El regreso de Donald Trump a Afganistán: lidiar con el legado de la retirada estadounidese
Kabul, 27 feb (EFE).- Cinco años después del Acuerdo de Doha entre los talibanes y la Administración del entonces presidente de EE. UU. Donald Trump (2017-2021), firmado el 29 de febrero de 2020, un nuevo Gobierno de Trump se enfrenta a un Afganistán irreconocible respecto al que dejó atrás: La democracia se ha derrumbado, los derechos humanos son una quimera y la nación ha retrocedido dos décadas.
La manera en la que el Gobierno de Trump lidiará con las consecuencias del acuerdo que facilitó el resurgimiento de los talibanes sigue siendo una incógnita.
El 29 de febrero de 2020 «Trump hizo un trato vergonzoso y deshonroso», dijo a EFE el analista político afgano Waise Nasiri que cita extractos de las memorias del ex secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo, ‘Nunca cedí ni un centímetro’, en los que sugiere que Trump presionó para firmar un acuerdo solo para retirar las fuerzas estadounidenses de Afganistán.
Un acuerdo que priorizó la retirada
El Acuerdo de Doha, que terminó de implementarse durante la Administración de Joe Biden, priorizó la salida de las tropas estadounidenses y las garantías de seguridad de los talibanes sobre el paso crucial de establecer primero un marco para las conversaciones intraafganas, que debía resolver un acuerdo político entre los afganos.
El acuerdo se firmó antes de que esas conversaciones siquiera comenzaran y sin un compromiso real de alto el fuego, lo que creó una situación en la que los talibanes estaban empoderados antes de que se negociaran acuerdos de reparto del poder.
Si Trump se llevó el crédito por sentar a los talibanes en la mesa, también tiene la carga de orquestar lo que muchos consideran un declive precipitado.
«La profundidad de la tragedia de Afganistán radica en el Acuerdo de Doha, que fue un acuerdo de inteligencia altamente secreto encabezado por Trump, seguido por Mike Pompeo y (el enviado de Estados Unidos para la paz de Afganistán, Zalmay) Khalilzad», agrega Nasiri.
Para el analista, Trump sabía que este era el resultado final del Acuerdo de Doha, y aún así «clavó el último clavo en el ataúd de la democracia, la libertad de expresión y la humanidad. En definitiva, Trump ha cometido una gran traición contra Afganistán y su pueblo», dijo.
La regresión de Afganistán en los cinco años transcurridos es drástica. El colapso de la República afgana borró las instituciones democráticas que se habían ganado en 20 años. Las mujeres fueron excluidas de la vida pública, enfrentando severas restricciones, la libertad de prensa ha sido sofocada, y la economía se ha desplomado, dejando a millones de personas en la pobreza.
Un pacto necesario, según los talibanes
Mawlawi Hamdullah Fitrat, portavoz adjunto de los talibanes, dio a EFE una perspectiva opuesta sobre el pacto de 2020: «El Acuerdo de Doha era necesario en ese momento y, como resultado, Afganistán se liberó de una ocupación prolongada», afirmó.
Para Fitrat, los compromisos asumidos en Doha como garantizar que el suelo de Afganistán no se utilizaría contra Estados Unidos, han sido implementados. Sin embargo, «la parte estadounidense no ha cumplido sus promesas en el acuerdo, como el compromiso con el Emirato Islámico (como los talibanes denominan el Estado bajo su régimen), y las sanciones y restricciones siguen vigentes, y los activos de los afganos siguen congelados».
A pesar de las terribles circunstancias, muchos afganos se aferran a una frágil esperanza de cambio, en particular por parte de Estados Unidos, que creen que incumplió sus promesas.
«Es natural que una nación que sufre busque el cambio, especialmente de aquellos que se comprometieron», dice Nasiri. «Sin embargo, trágicamente, los mismos políticos que ahora están en el poder tienen una responsabilidad significativa por esta crisis».
Dado el precedente de las negociaciones pasadas, una segunda presidencia de Trump sería peor que la primera», apunta el analista. Teme que en su segundo Gobierno «es incluso posible que haga tratos directos con los talibanes, los reconozca a costa del pueblo afgano y se alinee con el terrorismo».
Los talibanes, por su parte, pueden esperar un compromiso renovado e intentos de forjar vínculos, similares a los del pasado. Sin embargo, «las condiciones son muy diferentes ahora», dijo a EFE el analista afgano Aziz Marij.
Marij subraya también la esperanza del pueblo afgano de que «EE. UU. cumpla sus promesas». Esta dependencia de la intervención externa es comprensible, argumenta, dada la ausencia de cualquier fuerza política interna viable capaz de formar un gobierno de forma independiente. “Por lo tanto, la gente espera que la comunidad internacional, especialmente EE. UU., actúe”, explicó.
Mientras tanto, Rasool Jan, residente en Kabul, expresa un profundo sentimiento de desilusión. “Los países extranjeros hicieron promesas y también la Administración anterior, pero todos las incumplieron”, lamentó a EFE. EFE
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