Extractivismo de recursos de empresas europeas en O.Medio y África fomentan colonialismo
Redacción Medioambiente, 20 feb (EFE).- Las inversiones europeas enfocadas en la extracción de recursos para sectores de combustibles fósiles, energías renovables, hidrógeno verde y agricultura en países del Sur Global refuerzan las «relaciones neocoloniales», que dejan «escaso valor añadido» en las economías locales, según un informe de Greenpeace MENA y MENAFem.
El estudio, titulado «Más allá del extractivismo: Hacia una transición económica feminista y justa en Marruecos y Egipto», desvela cómo la búsqueda de recursos necesarios para la transición hacia una economía verde en Europa, deja pocos beneficios para economías menos desarrolladas de donde se extraen.
El documento publicado por el Movimiento MENA Fem para la Economía, el Desarrollo y la Justicia Ecológica, junto a Greenpeace MENA, subraya que el extractivismo solo profundiza las desigualdades y replica las injusticias de la era de los combustibles fósiles a menos que «los gobiernos corrijan esa senda».
Las inversiones, enmarcadas como «mutuamente beneficiosas», solo perpetúan un ciclo de agotamiento de recursos, dependencia económica y degradación medioambiental en los países afectados, al tiempo que empeoran el impacto del cambio climático.
La directora del Movimiento MENAFem, Shereen Talaat, subraya que el sistema actual, dominado por el Norte Global, «continúa financiando la crisis climática» a través de inversiones extractivistas como en combustibles fósiles.
Según la experta, lo que se necesita, dice, es que «de inmediato los países ricos paguen su deuda climática con el Sur Global y eliminen gradualmente las inversiones en combustibles fósiles para apoyar una transición justa para todos».
El informe constata que en Oriente Medio y Norte de África (MENA) y en la mayor parte del mundo, las naciones «están atrapadas en modelos económicos extractivstas y neocoloniales» que agravan la crisis de la deuda de los países menos desarrollados y alimentan la crisis climática en una región que se calienta el doble que la media mundial.
Denuncian que países como Egipto y Marruecos, importadores netos de energía, se enfrentan al reto añadido de abordar su dependencia de los combustibles fósiles importados y su creciente demanda energética.
La representante de campañas de Greenpeace MENA, Hanen Keskes, asegura, por su parte, que se necesita «urgentemente un cambio sistémico en la forma de llevar a cabo las transiciones energéticas globales».
Las inversiones en países como Egipto y Marruecos deberían «priorizar el desarrollo local, la sostenibilidad y la justicia social en lugar de perpetuar dinámicas neocoloniales», sostiene.
Incide en que el Norte Global debe asumir la responsabilidad de «reducir su propio consumo y crear capacidad renovable nacional, en lugar de externalizar los costes socioambientales al Sur Global. Debemos seguir luchando por descolonizar y transformar la arquitectura financiera mundial».
Según el estudio, Oriente Medio y el norte de África (MENA) es una de las áreas más afectadas por el impacto del cambio climático, se calienta el doble que la media mundial y sufre fenómenos meteorológicos extremos y estrés hídrico.
El extractivismo degrada los ecosistemas ambientales y agota los recursos esenciales como el agua y el suelo, destruyendo la biodiversidad y la estabilidad de los recursos a largo plazo.
Además, provoca la dependencia y desigualdad, priorizando las exportaciones sobre los beneficios locales, fomenta la dependencia y las desigualdades socio económicas, con una afectación importante para las comunidades rurales y marginales más vulnerables, forzando los desplazamientos, puestos de trabajo precarios y limitando el acceso a recursos vitales.
Asimismo, fomenta las desigualdades de género y la alteración de las estructuras sociales, porque relega a las mujeres a salarios bajos, inseguridad y cargas asistenciales no remuneradas.
Denuncian que las inversiones de la agroindustria europea en Marruecos y Egipto se centran en cultivos para la exportación como tomates y cítricos que tienen una alta demanda de agua, fomentando la escasez del recurso en una región de por sí ya muy seca.
Los redactores del documento aseguran que una economía del bienestar basada en la suficiencia desafía el modelo tradicional centrado en el crecimiento, y hace hincapié en que la economía debe estar al servicio de las personas y del planeta.
Entre las alternativas propone un modelo económico de bienestar basado en la autosuficiencia feminista que priorice el bienestar y la sostenibilidad. EFE
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