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El oráculo de Pinneberg: ganar en este municipio norteño de Alemania garantiza el Gobierno

Ilya U. Topper

Pinneberg (Alemania), 22 feb (EFE).- «¿El oráculo? ¿Eso qué es?» Marie, una joven vecina de Pinneberg, un municipio en la periferia norte de Hamburgo, desconoce la fama de su pueblo, cuyo resultado electoral predice desde 1953 el partido del futuro canciller: por complicadas que se presenten las negociaciones de coalición, siempre será de las siglas que ganan aquí.

Su amiga Lea sí conoce esta curiosa estadística pero no le importaría que esta vez se equivocara: apuesta por el candidato local socialdemócrata, Ralf Stegner, un peso pesado de la política regional, que parece bien situado frente al joven Daniel Kölbl, de 31 años, en las filas de la conservador CDU.

A nivel nacional, la CDU es el claro favorito, con un 30 % en los sondeos, el doble de la SPD, y ni siquiera Lea duda de que su dirigente, Friedrich Merz, llegará a canciller, poniendo fin al mandato de Olaf Scholz.

¿Fallará el oráculo?

El propio Stegner es cauteloso. «Tenemos el viento en contra», reconoce en conversación telefónica con EFE. «Las grandes tendencias se notan en todo el país y también influyen en el voto regional».

Kölbl, en cambio, irradia optimismo: «Confío en entrar en el Parlamento como representante de una joven generación, un nuevo aire y nuevas ideas», dice en entrevista en la estación de tren de Pinneberg con EFE antes de marcharse a los últimos actos de campaña.

«La política económica tiene que cambiar. Alemania ya no es el hombre fuerte de Europa en la economía. También necesitamos un cambio en la política migratoria: queremos limitarla y ordenarla, con un reparto justo por Europa, de manera que los que vienen aporten lo suyo y se integren», afirma.

Pero quizás el reparto de votos entre CDU y SPD sea lo de menos: una coalición entre los dos rivales se puede imponer si ambos mantienen su palabra de no aliarse con el partido de ultraderecha, la AfD, que figura como segunda fuerza con un 21 % en las encuestas y si no entran más de cinco partidos en el Parlamento germano.

En Pinneberg todos marcan distancia con la AfD: son unos «provocadores» cuya táctica consiste en hacerse la víctima para atraer tanto a nacionalistas como a ciudadanos descontentos con el sistema, opina un voluntario en el puesto de la CDU. «Nadie se lleva bien con sus representantes», asegura a EFE.

También Marianne, del partido La Izquierda, traza una clara divisoria: «Con los de la CDU me llevo bien, la AfD es otra cosa». Hoy son el único partido mayor que no ha aparecido en la zona peatonal de Pinneberg para montar su puesto, aunque lo habitual es que estén, confirma Lucas, del liberal FDP. «A menudo los boicotean los del movimiento antifascista, pero la pelea se queda en lo verbal».

Inmigrantes y convivencia

El caballo de batalla de la ultraderecha, la inmigración, sí crea debate electoral, aunque a Pinneberg llega más por redes sociales, opina Keith Vogel, maestro y miembro de la SPD: «En el colegio donde doy clase, un 20-25 % del alumnado tiene trasfondo migratorio. Pero hay una buena convivencia, con pocas tensiones».

Lo confirma Fiyaz, un taxista jubilado turco que lleva 50 años en Pinneberg: «Nunca ha habido problemas. Estamos muy bien aquí, nos sentimos en casa».

Él votará a la SPD, aunque no tendría reparo en dar su voto a la CDU: «Tampoco estábamos mal cuando gobernaban ellos».

Pinneberg es un fiel reflejo de muchas grandes ciudades alemanas: de los tres supermercados en la calle principal, dos son turcos y uno es árabe; se ven unos cuantos pañuelos islamistas y se escucha bastante turco por la calle, incluso por parte de la joven rubia de aspecto germánico que fuma en la puerta de la frutería, tecleando en el móvil.

Si ni FDP ni la nueva formación izquierdista BSW llegan al Parlamento, la coalición CDU-SPD podría funcionar, opina Lea, pero si una de las formaciones menores supera el umbral del 5 %.

Entonces se plantearía un tripartito y una serie de problemas, porque los socios preferidos de los conservadores son los liberales, que rechazan sin embargo los socialdemócratas, que prefieren a los ecologistas, que a su vez causa rechazo en la CDU.

Marie se lleva las manos a la cabeza. «Otra vez un tripartito, no, por favor. Si ahí no hacen más que pelearse y nadie sabe qué deciden al final. Coalición sí, pero que sean dos».

Pero es eso algo que ni el oráculo de Pinneberg puede prever. EFE

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