«Glenstrata», una fusión que despierta inquietudes
En términos de negocios, la integración de las empresas helvéticas Xstrata y Glencore –que supondrá una operación de 82.500 millones de francos suizos- tiene mucho sentido.
No obstante, las ONG externan sus temores sobre la explotación que ejercerá el nuevo gigante entres los países menos favorecidos. Los políticos, por su parte, temen que la nueva potencia de las materias primas ponga en riesgo la imagen de Suiza.
El nuevo coloso empresarial, que llevará por nombre Glencore Xstrata, tiene previsto controlar una cadena de negocios que va desde la minería hasta la refinería, pasando por el almacenamiento y transporte de materias primas como el carbón, el cobre o el maíz.
De hecho, en términos de talla, la nueva Glencore-Xstrata será dos veces más grande que la empresa suiza que le sigue en tamaño.
“Y dado que la talla es algo que fascina a la gente, existen altas probabilidades de que la economía suiza se asocie fácilmente en el futuro al comercio de materias primas, como lo ha estado por décadas al negocio de los bancos y las farmacéuticas”, publicó el miércoles el diario Zurich Tages-Anzeiger.
Esto no es forzosamente malo, reconoció la publicación. Pero obliga al sector de los commodities –y también al gobierno suizo- a aprender de los dolores de cabeza que los bancos han provocado al país desde 1970. Las empresas de las materias primas deben pues realizar una rendición de cuentas pública y transparente que evite riesgos a su reputación.
“Muchas regiones mineras son dirigidas por dictadores, y el otorgamiento de derechos de explotación con frecuencia son opacos, además de que términos como el de ‘ecología’ con frecuencia suenan ajenos al sector”, subrayó la publicación.
Bajos estándares
Olivier Longchamp, miembro de la organización no gubernamental Declaración de Berna, afirmó por su parte que la industria de la extracción es uno de los sectores económicos más cuestionados por temas de derechos humanos, y asuntos ecológicos y sociales en los países en desarrollo.
“Ahora tendremos a un nuevo gigante de la industria extractiva con la sede establecida en Suiza. Y estamos muy preocupados por ello”, expresó a swissinfo.ch
En septiembre del 2011, Declaración de Berna publicó un libro en el que realizó un profundo análisis sobre el hermético manejo de la industria extractiva internacional.
De acuerdo con el citado libro, que lleva por nombre ‘Materias primas: El negocio más peligroso para Suiza’, el comercio de estos productos ha crecido 15 veces en Suiza entre 1998 y el 2010, lo que ha dado paso a la generación de grandes desigualdades y ha tenido un costo social y ambiental muy elevado para los países pobres, pero generosos en recursos naturales.
“Los estándares a respetar existen, pero son muy bajos aún”, refirió Longchamp.
“Si bien la operación de Xstrata es más o menos compatible con los mínimos internacionales que aplican al sector de las materias básicas, no es el caso de Glencore. Alrededor de 70% del negocio de extracción de esta última se realiza en países que enfrentan serios problemas de regulación como Kazajstán, la República Democrática del Congo o Guinea Ecuatorial”, citó.
“Suiza debe mejorar su legislación para conceder a las ONG, o a las víctimas mismas, el derecho a exigir a las oficinas centrales de estos grandes corporativos asumir la responsabilidad por lo que están haciendo sus filiales en el extranjero”.
“Y Suiza debe mejorar su legislación para permitir a las ONG, por ejemplo, o las víctimas directamente, exigir a las oficinas centrales –basadas en territorio helvético- asumir la responsabilidad de las acciones que realizan sus filiales en el extranjero”, agregó.
«Asunto moral»
El Partido Socialista suizo –posiblemente concienciado por los estragos que provocó Transocean, la compañía suiza involucrada en las perforaciones en altamar en el Golfo de México que provocaron en 2010 el más dramático derrame de petróleo de su tipo en la historia de EEUU- también ha advertido sobre los riesgos que corre la reputación de Suiza si el país se convierte en un centro de comercio masivo de materias primas.
“Cuanto más grande es una empresa, más poder tiene para levantarse contra las reglas que le impone un gobierno, o para ignorar los compromisos morales que tiene”, afirmó la socialista Hildegard Fässler.
En referencia a las catástrofes medioambientales y a los conflictos armados y “serias violaciones de los derechos humanos, recurrentes en los países pobres, pero con grandes recursos naturales”, Fässler exhortó a las autoridades helvéticas a investigar a fondo a este sector para aportar medidas que protejan la reputación futura de Suiza.
