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«Hay que evitar a los duros del régimen chino»

Las protestas contra China -como ésta durante el paso de la flama olímpica en San Francisco- pueden provocar mayor rigidez de Pekín. Keystone

La confrontación dura y un boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín pueden favorecer a la vieja guardia del régimen chino y al ejército. Entrevista con un sinólogo que subraya la fragilidad de ese gobierno asiático.

Reveladoras de un mediocre conocimiento sobre China y sobre su régimen, las reacciones occidentales a la represión de las manifestaciones tibetanas y a las violaciones de los derechos humanos pueden ser contraproducentes.

Esta es la opinión de Nicolas Zufferey, profesor de Lengua y Civilización de China en la Universidad de Ginebra.

swissinfo: ¿Qué se sabe de las corrientes que fluyen actualmente en el poder chino?

Nicolas Zufferey: Es difícil saber con precisión sobre las corrientes de fuerza en el seno del aparato de Estado. Actualmente existe un poder central que es relativamente confiable, en comparación con los regímenes precedentes. Por ejemplo, el presidente Hu Jintao no tiene una gran influencia en el ejército.

El Partido Comunista Chino ve el desarrollo de sus facciones con reformadores moderados y otros que son favorables al desarrollo económico; sin olvidar la vieja guardia que conserva mucho peso aún.

swissinfo: ¿Las tensiones crecientes entre China y los países occidentales refuerzan la vieja guardia del régimen?

N.Z.: En efecto. Es un escenario clásico de China. Si la situación degenerara, no se puede excluir un repliegue del régimen. Lo que sería catastrófico para las minorías y para los propios chinos. Otro escenario puede ser una crisis en el seno del poder chino. Pero en este caso, hay que desconfiar del ejército, puesto que algunos de sus dirigentes estarían en desacuerdo con una línea juzgada como demasiado blanda, según opina la prensa de Hong Kong.

No hay que olvidar que el pueblo chino está generalmente detrás de su gobierno en este asunto. Incluso la prensa china de Hong Kong y la de ultramar, que en Pekín no es vista con buenos ojos, considera las críticas occidentales como el retorno a un imperialismo que, esta vez, utiliza las palabras en lugar de las armas.

Ese resentimiento es aún mayor en la propia China, ya que la información sobre las reacciones occidentales allí son muy fragmentadas y porque el gobierno maneja bien los canales de información.

De hecho, asistimos a una muestra de sinofobia en los países occidentales. He leído, por ejemplo, cartas de lectores que rozan el racismo antichino y que recuerdan la famosa «amenaza amarilla» de hace un siglo, mientras que en China se desarrolla un movimiento de xenofobia antioccidental. Esta confrontación no provocará avances.

Para el gobierno, ceder ahora sería considerado como sinónimo de debilidad. La historia muestra que un retroceso es visto muy mal por la población y por las élites conservadoras.

swissinfo: ¿Cómo reaccionar sin señalar al poder chino?

N.Z.: En los países occidentales, todo el mundo está de acuerdo en que el comportamiento de China hacia el Tíbet y la represión en su contra son inadmisibles. Los dirigentes occidentales pueden ejercer presión, pero entre bastidores, al conjugar presiones, ayuda, invitación y diálogo.

En el marco del diálogo sobre derechos humanos entre Pekín y Berna, varias delegaciones chinas han visitado Suiza para conocer las prisiones y estudiar el sistema judicial.

Esos cambios pueden tener un impacto. Las jóvenes generaciones en China están, efectivamente, mucho mejor informadas que las anteriores. Un número creciente de miembros del partido sale de las universidades. Esta evolución hace mover las cosas, como los contactos crecientes con el mundo occidental.

swissinfo: ¿Qué evolución ha conocido China estos últimos años?

N.Z.: En las últimas dos décadas, la situación de los derechos humanos ha mejorado. El régimen ya no es totalitario, aunque aún es dictatorial. Hay, por ejemplo, una treintena de periodistas en prisión, pero la prensa no tiene la puerta totalmente cerrada.

China no se volverá democrática próximamente. Pero el Estado se libera de muchos sectores. Los chinos pueden viajar. En la esfera privada, pueden pensar lo que ellos quieran. El gobierno no impone más sus campañas de propaganda como en el pasado. Los espacios de libertad han aumentado en los últimos años.

China probablemente continuará su apertura y el gobierno seguirá tirando lastre. Para el Tíbet, el poder chino tiene, pese a todo, una mayor reputación en el mundo. Ciertas presiones, por tanto, pueden ser útiles.

Entrevista swissinfo: Frédréric Burnand, Ginebra
(Traducido por Patricia Islas Züttel)

Suiza fue el primer país occidental en entablar conversaciones sobre derechos humanos con China en 1991.

Ese diálogo se realiza a través de encuentros regulares en China o en Suiza. La novena reunión se realizó en territorio helvético en marzo de 2006.

Suiza espera que China proponga en breve una fecha para la décima sesión bilateral sobre derechos humanos; temática también incluida en los intercambios políticos de alto nivel entre ambos países.

Según el Ministerio Suizo de Exteriores, esos intercambios incluyen tres aspectos: la ejecución de penas judiciales, los derechos de las minorías y los derechos humanos aplicados en la economía.

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