Entre el humo y la sed, Bolivia combate el fuego que devora sus bosques
A golpe de machete, Ismael Portal abre un cortafuegos en medio de la densa capa de ceniza que envuelve a Concepción, epicentro de los incendios forestales que devoran el bosque seco del departamento de Santa Cruz, en el este de Bolivia.
Pobladores y bomberos batallan en un solo frente contra el fuego que redujo los árboles a brasas avivadas por el viento.
Aún no termina la temporada de incendios forestales, pero ya van 3,8 millones de hectáreas consumidas de territorio boliviano, la mayor parte en Santa Cruz, según el Centro de Monitoreo Contra Incendios del gobierno.
De 36 años, el profesor Portal suspendió sus clases de educación física para viajar cinco horas por carretera hasta la comunidad de Monte Verde.
Con las llamas a unos 300 metros, él y otros hombres apoyan las labores mientras un helicóptero con sistema «bambi bucket» descarga miles de litros de agua sobre los focos de calor. «La única misión que tenemos nosotros es sofocar el fuego para que no llegue a la comunidad», sostiene Portal.
Bolivia declaró el 8 de septiembre la emergencia nacional para enfrentar los que se encaminan a ser los peores incendios desde 2019, cuando se perdieron 5,7 millones de hectáreas, según la autoridad estatal de control de bosques y tierras (ABT).
A partir de las emisiones de carbono, el servicio de monitoreo atmosférico Copernicus de la Unión Europea advierte que son los peores incendios al menos desde 2010.
Como ahora, Santa Cruz fue el departamento más afectado. Actualmente, 15 de sus 56 municipios reportan 39 fuegos activos, de acuerdo con el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes.
Una ola de incendios forestales azota Suramérica, con Ecuador en emergencia por una veintena de focos desatados en la capital en medio de la peor sequía en seis décadas.
Según el Observatorio Regional Amazónico, en los últimos cinco años, el fuego ha destruido cerca de medio millón de hectáreas de la Amazonía, en particular en partes de Brasil y Bolivia, aunque la última semana fue especialmente dura para Perú.
– «Agua es lo que pedimos» –
Con 30.109 habitantes, Concepción es la zona más devastada de la llanura de bosque seco de la Chiquitanía, que cubre el norte y este de Santa Cruz, el departamento más poblado y rico de Bolivia.
Ante la magnitud de la emergencia, han sido desplegados 4.100 bomberos forestales, apoyados por brigadas militares y 10 aeronaves, la mayor parte en esta zona.
En plena época de sequía, agricultores queman sus terrenos para la siembra en una práctica conocida como «chaqueo».
Cerca de Monte Verde, los pobladores de La Candelaria, también en Concepción, claman por agua.
«Lo que necesitamos en la comunidad es agua. Eso es lo que pedimos, que nos ayuden más que todo con agua, porque el atajado (pozo) que tenemos en la comuna ya no sirve ni para bañarse, ni para tomar», dice María Teresa Chipa, de 35 años.
Monte Verde y la Candelaria son apenas dos de las 300 comunidades que están siendo afectadas, señala Rubén Sánchez Rodríguez, funcionario de la alcaldía de Concepción.
«Tenemos bastantes familias (…) damnificadas porque han perdido todo, han perdido sus viviendas», agrega.
La humareda de los incendios también se ha expandido hasta la capital del departamento.
Según el gobierno de la ciudad de Santa Cruz, de 1,6 millones de habitantes, la calidad del aire oscila entre «muy mala» y «extremadamente mala».
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