Geri Müller, del Partido Verde, coincidió con esta visión y dijo: “Los bancos ya han dado a Suiza una imagen terrible. El comercio de materias primas amenaza con ser nuevo fiasco”.
Una visión que no comparte Hans Kaufmann, de la derechista UDC. “Si endurecemos las leyes, simplemente el comercio se trasladará a países como China, donde la situación de los derechos humanos no es mejor (que en estas naciones)”.
Creciente demanda
China es uno de los países en donde Glencore Xstrata espera cosechar la recompensa de una constante y creciente demanda de materias primas.
“Por definición, las materias primas son finitas. A medida que la población mundial crece y las economías emergentes se desarrollan e incrementan su demanda por este tipo de productos, las empresas que comercializan productos derivados de los recursos naturales están claramente destinadas a ver crecer sus utilidades”, afirmó Joseph Di Virgilio, director de Inversiones de Ardour Asset Management, y experto en commodities, energías alternativas y recursos naturales.
De ahí la importancia de que las autoridades suizas responsables de la competencia analicen a fondo las ventajas y desventajas de una fusión que podría provocar una posición dominante en mercados como el del carbón termal, el cobre, el zinc y el ferrocromo.
Di Virgilio, por su parte, restó importancia al hecho de que un cuasi-monopolio de los metales sea riesgoso para negocios como la generación de energía o las manufacturas.
“Podría haber algún riesgo con respecto al control sobre los productos, pero en términos monopólicos, yo no estaría inquieto, porque existen grandes conglomerados en el mercado. Y no olvidemos que el grueso de sus negocios se rige por principios de comercio internacional y son altamente regulados”, dijo a swissinfo.ch
¿Hecho en el cielo?
“En términos técnicos, lo que está en camino es una integración vertical -lo mismo que sucede cuando un minorista decide producir algunos de sus insumos para asegurar algunas líneas de producción”, explicó a swissinfo.ch Christian Gattiker, jefe de Estrategia e Investigación del banco Juluis Baer.
“Esto tiene ventajas y desventajas: se obtiene acceso directo a la producción desde el nivel más básico y pueden distribuirse los productos en un mercado global, pero con el tiempo se pierde especialización”, dijo.
“Hay compañías que prefieren enfocarse en un negocio y se dedican básicamente a lo que saben hacer mejor. Pero si te encuentra en un entorno en el que existe una escasez natural de los bienes que constituyen tu negocio, entonces tiene sentido asegurar tu producción”, dijo.
Pero como el Financial Times citó en su editorial el lunes, “para las dos compañías y sus respectivos inversionistas, lo que se anuncia es sin duda un matrimonio ‘hecho en el cielo’. Pero para los clientes, las consecuencias de esta megafusión minera luce lejos, muy lejos del paraíso”.
El nuevo grupo que resultará de la fusión entre Xstrata y Glencore tendrá su sede en Suiza.
Contará con activos y proyectos en 33 países.
Su plantilla laboral sumará 130.000 empleados.
Los activos de Glencore Xstrata incluyen 101 minas, 30 concentradores, 25 fundidoras de metales, 8 plantas de extracción por solventes de cobre, 4 plantas de electroobtención de cobre, 8 refinerías de metales y metales preciosos.
El grupo dispondrá además de otros activos:
Una red global de 1,5 millones de toneladas de concentrados y almacenamiento de metales, así como el acceso a depósitos petroleros en el mundo.
En tanto, los activos agrícolas del grupo comprenderán 270.000 hectáreas de tierras cultivables (algunas en arrendamiento y otras propias).
Una flotilla de 200 buques para la comercialización de petróleo.
Acceso a los principales puertos del mundo.
Glencore y Xstrata cerraron un acuerdo el martes (07.01) para fusionarse y constituir un grupo industrial cuya capitalización en bolsa será del orden de los 70.000 millones de euros.
Glencore se comprometió a pagar 31.400 millones de euros por 65,6% de las acciones de Xstrata.
La transacción se materializará vía la emisión de nuevas acciones por parte de Glencore.
Fondos como Standard Life y Schroders, que en años previos adquirieron fuertes posiciones de Xstrata se oponen a la operación y amenazan con votarla en contra.
Con la colaborción de Matthew Allen. Traducción, Andrea Ornelas
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