Expreso Literario 2000
Tres escritores suizos han participado en la gira del Tren Expreso Literario 2000, que ha recorrido en 44 días 19 ciudades del Viejo Continente, entre Lisboa y Moscú, llevando a bordo a más de 100 literatos de 43 países europeos. La parada final: Berlín.
Desde que partió de la capital de Portugal el pasado 7 de junio hasta su llegada este miércoles a la capital alemana, esta «Babel» sobre rieles ha cubierto 7.000 kilómetros y atravesado 13 fronteras y 98 áreas linguísticas, que son a la vez barrera y vehículo de cultura en Europa.
Leo Tuor, autor de relatos y ensayos además de obras líricas en retorrománico, así como Christina Viragh y Corinne Desarzens, ambas novelistas, son los tres intelectuales helvéticos que han integrado esta cruzada literaria con el objetivo de dar a conocer la producción de escritores europeos en su propio continente.
Viragh, cuya familia emigró desde Canadá a Suiza en 1960 y se formó en las universidades de Friburgo y Lausana, trabaja y vive actualmente en Roma, donde ha publicado recientemente su novela «El libro de mi madre», traducida a varios idiomas.
Desarzens, quien se formó en la Universidad de Ginebra y se dedica también a la pintura, reside en Francia, cerca de la frontera suiza, y acaba de publicar su novela «Diamante azul».
Con su arribo a Berlín, etapa final de este periplo, los escritores han comenzado una semana literaria en la capital alemana, con conferencias, discusiones, lecturas y promoción de libros por sus respectivas editoriales.
Pero, la tarea no concluye aquí. Los 107 escritores participantes del Tren Expreso Literario 2000 se llevan deberes a casa.
Hasta noviembre próximo deberán escribir una redacción de 10 páginas sobre el tema «Europa», en base a las experiencias recogidas durante su travesía y en las estaciones en que han hecho parada.
La integración financiera, económica y jurídica impulsada por la construcción de la Unión Europea parece esconder cada vez más el proyecto cultural que representa Europa, que siempre se ha alimentado de las diferencias culturales de sus pueblos.
«Si esos textos dieran como resultado que Europa es la memoria de una diversidad de huellas vivientes, este «grotesco» proyecto habrá valido la pena», afirman los escritores que han apoyado esta iniciativa.
El término «grotesco» ha sido empleado en el sentido de «estrafalario», «loco» y «sencillamente bueno», dado constantemente por el escritor y dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt en sus obras.
Juan Carlos Tellechea, Berlín
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