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El informante suizo, desafiante ante la Justicia

Rudolf Elmer, este lunes en la conferencia de prensa celebrada en el Club Frontline de Londres. AFP

Rudolf Elmer se presenta este miércoles (19.01) ante tribunales para responder a acusaciones sobre violación de las leyes suizas relativas al secreto bancario.

El juicio se produce dos días después de entregar a Wikileaks más datos de los clientes del banco Julius Baer.






























El espectáculo de rebeldía de Elmer fija las líneas de actuación contra el fiscal cantonal de Zúrich, que también tratará de demostrar ante el tribunal que el antiguo banquero intentó de extorsionar a su ex empleador.

El lunes, Elmer entregó dos cedés de al fundador de Wikileaks, Julian Assange, ante los medios de comunicación internacionales. Elmer alega que los datos contienen los detalles de unas 2.000 cuentas en centros financieros del exterior pertenecientes a empresas multinacionales y personas famosas en el mundo de los negocios, el entretenimiento y la política.

La comparecencia de Elmer ante un tribunal de Zúrich el miércoles está relacionada con los datos anteriores robados y publicados por Wikileaks en 2008. El tribunal oirá las acusaciones que dicen que Elmer amenazó a los empleados de Julius Baer y exigió dinero del banco antes de entregar los datos a través de la página web de filtraciones.

En su intervención en la conferencia de prensa en Londres, Elmer dijo que su objetivo siempre había sido “educar” a la gente sobre el turbio papel que la banca extraterritorial (offshore) juega en la evasión fiscal y en el lavado de dinero.

“Mi visión es la de enseñar a la gente cómo funciona el sistema”, relato a swissinfo.ch.

Amenazas de muerte

Sin embargo, Julius Baer ve las cosas de manera diferente, afirmando que Elmer siempre ha estado motivado por un deseo de venganza después de haber sido despedido en 2002.

“Después de que su demanda (incluida la compensación económica) en relación con el despido no pudo ser satisfecha, Rudolf Elmer se embarcó en 2004 en una campaña de intimidación personal y venganza contra Julius Baer”, dijo el banco en un comunicado.

«Para respaldar su campaña, también utilizó documentos falsificados y profirió amenazas de muerte contra los empleados”, proseguía el escrito.

Las opiniones sobre Elmer están divididas: en Suiza lo retratan como héroe o como villano. Los medios de comunicación suizos no publicaron los datos robados presentados por Elmer en un principio, ya que surgieron varias dudas acerca de sus motivos y la autenticidad del material producido.

Los acontecimientos de esta semana reafirman los talones de la ofensiva mundial coordinada contra la evasión fiscal que ha situado a Suiza bajo una creciente presión desde el estallido de la crisis financiera.

¿Extorsión o filtraciones?

Muchos de los suizos, sobre todo en la comunidad bancaria, se han sentido bajo asedio de la percepción de los estados rivales celosos que buscan poner fin a la ventaja competitiva de la plaza financiera suiza.

Los gobiernos alemán y francés han pagado por el robo de datos bancarios suizos para ayudar a sus investigaciones sobre evasión de impuestos.

Algunos de los datos obtenidos fueron vendidos por un ex empleado del banco privado HSBC en Ginebra y persisten las sospechas de que Elmer recibió también dinero al principio.

“Es comprensible que (Elmer) quiere retratarse a sí mismo a nivel personal como denunciante, pero está bastante claro que al principio estaba pidiendo dinero”, dijo Christof Müller, experto en delincuencia económica, a la televisión suiza.

En Londres, Elmer rechazó las críticas que calificó de campaña de desprestigio diseñada para presentarlo como “una persona paranoica o enferma mental”.

“Supongo que se tratan de tácticas, un movimiento estratégico, para hacerme callar”, señaló.

Confianza en la justicia

Sin embargo, Elmer aseguró a swissinfo.ch que aún conserva la fe en la imparcialidad del sistema judicial suizo. “No tengo ninguna indicio de que vaya a ser un juicio injusto. Todavía tengo confianza en la justicia suiza. Lo descubriremos este miércoles”.

Si Elmer es declarado culpable se enfrenta a una posible pena de ocho meses de prisión y una multa de 2.000 francos (1.558 euros). Ya pasó seis meses bajo custodia suiza durante una anterior investigación sobre violaciones del secreto bancario, pero se trasladó a Isla Mauricio después de ser liberado.

Según la web de Elmer, Julius Baer también puede pedirle a la corte hacerlo aresponsable de todas las pérdidas del banco ocurridas como consecuencia de su filtración. Un cargo adicional, 1,15 millones de francos, para pagar las medidas de vigilancia del banco más una compensación no revelada del empleado del banco, Curtis Lowell, también le pudieran ser facturadas, según su página web.

Elmer, de 55 años de edad, trabajó durante dos décadas en el banco suizo, hasta 2002, cuando se descubrió la desaparición de datos.

En 1994 había sido trasladado a las Islas Caimán.

En marzo de 2006, Julius Baer o Bär retiró su pleito contra la página web Wikileaks después de que su acción legal contra la organización adquiriera rápidamente el carácter de debate público.

En el mes previo, el banco privado domiciliado en Zúrich había conseguido cerrar las operaciones de la página web en Estados Unidos.

Wikileaks había colocado documentos que exponían presuntas actividades ilegales de los clientes de Julius Baer en las Islas Caimán.

El banco privado afirmó que sus documentos fueron sustraídos y entregados al portal por su antiguo empleado Elmer.


A principios de febrero, los abogados dijeron que querían detener lo que describían como “difusión ilegal de datos bancarios robados e información de las cuentas bancarias personales de sus clientes”.

Pero el banco pronto se vio forzado a negar las acusaciones de que pretendía socavar la libertad de expresión.

En la moción de desestimación voluntaria -presentada el 5 de marzo de 2008-, Julius Baer no explica por qué debió retirar su queja y reservarse el derecho de reabrirla en el futuro.

Elmer tiene una audiencia judicial en Zúrich, el 19 de enero de 2011.

Traducción: Iván Turmo

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