Bruselas advierte contra la tentación ‘Rubik’
La Comisión Europea ha alertado de forma oficial a los 27 miembros de la Unión Europea sobre los riesgos que enfrentan, si caen en la tentación de concluir ambiciosos acuerdos fiscales bilaterales con Suiza, similares a los que han pactado Gran Bretaña y Alemania.
El pasado lunes (05.03), en una carta dirigida a Margrethe Vestager, ministra de Finanzas de Dinamarca, país que encabeza la presidencia rotativa de la UE, el comisario de Fiscalidad y Unión Aduanera, Algirdas Semeta, enfatizó que los 27 “deberían abstenerse de negociar, inicialar, firmar o ratificar cualquier acuerdo (fiscal) con Suiza”, si sus disposiciones interfieren con la legislación comunitaria vigente”.
Una condición que los hace formar parte del campo de aplicación de la reglamentación europea en materia de fiscalidad del ahorro y del acuerdo fiscal entre Suiza y la UE que data de 2004.
En la misiva, Algirdas Semeta subraya que la Comisión sostuvo “discusiones altamente constructivas” con Berlín y Londres para “modificar” el contenido de los acuerdos con objeto de volverlos eurocompatibles. “Confío en que se logrará una solución satisfactoria”, escribió el comisario. El objetivo central es prevenir que otros países derrapen en el mismo tema, como sucede con Grecia, que está interesada en un acuerdo del mismo tipo y que se expondría a un procedimiento de “infracción, si no actúa con prudencia”
Límites a respetar
Si bien Semeta reconoce que los países de la UE son libres de concluir acuerdos bilaterales con Suiza, también advierte que es importante que no rebasen ciertos “límites legales”.
Con esto, hace referencia a impuestos directos y al futuro “de sectores y productos que están cubiertos ya por la legislación europea de fiscalidad del ahorro”, así como a temas cuya reglamentación actualmente está sujeta a revisión por parte de los 27 (como la correspondiente a seguros de vida o fondos de inversión, entre otros).
Con respecto al pasado, la regularización de fondos ocultos al fisco “no podría cubrir la tasa (atrasada) del IVA”, continúa la misiva y hace énfasis también en ciertas concesiones que Alemania y Gran Bretaña hicieron a Suiza, al “facilitar” el acceso de los operadores helvéticos a su mercado nacional de servicios financieros.
Bruselas deja claro que, por ninguna causa, los 27 soltarán la rienda en aquellos dominios que ya están regulados o podrían estarlo en el futuro como resultado de la “armonización comunitaria”:
“El principio de la competencia exclusiva de la UE con respecto al exterior debe ser respetado. Esto concierte también a los servicios bancarios y la inversión”, destaca el documento. Un punto que parece generar aún fricciones entre Bruselas y los gobiernos de Londres y Berlín.
Para la Comisión Europea es evidente que solo la unión hará la fuerza frente a Berna, que últimamente se ha convertido en una experta del “divide y vencerás”.
Algirdas Semeta estima que “más que nunca es necesario dar alta prioridad en el seno del Consejo (de Ministros de Finanzas de la UE)” a la capacidad de la Comisión de renegociar el acuerdo de fiscalidad del ahorro vigente con Suiza. Un expediente bloqueado desde hace tres años por Luxemburgo y Austria y que seguramente examinarán los ministros de Finanzas de la UE el próximo 13 de marzo, como estaba previsto originalmente.
Apoyo del Parlamento Europeo
El comisario Europeo recibió el pasado 5 de marzo pleno apoyo de la presidenta de la influyente Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, la liberal británica Sharon Bowles.
Invitada a participar en el Foro Fiscal de Bruselas, Bowles destacó que la mayoría de los eurodiputados ven con malos ojos los acuerdos Rubik que, de entrar en vigor, ofrecerán a Londres y Berlín la ventaja de fortalecer sus haciendas públicas, pero pondrán en problemas el sacrosanto “método comunitario” que Estrasburgo tanto ha defendido siempre.
Los acuerdos que Suiza ha firmado con Alemania y Gran Bretaña prevén regularizar losfondos no declarados de ciudadanos de estos países con cuentas en suelo helvético.
En caso de prosperar, se transferirá un impuesto único -acordado previamente- sobre el capital depositado, monto que sería cargado por una institución autorizada (en principio, el banco suizo) y transferido de forma anónima a las autoridades fiscales alemanas o británicas (sin mencionar el nombre del titular) para poner al día los adeudos pasados.
La tasa de imposición variaría entre el 19 y 34% en función del patrimonio del titular. Para futuros rendimientos de capital, se aplicaría un impuesto liberatorio sobre los intereses y los dividendos.
Para Alemania la tasa sería del 26,3%, que corresponde al impuesto que se cobra por las ganancias generadas en el sistema financiero germano. En el caso de Gran Bretaña, la tasa variaría entre el 27 y 48%, según el tipo de rendimiento.
El Parlamento alemán aún no ha ratificado el acuerdo firmado con Suiza. Los socialdemócratas (SPD), los Verdes y algunos länder (estados federados), como Baden-Würtemberg y Renania del Norte-Westfalia, lo rechazan.
(Traducción: Andrea Ornelas)
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