¿Dónde fueron a parar las abejas?
Millones de abejas desaparecieron misteriosamente el pasado invierno en Estados Unidos. El fenómeno preocupa también en Suiza, donde desde hace unos años se observa una tasa de mortalidad superior a la media.
Todavía no se conocen las causas precisas de la desaparición de estos insectos vitales para el ecosistema y la economía rural.
Con la llegada de los primeros días de la primavera, cuando los apicultores estadounidenses comenzaron a controlar sus colmenas después de la temporada de hibernación, se llevaron una amarga sorpresa. En el abejar sólo quedaban la reina y un puñado de obreras. Del resto de las abejas no había rastro. Su desaparición es un misterio para los apicultores y los científicos. No se sabe si se trata de un enjambre masivo o si se fueron a morir a otro lugar.
Los índices de mortalidad (60-70%) han alarmado a los apicultores del mundo entero. Aunque no alcanzan los niveles registrados en Estados Unidos, en numerosos países europeos – sobre todo en España, Polonia, Alemania, Inglaterra – la desaparición de abejas supera la tasa promedio.
Insectos útiles
Suiza no se ha visto al margen: «Una mortalidad del 10% es normal», explica a swissinfo Jean-Daniel Charrière, colaborador científico en la Estación de Investigación Agronómica de Liebefeld-Posieux. «Sólo que desde hace 5 o 6 años ese porcentaje es superior. Por ejemplo, en los años 2003 y 2006 llegó al 25%».
Aunque la situación parece haber mejorado en la primavera de este 2007, el experto subraya que si no se logra frenar la disminución de las colonias, el fenómeno podría tornarse preocupante y alterar el ecosistema.
Las abejas son insectos muy útiles. Muchísimos vegetales – sobre todo las plantas frutales, pero también los pimientos, las calabazas, la colza o los girasoles – dependen de su polinización: «Si la disminución del patrimonio apícola no se compensa por una repoblación por mano de los apicultores, no se pueden descartar repercusiones en la productividad de varios segmentos agrícolas», afirma Theo Nicollerat, presidente de la Sociedad Tesinesa de Apicultura (STA).
Causas desconocidas
Lo más preocupante es que por el momento no se conoce la causa exacta de las desapariciones. Resulta difícil, pues, encontrar una solución.
Según Jean-Daniel Charrière, se barajan varias hipótesis: «Creemos que las causas son sobre todo patológicas», explica. «Muchísimos organismos pueden debilitar a las abejas, ahora se trata de descubrir cuáles son».
Entre los principales indicios figura el ácaro de varroa, que llegó de Asia a Europa en los años ochenta cuando un instituto de investigación importó la especie Apis cerana (abeja asiática) en la que se había anclado. Pero éste parásito que debilita a las abejas al alimentarse de su hemolinfa (sangre) no puede ser la única causa de la mortalidad apícola, según el experto de la estación agronómica.
«Algunos años después de su llegada al país logramos – aunque no destruirlo – sí controlar su proliferación, explica, «por lo que hay que buscar otras explicaciones». Por ejemplo, entre los virus – un campo de investigación muy reciente y por ello difícil de conduzca a un diagnóstico – bacterias, hongos, polilla, liendres, aves.
Sin olvidar a otro enemigo temible: el hombre que las atrajo robándoles la miel, modificando sus genes y tornándolas así más vulnerables a un sinfín de enfermedades; y sobre todo domesticándolas, convirtiéndolas en indispensables para su supervivencia.
Ayudas estatales limitadas
«Al Norte de los Alpes, las abejas no sobreviven sin apicultores», subraya Charrière. Un hecho preocupante si se piensa que en los últimos años la apicultura tiene cada vez menos adeptos. «Para la mayor parte de los 19.000 apicultores del país es un pasatiempo. Si en el transcurso de un par de años pierden muchas abejas, corren el riesgo de desanimarse y de tirar la toalla».
«Hoy no hay subsidios estatales a nuestro sector», puntualiza el presidente de la STA. «Estados a años luz respecto a nuestros vecinos europeos, donde los apicultores reciben ayudas directas para la adquisición de material o de colonias de abejas para su repoblación», agrega.
En Suiza el Estado respalda únicamente la investigación y formación apícolas. Financia el Instituto Agronómico de Liebefeld-Posieux (cinco personas en total) con un presupuesto anual de cerca de 900.000 francos y destina entre 100.000 y 150.000 francos anuales a la divulgación de informaciones (organización de cursos, conferencias, etc.).
En cuanto a los cantones, su política en la materia no es homogénea. «Algunos respaldan la apicultura financiando en parte las asociaciones; otros, como el cantón del Tesino, se muestran indiferentes», sostiene Theo Nicollerat.
Pero hay un rayo de esperanza: a mediados de marzo el Parlamento aceptó una moción que solicita un respaldo genérico a la apicultura. Falta saber en qué consistirán las ayudas previstas.
swissinfo, Anna Passera
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)
20 kg: cosecha media anual de cada una de las 190.000 colonias de abejas en Suiza
3.600 toneladas de miel producidas anualmente en Suiza (1/3 de la demanda total)
6.700 toneladas importadas, sobre todo de Estados Unidos, Francia y Alemania
1,4 kg de miel: consumo anual por habitante
54 millones de francos: valor de la producción anual de miel en Suiza
80% del valor de esta cosecha de frutos (335 millones de francos) depende de la polinización de las abejas
A fines del siglo XIX había dos veces más apicultores que hoy. Desde entonces su número disminuye progresivamente.
En los últimos veinte años su número se ha estabilizado en torno a los 19.000, pero se prevé que disminuya.
En cuanto al número de colonias, el punto culminante se alcanzó en el periodo de entreguerra y durante la Segunda Guerra Mundial (casi 350.000).
Desde entonces su número no ha cesado de disminuir hasta llegar a 230.000 colonias en los años 80. En los años 90 se volvió a registrar un calo.
Actualmente hay 190.000 colonias. Su densidad en Suiza (4,6 abejas por m2), sin embargo, es más elevada por ejemplo que en Italia y Austria (4 abejas por m2) y mucho más que en Alemania (2 abejas por m2).
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