2021, el año en el que soplaron vientos de cónclave
Cristina Cabrejas
Ciudad del Vaticano, 17 dic (EFE).- El 4 de julio, el papa apareció al mediodía ante los fieles como cada domingo para el tradicional ángelus en la plaza de San Pedro y todo hacía prever una tranquila tarde en el Vaticano, pero un escueto y sorpresivo comunicado a las 15.20 horas (14.20 GMT) en el canal Telegram de los periodistas acreditados anunciaba que Francisco sería operado de divertículos en el colon.
Se desencadenaba así un enorme atención mediática, como sucede cuando sale a relucir la salud de los pontífices porque, como el mismo Francisco confesó después en una entrevista a la emisora española Cope: «Cuando un papa está enfermo, corre brisa o huracán de cónclave».
CLAMOR MEDIATICO
Francisco fue operado «por una estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis esclerosante», en la que se le extrajo una parte del colon y por la que estuvo 10 días hospitalizado.
«No es la primera vez que a lo largo del pontificado se especula sobre la salud física de Francisco» pero que «obviamente fuera ingresado en el hospital aumentó el interés de los medios de comunicación y la preocupación de los fieles», explica a Efe el director de Comunicación de la Universidad de la Santa Croce, de Roma, Giovanni Tridente.
En aquellos días, agrega, «lo singular fue, junto a la gran cantidad de personas que rezaban por su recuperación, el silencio del habitual grupito de indignados que siempre le llevan la contraria, que hizo mucho ruido. Aunque no deseaban abiertamente ninguna muerte, tampoco expresaban la cercanía humana o la solidaridad».
Y ver al papa, de 85 años, en el quirófano del Políclínico Gemelli de Roma sin saber bien la gravedad de su situación también movió los hilos de las diferentes corrientes dentro del colegio cardenalicio, los encargados de elegir al nuevo pontífice, y sobre todo entre sus detractores: se empezó a preparar el nuevo cónclave.
UNA CENA PARA PREPARAR EL CONCLAVE
Algunos meses después, durante su viaje a Eslovaquia, el papa confesó de manera irónica en una reunión con los miembros de la Compañía de Jesús -cuyo contenido fue publicado de forma íntegra por la revista de los jesuitas «La Civiltà cattolica»- que se encontraba bien tras la operación aunque «algunos le querían muerto».
A pesar de que estas palabras parecían responder al humor de Jorge Bergoglio, después confesó que supo que algunos prelados se reunieron durante su hospitalización. «Sé que ha habido encuentros entre prelados que pensaban que el Papa estaba más grave de lo que se decía. Preparaban el cónclave», aseguró, esta vez sin ninguna ironía.
Sobre la famosa «cena de los conspiradores» algunos diarios hablaron entonces de que el organizador fue un cardenal norteamericano desde hace tiempo desilusionado con el pontíficado de Bergoglio y que reunió a otros 4 o 5 purpurados más algún que otro obispo. Todos en pie de guerra contra Francisco.
El Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, afirmó: «Probablemente el Santo Padre tiene información que yo no tengo, creo que es cuestión de unos pocos, de alguien que haya pensado en estas cosas. No he recibido ninguna información sobre este asunto». Confirmando, pero también zanjando el asunto y, sobre todo, alejándose de la polémica.
El especialista en información vaticana Francesco Antonio Grana desvela en su último libro, «Cosa resta del Papato» (Qué queda del papado), que «la carrera para preparar el terreno para el nuevo pontífice ya ha comenzado».
Y también revela los antecedentes en vista del próximo cónclave. «Está claro que las facciones, la progresista decepcionada por la falta de apertura del pontificado de Francisco, la conservadora que quiere volver al reino ratzingeriano y la bergogliana que, en cambio, quiere continuar la labor reformadora de los latinoamericanos, ya se están organizando para que no se sorprendan cuando comience la Sede Vacante».
EL PAPA, EN GRAN FORMA
«No se me pasó nunca por la cabeza», dijo en la entrevista a Cope cuando le preguntaron sobre los rumores de su posible renuncia.
Y su respuesta más contundente fue que, tras la operación, organizó dos duros viajes, con agendas repletas, en los que apareció en buena forma. Viajó a Budapest y Eslovaquia, en septiembre, y hace unos días a Chipre y Grecia, incluida una visita al campo de refugiados de Lesbos, donde durante cuarenta minutos caminó en las calles no asfaltadas para poder saludar uno a uno a cientos de migrantes.
El periodista irlandés Gerard O’Connell, corresponsal en Roma de la revista de la Compañía de Jesús, America Magazine, explica a Efe que «cuando el papa fue sometido a una operación, cardenales, periodistas y funcionarios del Vaticano comenzaron a especular sobre quien podría ser su sucesor. Como esto sucedió también cuando Juan Pablo II era hospitalizado, no fue una sorpresa que pasara lo mismo con Francisco, vista su edad».
«Pero fue todo prematuro porque la operación fue un éxito. Francisco parece rejuvenecido y con una mejor salud ahora, comparado con principios de marzo, cuando viajó a Irak. No hay cónclave en el horizonte», zanja O’Connell, autor del libro «La elección del papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la historia». EFE
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