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El origen del arte digital contado por las mujeres

Antonio Sánchez Solís

Viena, 7 mar (EFE).- Las pioneras del arte digital, que hace 60 años se inspiraban o usaban la informática para crear, son reivindicadas en una muestra en Viena con más de 140 obras, desde nieve ‘binaria’ a poemas o cuadros generados por ordenador.

‘Software radical: Mujeres, arte e informática 1960-1991’ es el ilustrativo título de la exposición que acaba de inaugurar la Kunsthalle de la capital austríaca para recordar a las mujeres que participaron en el nacimiento de la informática como ciencia y tecnología, y que la desarrollaron como forma de expresión artística.

La exposición empieza recordando a figuras como la matemática británica Ada Lovelace, considerada la primera persona que creó un programa informático, y que a mediados del siglo XIX ya intuyó que las primitivas máquinas de cálculo podían procesar también palabras, imágenes y hasta música, y no solo números.

Faltaba la visión feminista

«En los últimos años ha habido cada vez más exposiciones que tratan de los inicios del arte informático y digital. Pero faltaba una perspectiva feminista al respecto. Simplemente no hay exposiciones que realmente solo se centren en el papel de la mujer», señala a EFE la jefa del departamento de exposiciones del museo, Astrid Peterle.

A través de cinco capítulos, ‘Software Radical’ presenta un total de 50 artistas de catorce países que, en muchos casos, tienen en apariencia poco que ver con la informática.

De hecho, la primera sala es un espacio enorme sin apenas elementos electrónicos y sí mucho papel, eso sí, de impresora con los bordes perforados.

Esa dimensión analógica, en principio contradictoria, es muy intencionada y pretende ser un homenaje y un recuerdo de que los primeros ‘ordenadores’ fueron personas que rellenaban hoja tras hoja con cálculos a mano alzada.

Es el caso de la alemana Hanne Darboven (1941-2009), artista conceptual conocida por su esmero en registrar con números el paso del tiempo.

La ‘Kunsthalle’ la recuerda con ‘Un ABC de cien años’, un enorme panel compuesto por 42 laminas de papel que cubre 19 largas tablas en las que fue dibujando a mano, con parsimonia y constancia, unas ondas con dos o tres trazos, en jornadas de ocho horas diarias entre 1970 y 1971.

En el centro de la sala, una antigua impresora matricial va imprimiendo cada pocos segundos las líneas de ‘La Casa del Polvo,’ el poema creado en 1967 por Alison Knowles al suministrar cuatro listas de palabras a un Siemens System 4004, capaz de generar cientos de estrofas diferentes antes de repetirse.

Una ciencia viva

La muestra pretende también destacar que aún hoy las jóvenes no tienen referentes de mujeres informáticas y que se sigue pensando que no es una profesión para ellas, cuando puede ser algo muy creativo y vivo, explica Peterle.

La exposición incluye asimismo trabajos de artistas que, desde el mundo de la ciencia, pasaron al de la arte.

Inge Borchardt aprovechó desde 1966 las computadoras en DESY, un centro alemán de investigación de física de partículas donde trabajaba como programadora, para crear evocadores diseños curvilíneos usando ecuaciones diferenciales o ecuaciones paramétricas.

También se exponen los dibujos a ordenador de Elena Asins, una artista plástica española que pasó por los pioneros seminarios sobre informática aplicada al arte que comenzaron en 1968 en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid.

Videocreaciones, tapices inspirados en el uso de tarjetas troqueladas en los primeros telares automatizados, cuadros dinámicos programados por ordenador, o la primera figura femenina diseñada en tres dimensiones, son otras de las creaciones expuestas.

Muchos de esos trabajos fueron gestados con máquinas ya legendarias, como los ordenadores personales Commodore 64 o el Amiga 500, que en la década de 1980 llevaron la informática de los grandes centros de computación a los hogares, democratizando y facilitando también la creación digital de las mujeres.

La aplicación de la tecnología al arte se manifiesta también en ‘Un lote de copos de nieve’, una performance de 1975 en la que Barbara Smith usó ordenadores para dibujar 3.000 copos de nieve distintos, usando los caracteres 1 y 0, que luego imprimió y lanzó desde la planta 21 de un hotel en Las Vegas para ‘hacer nevar’ sobre la ciudad.

La ‘Kunsthalle’ deja espacio además para la crítica a la explotación del cuerpo femenino y a la temprana denuncia de la falta de perspectivas femeninas en el desarrollo del mundo digital, como ‘Girl Lifts Skirt’, una serie de animaciones por ordenador realizados por Rebecca Allen en 1974.

La exposición, una cooperación con el Mudam de Luxemburgo, puede visitarse hasta el 25 de mayo.

Paralelamente se celebrarán simposios y talleres sobre arte y tecnología, así como una sesión en la que los visitantes pueden jugar a analizar su relación con los zapatos mediante un programa diseñado en 1982 por la artista conceptual y feminista Sonya Rapoport. EFE

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