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Cada vez menos suizos en las tareas alpinas

Las arduas tareas del campesino alpino son hechas cada vez más por manos extranjeras. swissinfo.ch

La vida en la montaña no es fácil y las tareas suelen ser mal pagadas. En vista de que pocos son los suizos que quieren ir a los Alpes, se recurre con más frecuencia a mano de obra extranjera.

Los paisajes alpinos, símbolo de la patria suiza, no podrían ser administrados totalmente sin la fuerza laboral foránea.

Como una fortaleza al final del valle se levanta el pico Oltscheren, en la región alpina del cantón de Berna. Sólo se asoman dos pequeñas cabañas de madera en un paisaje cuyo fondo se reviste de escarpados peñascos.

Las vacas pastan entre los conos de roca y dan la impresión de estar pegadas en esas empinadas pendientes acariciadas por algunos riachuelos que fluyen desde lo alto.

No obstante, el espectacular mundo alpino atrae cada vez menos a los suizos.

«Los suizos que vivieron su infancia en los Alpes prefieren después la vida de ciudad, en vez del duro cotidiano en la montaña», indica Jan Sonderegger, encargado, junto con su esposa, de la quesería alpina del Oltscheren.

Sonderegger sabe de qué habla. Han sido ya muchos los días en los que 18 horas fueron pocas para terminar sus obligaciones, sin contar los momentos de tensión que debe superar en su labor.

También puede ocurrir que se adelante el tiempo del pastoreo. «La gente tiene con frecuencia una imagen incorrecta de la vida alpina», indica el joven suizo, originario de San Gall, vestido con su delantal impermeable blanco y sus botas de goma.

Trabajadores alpinos foráneos

En el Oltscheren son cinco suizos y seis extranjeros, provenientes sobre todo de Alemania, los que se encargan de las 106 vacas, 128 becerros y bueyes, 50 cabras y 17 cerdos que se crían en el valle.

Entre los recién llegados de la vecina Alemania se encuentra, por ejemplo, la estudiante de música de 22 años de edad proveniente de Baviera, Marie Flessa; o Barbara y Stefan Bach, pedagoga social e ingeniero de montes respectivamente, que han llegado de Göttingen, junto con su bebé de seis meses.

Susanne Grasser, de Viena (Austria), quien estudió arte y agricultura, pasa actualmente su doceavo verano en los Alpes. Para ella, la experiencia le resulta como un retiro. En la montaña busca paz y soledad.

De preferencia, suizos

¿Qué motiva a los extranjeros a bregar con la vida dura de los Alpes suizos? «Aquí se gana más por el mismo trabajo que en Austria», dice Susanne, quien también considera que en Suiza se valora y cuida más el panorama alpino.

«Queríamos vivir en las montañas, especialmente bellas en Suiza», dice, por su parte, Barbara Bach. De Suiza le interesa especialmente esa región. «En Alemania también hay ciudades».

Sin experiencia alpina no resulta fácil obtener el empleo. Bach tiene con frecuencia la impresión de que los campesinos se inclinarían más por ocupar a personal suizo, si lo encontraran. «Tal vez piensan que el suizo puede tratar mejor a sus vacas o que se desenvuelven mejor en la montaña». Seguramente la lengua debe tener también un papel en la decisión.

Motivaciones distintas

La colaboración entre la comunidad multicultural en los Alpes tampoco resulta sencilla, dice Bach. Las diferencias de opinión, a su juicio, no tienen que ver con la nacionalidad, sino más bien con la forma de ver la vida y las experiencias pasadas.

Es decir, alguien que creció en una gran ciudad tendrá una motivación distinta que lo atrajo a los Alpes, en comparación con otra persona de provincia. «Yo no vine a los Alpes únicamente para ordeñar vacas, sino en primer lugar para tener una experiencia personal», acota Grasser, con el bieldo en mano. También ella gusta de caminar por la montaña, sin tener que colocar una valla para detener al ganado o ir en busca de un becerro.

Cencerros y jets de combate

Sin embargo, el paisaje idílico alpino puede ser engañoso. La modernidad y sus efectos también hacen eco aquí.

El tintineo de las campanas de las vacas en el establo que cuida Susanne Grasser se confunde también con el traqueteo del generador eléctrico y de vez en cuando se escucha un estruendo del cielo comparable a un trueno: jets de combate sobrevuelan el valle. Al ruido que estas naves producen hay que acostumbrarse porque en el valle se encuentra un aeródromo militar, mientras que arriba, en la cresta, se halla una zona de tiro aéreo.

«Algo que realmente saca de quicio» porque aparte del ruido aéreo allí arriba, dice Gasser, «no me entero prácticamente de nada sobre el Estado helvético».

Alemanes, bienvenidos

Y sobre la polémica que desató especialmente el dominical sensacionalista SonntagsBlick con su titular ‘Hay demasiados alemanes en Suiza’, tampoco hay rastro alguno en la montaña.

Debido al hermoso paisaje, Marie Flessa no ha descartado la posibilidad de quedarse a vivir en Suiza, aunque el carácter reservado de los suizos para con los alemanes aún le da qué pensar. «Seguro que la vida en otras partes de Suiza no es tan sencilla como aquí. En todo caso, en la montaña no hay problema alguno de ser alemán.»

swissinfo, Corinne Buchser
(Traducido del alemán por Patricia Islas)

En Suiza existen 7.500 negocios alpinos centrados en la agricultura y la ganadería, que desempeñan un papel importante en la diversidad de especies en los Alpes.

Sin la mano de obra de Alemania, Austria, Francia, Holanda, Argentina y Australia, además de la procedente de los nuevos países de la Unión Europea ampliada, como Polonia y Hungría, muchos de los negocios suizos en los Alpes no podrían continuar.

De acuerdo a las líneas directrices para la ocupación de mano de obra en las labores alpinas del cantón suizo de los Grisones, referencia para todo el país, el salario mínimo para una jornada de un vaquero alpino es de 135 francos, y para el pastor, de 115 francos por día.

Las ofertas de empleo y de personal en los Alpes se pueden consultar en las páginas Internet www.zalp.ch o en la página del Grupo Suizo para las Regiones de Montaña (SAB).

Cada primer mes del año se realiza un encuentro entre las personas ocupadas en las actividades alpinas que se celebra en la capital grisona de Coira.

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