardando la seguridad del equipo.
«Hay que asegurarse que si un equipo extranjero entra a México se vaya como llegó y nadie salga lastimado. Por eso la figura del ‘fixer’ es muy elemental en este tipo de coberturas», subrayó.
Vega ha estado a punto de no contarlo en muchas ocasiones, como aquella en la que durante una grabación se dio un choque armado entre los entrevistados y su grupo rival, con el equipo de reporteros de por medio.
Reivindica, por ello, la figura del «fixer» y, aunque a diferencia de algunos de sus compañeros no se «molesta» cuando no se le da «crédito», defiende que muchos reportajes se «cristalizan» gracias al «fixer».
EL LADO MÁS HUMANO
A lo largo de las más de 300 páginas del libro, editado por Penguin Random House, Miguel Ángel Vega hace también una radiografía del mundo del narcotráfico y sus distintos personajes, desde sicarios a cocineros de droga o altos mandos.
«La meta del ‘fixer’ es ganarse la confianza de esta gente», explicó el escritor, que a menudo se ha visto en situaciones comprometidas y recuerda que el mayor miedo de un narcotraficante es toparse con un agente encubierto de la Agencia de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, en inglés).
Natural de Culiacán, asegura que el 100 % de la población del municipio está «a dos grados» de separación de personajes icónicos, como el Chapo y su familia.
«El tema del narcotráfico es una cultura que ha permeado en todos los ámbitos sociales», relata Vega, quien afirma que los pistoleros «son como tú y como yo».
«Son encantadores, son inteligentes, son soñadores, son simpáticos. Y anhelan algún día ser algo más que un simple sicario», apunta el también cineasta, que si bien reconoce que hay motivos para «satanizarlos», también son fruto de un «futuro truncado».
Acerca de los capos, Vega afirma: «No es el arquetipo de persona salvaje, ignorante y con gustos estrafalarios. Quizás no tienen educación pero están bien informados y saben hacer negocios. Son muy analíticos y pueden ser muy fríos».
LOS PELIGROS EN MÉXICO
México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo. La ONG Artículo 19 ha documento 141 asesinatos del 2000 a la fecha, en posibles casos relacionados con su labor.
Un total de 43 periodistas han sido asesinados durante el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, siete de ellos con mecanismos de protección, según ha reconocido el gobierno.
«Muchos periodistas tratan de mantener esa distancia, se llegan autocensurar porque saben que el Gobierno, la autoridad, no va a hacer su trabajo», explica.
Vega vivió de cerca el cruel crimen del reputado periodista Javier Valdez, perpetrado por pistoleros que le dispararon en doce ocasiones. «Sentí inseguridad, después confusión, después dolor, y al final vino la ira», rememora.
Tras más de una década, Vega dejó el trabajo de «fixer» y los motivos son claros: «Creo que ya lo vi o viví todo. Solamente me falta vivir la muerte, y la estoy evitando. (…) Era demasiado, ya estaba hasta el tuétano y hay un punto en el que uno debe saber detenerse y hacerle caso al miedo».
En este contexto -y mientras sigue persiguiendo sus sueños de hacer cine y tiene en el tintero su tercer filme «Antes que amanezca»- Vega tiene muy claro que los ataques casi diarios del presidente mexicano contra la prensa no mejoran la seguridad ni la libertad de expresión.
«Solamente puedo decir una palabra. Es ridículo», concluye. EFE
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