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España y Francia piden respuesta al precio de la luz que Alemania no quiere

Javier Albisu

Luxemburgo, 6 oct (EFE).- España y Francia lideran la presión que ejercen varios países de la UE para que la Comisión Europea (CE) intervenga rápido y con medidas excepcionales para aplacar la escalada de precios del gas y la electricidad, mientras que Alemania cree que basta con reacciones a nivel nacional y con la legislación vigente.

«Medias excepcionales para situaciones excepcionales», ha repetido este miércoles la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en Luxemburgo, donde ha participado en un consejo de ministros europeos de Medioambiente.

En España, el megavatio hora costará este jueves 288 euros. Hace un mes se pagaba a 201 euros y hace un año a 81 euros. Pero pagarán aún más Italia (307 euros), Eslovenia y Croacia (306 euros), Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Alemania (302), Austria (301), Francia (298) y Chipre (291).

Y hasta que en primavera previsiblemente empiece a funcionar el gasoducto Nord Stream 2 desde Rusia a Alemania no se espera un alivio de los mercados.

España empezó a pedir una reacción europea en mayo pasado, cuando empezó a subir drásticamente el precio del gas, cuyo encarecimiento repercute en la electricidad a través del sistema de precios marginalista, donde la tecnología más cara fija el precio del megavatio de las demás.

En las últimas semanas ha sumado a ese barco compañeros como Francia, República Checa, Rumanía o Grecia. En la mesa hay ideas generales como la compra conjunta de gas o, a más largo plazo, reformar el mercado eléctrico y crear reservas estratégicas de gas.

La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, se ha mostrado esta semana receptiva ante una reforma y ha dicho que «si los precios de la electricidad están altos, es porque los del gas están altos y tenemos que ver la posibilidad de desvincular dentro del mercado, porque tenemos mucha energía barata como, por ejemplo, las renovables».

Sin embargo, varios de sus vicepresidentes y comisarios han rebajado las expectativas.

Hoy se ha mostrado prudente el comisario de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius, quien ante los ministros del ramo de la UE ha insistido en la línea argumental de la Comisión: la estrategia debe de ser a largo plazo y pasa por reemplazar la importación de combustibles fósiles por renovables de generación propia.

«No significa que no haya que ofrecer ayuda temporal ante las consecuencias de las fluctuaciones de los combustibles fósiles», pero la situación «no tiene que llevarnos a intervenciones ad hoc que puedan socavar la confianza en el mercado y crear incertidumbre en los inversores», ha dicho.

CAJA DE HERRAMIENTAS

El punto clave será conocer la próxima semana la «caja de herramientas» que propondrá la CE para intentar «mitigar» el impacto de precios en los consumidores.

Contendrá medidas fiscales y «pagos directos para quienes estén en riesgo de pobreza energética», según ha adelantado la comisaria de Energía, Kadri Simson. Pero falta por conocer la letra pequeña.

Fuentes gubernamentales sugieren que una opción sería sacar el gas del sistema marginalista, de forma que la segunda tecnología más cara fijara temporalmente el precio hasta que acabe esta escalada alcista del gas, que recuerda a la crisis del petróleo de 1973.

Se trataría de una medida temporal, del mismo modo que durante la pandemia se permitió que los países excedieran los límites de gasto público.

Otra posibilidad, agregan las fuentes, sería recuperar un tope máximo de precio para el megavatio hora, pues hasta el pasado junio, el precio máximo por megavatio en la UE era de 180 euros. Pero esa norma caducó y ahora no existe un límite, con lo que esa cifra que hace no tanto parecía inalcanzable ahora va camino de doblarse.

«Resolvería muy poco que la CE viniera con una propuesta de mínimos que básicamente sistematice lo que ha venido existiendo. Lo conocemos todos y no basta. Lo hemos aplicado y no basta», declaró Ribera a la prensa durante un consejo de ministros europeos de Medioambiente celebrado en Luxemburgo.

Pero Berlín no quiere. A Alemania, cuyo «mix» eléctrico cuenta con un 24 % de carbón, no le perjudica demasiado que el gas se encarezca, pues su industria resulta más competitiva que la de otros socios europeos, con la electricidad generalmente más barata al tener más renovables, como España, o más nuclear, como Francia.

«Es muy positivo que a nivel nacional se tomen medidas para proteger a los consumidores», ha dicho en Luxemburgo la ministra germana de Medioambiente, Svenja Schulze.

Tras conocerse esa «caja de herramientas», el debate se trasladará, a petición de España, a la cumbre europea de los próximos 21 y 22 de octubre.

Las medidas que presente la CE podrían aprobarse al máximo nivel político en esa cita de líderes, aplicarse de manera inmediata y repercutir en la factura de la luz del mes de noviembre.

A largo plazo, insisten la inmensa mayoría de los países y la CE, la estrategia pasa por reducir las importaciones de hidrocarburos y aumentar la capacidad de generación de renovables, para descarbonizar la economía, de paso, protegerse de la volatilidad de los mercados. EFE

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