En el valle alpino 'Unterer Borstböhl', en Appenzell.
Markus Bühler-Rasom
No lejos de Thun, entre los 1.200 y los 1.800 msnm, se encuentra Langenegg.
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La central productora láctea del consorcio Emmi, en Suhr, en Argovia.
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"Buen fuego", se acostumbra decir antes de quemar la hierva en Bramboden.
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Las cascadas del arroyo Schmadri, en la zona de montaña bernesa.
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Aline Defayes, Leytron en el Valais, controla si los albaricoques, reyes de la producción frutal aquí, ya están maduros.
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En Nesselnbach se encuentra la mayor productora de biogas en Suiza. Al año produce 4.000 toneladas de abono a base de los restos alimenticios de la gastronomía y el comercio al menudeo.
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Aquí, en Schangnau, se produce mozzarella del Emmental, desde que el consumo de ese queso suave se popularizó en Suiza, en los años noventas.
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Trabajo nocturno en la fábrica azucarera en Frauenfeld, de la empresa Azucar Suiza S.A. En total, este negocio, que tiene también una segunda fábrica en Aarberg, produce al año 300.000 toneladas del endulzante a base de remolacha.
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Una ordeñadora polaca en el valle alpino de Langenegg, cerca de Thun.
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Alois von Moos, forrajero de Sachseln, Obwalden.
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Aún en el siglo pasado, Suiza producía más tabaco del que el mercado demandaba. Actualmente apenas representa el 1% del total consumido. Friburgo y Vaud, el Jura y Lucerna, entre los productores actuales. La imagen es de Winterthur.
Markus Bühler-Rasom
El cierre de una finca. Cada año entre mil y mil quinientas deben cerrar sus puertas.
Markus Bühler-Rasom
El carbonero Markus Wicki de Bramboden, en el cantón de Lucerna.
Markus Bühler-Rasom
Presentar la agricultura suiza tal y como es hoy ha sido el objetivo de la lente de Markus Bühler-Rasom en su más reciente compilación fotográfica.
Su lente intenta compaginar esas imágenes en las que se observan los avances técnicos aplicados en el campo y las tradiciones agrícolas, tan enraizadas y representativas del paisaje rural helvético.
La agricultura helvética es tan diversa, que no resulta sencillo ordenar sus múltiples facetas. Existe el imaginario romántico y conservador de una comunidad campesina libre e independiente. Por otra parte, los labriegos helvéticos son vistos por la población urbana como parte del folclor, el mito campirano, parte del atractivo turístico alpino, e incluso, como símbolo de ineficiencia productiva y blanco de subvenciones para mantener su existencia.
Esa dualidad se muestra también en imágenes. En especial, Markus Bühler-Rasom intenta mantener una posición lejos de todo estereotipo y muy cerca de una observación científica, objetiva, sobre lo que hoy es la agricultura en Suiza.
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