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Familias enteras se echan al mar en Túnez con destino a Europa

Mabrouka y miembros de su familia sentados delante de su casa en un barrio humilde de Sfax, en Túnez, el 11 de septiembre de 2020 afp_tickers

«O morimos juntos o conseguimos llegar a Europa». La familia Houije vio morir a allegados en la peligrosa travesía del Mediterráneo e intentó dos veces en vano abandonar Túnez, pero sigue decidida a partir clandestinamente.

Un creciente número de familias se echa al mar con la esperanza de encontrar en otros lugares unas perspectivas que le parecen imposibles en Túnez, donde el desempleo supera el 30% en algunas regiones.

«Si tuviese una embarcación, volvería a intentarlo con mi familia», lanza Mabrouka, la madre, que no ve «otra solución» para sobrevivir y dar una oportunidad a su hijo Ahmed, de 22 años, tetraplégico.

En un barrio humilde de Sfax, ciudad portuaria del centro de Túnez, Mabrouka vive con sus hijos, su hermana y sus sobrinos una casa rudimentaria al final de un camino lleno de baches. Sin agua corriente, una conexión clandestina a la electricidad, algunos tomates, pimientos y tres huevos para alimentar a los nueve miembros de la familia. Algunos días, tiene que limitarse a comer caracoles.

El padre de familia, Raouf, apenas ganaba con qué vivir –20 dinares (6 euros, 7 dólares) al día por recoger botellas de plástico en la calle–, cuando el confinamiento le dejó sin trabajar durante cuatro meses.

Mabrouka recibió una ayuda de las autoridades regionales de 180 dinares (56 euros, 66 dólares), pagados una sola vez.

Tras haber ahorrado pequeños préstamos y ayudas recibidas desde hace años, la familia intentó atravesar ilegalmente el Mediterráneo en julio, y luego en agosto, para llegar a Italia donde unos conocidos les han prometido ayuda.

En vano. Fueron interceptados dos veces por los guardacostas tunecinos, y Raouf se halla actualmente en prisión por emigración ilegal, poniendo en peligro a un menor.

Su hija de 12 años, Eya, que nunca había visto el mar, a 10 kilómetros de su casa, reconoce que pasó «miedo».

Pero no ven otra salida para tratar a su hijo mayor, postrado en una cama tras un accidente hace cinco años.

Cuentan con una tarjeta de salud que permite acudir a hospitales públicos, pero muchos de los cuidados necesarios solo son posibles en la sanidad privada.

– 8.000 llegadas en ocho meses –

Durante su primer intento, un vídeo de esta familia en el mar, con su hijo y su respirador al fondo de la barca, circuló en las redes sociales.

«No me culpen porque me llevé a mis hijos conmigo. ¡Nadie vino a ayudarnos!, gritaba Raouf a los guardacostas.

El número de tunecinos que emigra clandestinamente a Italia, que alcanzó un récord tras las revolución en Tunez en 2011 con más de 20.000 llegadas, se redujo después considerablemente. Pero volvió a ascender desde 2017. En los ocho primeros meses de 2020, más de 8.000 tunecinos arribaron a Italia, según la ONU.

Aunque antiguamente los padres intentaban disuadir a los jóvenes de partir, las familias cada vez se oponen menos, según el Foro tunecino por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (FTDES).

«Poco a poco, agobiada por las dificultades económicas, la familia ya no ve inconveniente en financiar la migración ilícita de sus hijos», señala Romdhane Ben Amor, miembro de esta oenegé.

Un creciente número de niños se lanza al mar.

Este año, los guardacostas interceptaron 250 menores, en su mayoría acompañados de al menos un adulto, indicó a la AFP la Guardia Nacional.

Para el sociólogo Foued Ghorbali, hay «un hecho nuevo y notable en la inmigración ilegal: se ha convertido en una opción familiar».

Según él, esto se explica en parte por un intento de limitar los riesgos de expulsión: las familias con hijos tienen menos posibilidades de ser devueltas a Túnez. Pero también se ve a jóvenes recién casados marcharse.

Con el endurecimiento de las políticas europeas de visados, y la persistencia de los profundos problemas económicos y sociales en Túnez diez años después de la revolución, la emigración clandestina hacia una Europa considerada El Dorado es un sueño que se propaga.

«Si estuviese en su lugar, haría lo mismo», insiste Maryam, la hermana de Mabrouka, que sin embargo perdió a su marido y su hijo en el mar durante una travesía clandestina en 2018.

«Cualesquiera que sean las condiciones, la vida en Italia solo puede ser mejor que en Túnez», asegura.

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