El ideario de Calin Georgescu: una utopia rural, mística y reaccionaria
Luis Lidón
Viena, 6 dic (EFE).- «Rumanía es el centro de la energía del planeta». «La neutralidad de Rumanía está escrita en las estrellas». Con frases como estas, que mezclan ideas místicas y reaccionarias, el prorruso Calin Georgescu venció en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 24 de noviembre, anuladas este viernes por el Tribunal Constitucional.
El político ultraderechista ganó de forma inesperada la primera vuelta con el 22,9 % gracias a una campaña en redes sociales, en la que los servicios de inteligencia rumanos ven la mano de un «actor estatal». Los medios rumanos coinciden en un nombre: Rusia.
Uno de los vídeos de Georgescu que han cobrado ahora relevancia data de 2021, en medio de la pandemia de covid. Aparece nadando en un lago helado mientras nieva, y dice: «Tengo total confianza en mi sistema inmune porque es obra del creador».
Ya en esa época era conocido por sus ideas antivacunas y escépticas con la ciencia, al calificar el cambio climático de «engaño comercial». También considera que la mujer debe estar subordinada al hombre, mientras critica el feminismo como «un absoluto desastre».
«Una mujer no puede ser presidenta. Las mujeres tienen otro papel en la sociedad. No estaría a la altura», dijo en una ocasión.
El historiador suizo Oliver Jens Schmitt, especializado en el fascismo rumano, se ha interesado por Georgescu, cuya trayectoria ha seguido en los últimos ocho años al interesarse por los movimientos neofascistas del país balcánico de 19 millones y miembro de la Unión Europea (UE) y la OTAN.
En declaraciones a EFE el investigador cuenta que le llamó entonces la atención por sus vídeos, muy profesionales, y que tuviera «mucho tiempo y dinero para hacer propaganda, especialmente en la Rumanía rural, en lugares donde la política oficial no llega: pueblos y aldeas».
Otro aspecto que le sorprendió fue su forma de hablar, sacerdotal, «como lo hacía Corneliu Codreanu, el líder fascista de entreguerras: con un tono pausado, religioso, sin vulgaridades ni obscenidades, con un aire mesiánico que impresiona mucho a las personas».
Georgescu calificó en 2022 de «héroes» y «mártires» a Codreanu y a Ion Antonescu, aliados de la Alemania hitleriana y responsables del Holocausto en Rumanía con cientos de miles de judíos asesinados.
Un programa con aroma a pasado
Georgescu se presenta como «soberanista» y aboga por una Rumanía semiautárquica y neutral. Sus ideas se recogen en un programa de 17 páginas titulado «Alimento, Agua, Energía. Un retorno a las raíces de la nación rumana».
La redacción de su ideario incluye ideas vagas, como «producir más energía barata» y abusa de cierto lenguaje esotérico: «Con este programa se alza una bandera: la bandera de la Verdad, el Amor y el Despertar de la Conciencia hacia el Bien y la Belleza».
«Sus ideas políticas recuerdan a las del dictador comunista Nicolae Ceausescu, que era nacionalcomunista: un país autosuficiente, tradicionalista, que (hoy) rechaza la ayuda militar a Ucrania y se opone a la OTAN», explica Schmitt.
«Su visión económica es una vuelta a una sociedad de pequeños agricultores. Propone nacionalizar las tierras y redistribuirlas, algo que parece un sueño bucólico más que una propuesta realista», agrega.
Eurocrítico
En su campaña criticó el Pacto Verde de la UE, promovió el aumento de la producción de alimentos y afirmó que los trabajadores agrarios liderarían la «reindustrialización» de Rumanía.
En un país donde los agricultores representan el 23 % de la fuerza laboral, la mayor proporción de la UE, este tipo de mensajes calan entre su electorado: joven, de zonas rurales y con baja formación.
También critica la agricultura intensiva, con sus «agroquímicos tóxicos» y su producción «contaminante e ineficiente», prometiendo en su lugar «apoyar a la agricultura tradicional».
La religión desempeña un papel clave en el programa y el discurso del candidato, con apoyo de parte de la Iglesia Ortodoxa, que comparte su ideario reaccionario.
«La mayoría del clero en Rumanía es antioccidental, y en la diáspora los sacerdotes son aún más extremistas. Algunos incluso han permitido que figuras pro-Putin hablen en sus iglesias. Esto refuerza la narrativa de Georgescu entre votantes rurales y en la diáspora», explica Schmitt.
Más que un líder, un ‘gurú’
Georgescu no es percibido sólo como un político, sino como una figura casi mesiánica.
«Los jóvenes lo ven como un líder espiritual, como un gurú. Habla con un tono pausado, como un sacerdote, y utiliza un lenguaje con connotaciones religiosas», señala el investigador.
Ese carisma, «construido», según Schmitt, le ha permitido canalizar frustraciones sociales y presentarse como la opción de un cambio radical frente al inmovilismo de los partidos tradicionales.
«Ha usado la emigración masiva, que ha dejado pueblos vacíos y familias separadas. Habla de la falta de respeto hacia los emigrantes rumanos en Europa y promete un país donde puedan regresar, aunque no ofrece soluciones claras para combatir la corrupción o mejorar la administración», resume el experto.
Más de la mitad de la diáspora rumana que participó en las elecciones parlamentarias del pasado domingo votó por opciones ultras. Unos cinco millones de rumanos viven en el exterior, sobre todo en Alemania, Italia, España y Reino Unido. EFE
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