En Minneapolis, un grupo de autodefensa quiere proteger a la comunidad afroamericana
Con sus fusiles semiautomáticos AR-15 colgados del hombro y sus chalecos antibalas, los miembros de los «Minnesota Freedom Fighters», un grupo de autodefensa afroamericano formado tras la muerte de George Floyd en la ciudad estadounidense de Minneapolis, en mayo de 2020, son impresionantes y lo saben.
«Nuestro objetivo es demostrar que los hombres negros pueden proteger a su comunidad, con armas, y ser dignos de confianza», explica a la AFP Randy Chrisman, un hombre de 30 años de complexión atlética.
«Estamos cansados de que nos vean como miembros de una pandilla porque tenemos armas, o como enemigos por el color de nuestra piel», dice Chrisman, que lleva patrullando por barrios de Minneapolis, en el estado de Minnesota, desde la primavera.
La gran ciudad del norte de Estados Unidos, donde Floyd murió el 25 de mayo a manos de un policía blanco, fue escenario de disturbios tras la tragedia, en los que ardieron varios negocios y una comisaría de policía.
En ese contexto confuso, «oímos que los supremacistas blancos iban a quemar nuestros negocios, romper ventanas» y aprovechar el caos para vandalizar los barrios negros, recuerda Chrisman.
Así que él no dudó en apuntarse cuando la rama local de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) llamó a formar grupos de protección. Se unió entonces a una veintena de afroestadounidenses propietarios de armas, todos con licencia y entrenado para el uso de pistolas y fusiles.
Durante varios días, patrullaron juntos por una arteria comercial de los barrios del norte.
«Hemos tenido interacciones con algunas personas, extremistas blancos», dice otro miembro del grupo, que quiere ser identificado por su apodo, Step Child. En general, «hemos conseguido mantener la calma», añade, sin entrar en detalles.
– «Disuasorio» –
Durante esta experiencia, estos hombres de orígenes diversos (son camioneros, entrenadores de baloncesto, agentes inmobiliarios, etc.), con edades comprendidas entre los 25 y los 55 años, formalizan sus vínculos, se dan un nombre y crean un logotipo.
En los meses siguientes, participan en la seguridad del homenaje a George Floyd y en numerosas manifestaciones antirracistas. «Cuando hay una amenaza, nos llaman para vigilar la protesta», dice Step Child, de 45 años, que trabaja en seguridad informática.
Y lo más importante, siguen entrenando para cualquier eventualidad. Hacen ejercicios de cardio, artes marciales, tiro de precisión, entrenamiento de combate, etc. «No somos de gatillo fácil, no queremos tener que disparar», dice Randy Chrisman.
¿Por qué patrullar entonces con atuendo casi militar y con armas de fuego? «La comunidad confía más en nosotros así», dice.
Son «un elemento disuasorio», añade Step Child, al tiempo que esgrime el clásico argumento de la segunda enmienda de la Constitución que, según explica, garantiza el derecho a portar armas y a la autodefensa.
Los «Freedom Fighters» (combatientes por la libertad) afirman tener buenas relaciones con la policía y servir incluso de «puente» con los negros, que desconfían enormemente de las fuerzas de seguridad. Contactada por la AFP, la policía no hizo comentarios.
Al igual que las autoridades, los miembros del grupo esperan ahora con inquietud el resultado del juicio del policía blanco Derek Chauvin, acusado de matar a Floyd.
El veredicto se espera para finales de abril o principios de mayo. «Si es absuelto, mucha gente se va a enfadar, podría haber ataques o disturbios», teme Chrisman.
«Desgraciadamente, creo que nos van a pedir refuerzos».