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2009: Más apertura… menos campesinos en Suiza

Doris Leuthard, ministra suiza de Economía, con sus homólogos español, Pedro Solbes (dcha), y luxemburgués, Keannot Krecke. Keystone

El 2009 será un año clave en la negociación de un Tratado de Libre Comercio Agropecuario (TLCA) entre Suiza y la Unión Europea (UE).

Los defensores aseguran que Suiza ganará un campo más competitivo de cara una globalización que no consiente proteccionismos; los campesinos están en contra, porque el acuerdo implicará la pérdida de millares de empleos.

En el siglo XVII, el campo era sinónimo de opulencia en Suiza. El 90% de la riqueza nacional se generaba en este sector y, en consecuencia, 8 de cada 10 familias se dedicaban a dicha actividad.

Suiza comprendió pronto que lo suyo no era sembrar centeno, lino, cáñamo o vid, ya que se daban difícilmente en sus tierras, así que dejó esta tarea a los países vecinos. A cambio, el trigo, la patata y la ganadería se perfilaban como sus mejores aliados.

En el siglo XXI, el panorama es completamente distinto. El sector primario suizo emplea sólo al 3,5% de la población y genera el 2,6% de la riqueza nacional.

Llevado a cifras de lo cotidiano, sólo una de cada 22 familias vive del campo actualmente y en el mayor de los casos lo hace de forma precaria.

El 2009, año que se vislumbra complejo debido a la recesión que aguarda al mundo, Suiza debe tomar decisiones importantes con respecto a este sector y su apuesta principal es la firma de un nuevo Tratado de Libre Comercio Agropecuario (TLCA) con la Unión Europea (UE).

Sus partidarios lo miran como la salvación del campo helvético. Sus detractores, como su peor pesadilla.

¿Por qué un TLCA?

La posibilidad de negociar un TLCA entre Europa y Suiza asomó la nariz en 2006. Y la primera pregunta que se hicieron los campesinos nacionales fue: ¿Para qué un tratado si ya tenemos en marcha un acuerdo bilateral agrícola con la UE?

Desde el año 2002, los dos socios comerciales tenían un acuerdo para facilitar los intercambios agrícolas. Un documento que implicaba la liberalización parcial del mercado –mediante la supresión de barreras tarifarias y no tarifarias-, pero que no entrañaba el libre comercio de productos.

Una situación que la UE se encargó de destacar a partir de marzo de 2006, a través de la comisaria europea de Agricultura. Mariann Fischer Boel afirmó entonces que Suiza progresaba de forma importante en la liberalización del comercio agropecuario y recibía un trato recíproco, pero aún mantenía muchas barreras que el acuerdo bilateral no podía derribar.

De ahí que la UE considerara relevante pasar una nueva fase de la relación en la que un TLCA incluya, además del intercambio de mercancías, temas como la seguridad alimentaria, humana y animal, citó.

Voces a favor

El Gobierno suizo encargó en junio de 2006 a los Ministerios de Economía y Asuntos Exteriores trabajar en el tema y en junio del 2007, justo un año después, recibió las conclusiones:

Primera, «un TLCA entrañará esencialmente efectos positivos porque su sector agrícola suizo se verá obligado a ser más competitivo y a reducir costos».

Segunda, el tratado abriría para Suiza las puertas a un mercado de 490 millones de consumidores con patrones de consumo parecidos a los suyos, lo que sobre la marcha permitiría a la economía suiza crecer un 0,5% adicional cada año de forma sostenida y generar riqueza adicional para el país por 2.000 millones de francos suizos anuales.

Tercera, Suiza forma parte de los países más proteccionistas en materia agrícola y las presiones de instituciones internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC) es cada vez mayor. Por lo que, tarde o temprano, el país tendrá que prepararse para nuevos desafíos.

«Un TLCA incentivaría la especialización de la agricultura suiza, favorecería la creación de estructuras de producción más eficientes y generaría economías de escala».

El Ministerio de Economía recordó que un buen ejemplo era Austria, cuyo balance comercial agrícola era deficitario en 1994 y actualmente se encuentra en equilibrio.

Voces en contra

«La maximización de la producción agrícola a bajo costo conducirá a una crisis agrícola mundial entre 2030 y 2040», según el grupo de Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD por sus siglas en inglés), que aglutina a 400 científicos del mundo.

«Los verdaderos desafíos de una política agrícola responsable no son sólo la apertura de los mercados, sino el desarrollo local».

Jean-Luc Kissling, secretario general de Prometerre, organización conformada por la Cámara de Agricultura y la Federación rural del cantón de Vaud, afirma que lo mejor para Suiza es apelar por una cláusula evolutiva del acuerdo bilateral agrícola que ya tiene con la UE, para salvaguardar los intereses de sus campesinos.

En tanto, la Unión Hortícola Suiza (UHS) anticipa la pérdida de millares de empleos si Suiza firma un TLCA con la UE.

La Unión Suiza de Campesinos (USC) se suma a los inconformes al afirmar que si la apertura fuera la solución a los males económicos del universo, el mundo no estaría enfrentado hoy la crisis y la recesión que se avecinan. Una coyuntura que debe obligar a todos a replantearse los términos de la globalización.

Sin embargo, y pese a las voces disidentes, Suiza y la Europa de los 27 iniciaron ya el pasado 4 de noviembre la negociación de un TLCA que si sortea al Parlamento y al pueblo, podría entrar en vigor en menos de cuatro años.

swissinfo, Andrea Ornelas

El 75% de las exportaciones agrícolas de Suiza se dirige a la UE, según cifras del Ministerio de Economía.

Entre 1990 y 2008 han desaparecido más de 30.000 pequeñas empresas agrícolas familiares por la competencia que impone la globalización.

El 80% de las pequeñas explotaciones familiares (5 miembros en promedio) está contra el TLCA con la UE.

Suiza es –proporcionalmente a la talla de su población- el importador neto de productos agrícolas número uno en el mundo, según la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Su sector agroalimentario está mucho menos integrado al mercado mundial que el de otros países o que la propia industria suiza, que derribó fronteras con la UE hace 35 años.

Si los suizos rechazaran la entrada en vigor de un Tratado de Libre Comercio Agropecuario (TLCA) con la UE, sólo quedaría acogerse a una cláusula evolutiva del Acuerdo Bilateral Agrícola que firmaron en 1999 y que entró en vigor en 2002.

Un TLCA incluiría –libre de aranceles- el comercio de materias primas, como carne, leche o granos, pero también de los productos ya transformados, como carne seca, derivados lácteos o panes.

Negociación 2009-2010

Debate parlamentario 2011

Eventual referéndum 2012

Entrada en vigor 2013

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