Estaciones del tren, puertas de la ciudad al mundo
Testigos de una época en la que las vías férreas encarnaban el colmo de la modernidad, las grandes estaciones suizas mantienen la marca del entusiasmo de sus constructores.
Sobre vuelo de los 156 años de historia del tren y de sus accesos.
Cuando se instala en Suiza en 1847, el tren rodaba ya desde hacía una veintena de años en el resto del continente. A escala europea, los 23,3 kilómetros de vía que unían Zúrich con Baden parecían entonces bien modestos.
Ese retraso se explica por el contexto político del país y por su topografía, como lo recuerda el conservador del Museo de los Transportes de Lucerna.
“Suiza era todavía una alianza de Estados”, explica Kilian Elsasser. “Se confió entonces la responsabilidad del ferrocarril a los cantones, demasiado pequeños para planificar, por ejemplo, una línea entre Ginebra y Zúrich”.
Además, el relieve montañoso no favorece las aventuras ferroviarias. Se comenzó pues, por construir líneas a proximidad de las ciudades de la planicie.
El astillero del siglo
Pero el entusiasmo por la modernidad es inmenso a mediados del siglo XIX. En algunas décadas, el dinamismo de sus empresarios y una buena dosis de capitales alemanes, italianos y franceses van a permitir a Suiza atrapar el retraso inicial.
Una prueba de lo anterior, la inauguración en mayo de 1882 de la línea del Gothardo. Vienen de toda Europa para admirar los viaductos, los túneles helicoidales y el gran túnel que con sus 15 kilómetros de largo constituye “la obra del siglo”.
Se olvida fácilmente que ese astillero fue primero un verdadero infierno para los obreros –en su mayoría italianos- que trabajaron en él. Al menos 199 de entre ellos dejaron ahí la vida.
La nacionalización
Pero nada detiene al progreso. Mientras que los ciudadanos suizos aceptan en 1898 la nacionalización de sus vías férreas, cinco grandes compañías y 26 más pequeñas han tejido ya una red que une prácticamente a todas las regiones del país.
“En esta época, la mayor parte de las compañías eran deficitarias y la economía no estaba interesada en invertir en el tren, recuerda Kilian Elsasser. Por otra parte, el Estado central advertía que el mantenimiento de las vías férreas era una suerte de deber nacional”.
Por otra parte, “A Suiza no le gustaba mucho la idea de que accionistas extranjeros tuvieran el control de las vías férreas”.
Templos de la modernidad
Al momento del nacimiento de la compañía ferroviaria suiza (CFF) los ferrocarriles suizos existían desde hacía 50 años en el país y su presencia había modificado profundamente el paisaje.
Las diligencias de 1850 transportaban un millón de personas por año. En medio siglo, el tren va a permitir multiplicar esa cifra ¡por cien!
Las primeras estaciones, más bien modestas, se parecían a los antiguos sitios de relevo de las diligencias y rápidamente resultaron muy pequeñas con lo que cedieron el lugar a verdaderos templos de la modernidad.
“La estación es la puerta que permite dejar el mundo local para ir al mundo global, como las puertas de la Edad Media marcaban el pasaje de la ciudad al campo”, resume Kilian Elsasser.
Así, el peatón que deja la estación del tren de Zúrich para penetrar en el corredor monumental de la estación central (inaugurada en 1871) pasa bajo una gran arcada, más allá de la cual el mundo parece al alcance de la mano.
Reservado a los ricos
En aquel entonces, sin embargo, ese mundo no era accesible a todos. “Los primeros trenes transportaban ante todo mercaderías y turistas ricos, sobre todo extranjeros”, recuerda Kilian Elsasser.
Para el confort de esos viajeros y de sus bellas damas, las estaciones ofrecían casi siempre al menos un restorán, una tienda y, seguramente… un reloj.
El detalle está lejos de ser anodino. Antes de la llegada de los caminos del ferrocarril, cada ciudad y cada pueblo tenían su propia hora, calculada en función de la posición del sol. En Suiza, la unificación horaria se hizo no sin problemas, a partir del nacimiento del Estado federal en 1848 y los ferrocarriles contribuyeron notablemente.
“Megalomanía”
Al nacer, los CFF heredaron vías y material rodante más bien vetustos. En las primeras décadas del nuevo siglo, la joven empresa invierte masivamente en la modernización de las infraestructuras y en la electrificación de la red.
Testigos de ese período, las estaciones de Basilea, Saint Gal y Lausana ilustran perfectamente el arranque triunfante y pleno de optimismo de los Caminos Federales del Ferrocarril.
“Esos tres edificios siguen la ola internacional de megalomanía aplicada a la municipalidad ferroviaria”, escribe el profesor de Lausana, Pierre A. Frey.
“Esas construcciones dieron lugar a fuertes negociaciones entre los CFF y los poderes locales. La estación es un elemento de prestigio y cada ciudad quería una más bella que la de su vecino”, precisa Kilian Elsasser.
Contemporáneas de los grandes palacios, esas estaciones monumentales fueron destinadas al principio a una misma clientela.
Las estaciones recobran vida
Después de la Gran Guerra, el turismo decae y los CFF comienzan a interesarse en la clientela nacional. El tren se democratiza y se convierte en el medio de transporte de las personas que van y vienen al interior del país.
Hoy en día las estaciones han perdido un poco ese lado exótico de “puerta al mundo” que se encuentra más bien en los aeropuertos, lo que no les impide mantenerse como lugares de pasaje, de encuentros, de comercio y de vida.
Y si hace unos diez años las estaciones suizas tenían una mala fama, las medidas de seguridad y de re acondicionamiento emprendidas por los CFF las han vuelto más seguras.
Una evolución que elogia el conservador del Museo de los Transportes:
“Las estaciones retoman vida. Es importante que sean un centro de la ciudad y no las villa-miseria de Ginebra, Zúrich o Lausana”, subraya Kilan Elsaser.
swissinfo, Marc-André Miserez
Traducción, Marcela Águila Rubín
En julio y agosto, las emisoras de SRG SSR idea suiza difundirán desde ocho estaciones ferroviarias de Suiza.
Los viernes de 10:00 a 20:00 y los sábados de 9:00 a 15:00 las emisiones, serán en directo desde las estaciones de Zúrich, Basilea, Croire, Friburgo, Ginebra, Locarno y Lucerna.
swissinfo le presentará algunas estación.
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