La «fondue china» se impone en la cena navideña
Para Navidad la tradición dice que hay que cocinar un pavo con castañas. Pero en Suiza la tradición evoluciona, pero no desaparece.
Los suizos de expresión francesa prefieren la «fondue china», de preparación más rápida. Los tesineses el «panettone».
Luces centellantes, fuego tenue, poesías recitadas bajo el árbol navideño…y el pavo relleno con castañas en el centro de la mesa. Es Navidad! ¿Un cliché? Tal vez.
«Sospecho que existe un desfase entre lo que la gente considera como parte de la tradición y lo que sucede en la realidad», comenta Isabelle Raboud, subdirectora del Museo de la Alimentación, de Vevey.
Cuestión de tiempo
Dicho de otra forma, el pavo es la cena de navidad por excelencia. De hecho, aparece ya en el siglo XVIII en el cantón de Vaud. Pero numerosas son las familias que prefieren hoy día la «fondue china», más simple y de preparación más rápida. (Carne tierna finamente cortada es cocida a la manera de la fondue de queso pero en un caldo y acompañada de salsas y de arroz).
«Desde hace dos o tres años los consumidores que aprecian las comidas por encargo son cada vez más numerosos» constata Jacqueline Pisler, responsable del servicio de relaciones públicas de uno de los más grandes supermercados del país, Migros.
La tradición se adapta a nuestro ritmo de vida. Evoluciona. Pero sin desaparecer. La prueba, para Navidad, el consumo de carne de ave es más alto entre los gustos culinarios de los suizos en general.
La carne de ave, en toda sus variedades, pavo (o medio pavo porque las familias son menos numerosas que antiguamente), gallineta, y el capón. Un gallo castrado y engordado en las granjas, un ave muy a la moda actualmente y apetecido por los suizos.
En cuanto a la «fondue china», ocupa el segundo lugar entre las preferencias culinarias de los suizos francófonos. Si se analizan los carritos de las compras a la salida de los supermercados, se observa que las nuevas generaciones de jóvenes prefieren la «fondue china», mientras que los adultos el tradicional pavo, subraya Jacqueline Pisler.
Pero por encima de las consideraciones prácticas, las diferentes tendencias se reagrupan. «Están las ganas de comer algo diferente, raro, explica a su vez Isabelle Raboud. La carne es especialmente valorizada en época navideña.
La herencia religiosa
La religión dejó también ciertos valores como herencia, igualmente entre los no creyentes. «La idea de compartir, de reunión, está siempre presente», agrega la etnóloga.
Y la cena refleja este estado de espíritu. El pavo, sinónimo de abundancia, puede ser compartido con toda la familia. La «fondue china» se presta para que todos se reúnan en torno a la mesa, pues nadie se queda en la cocina para preparar y servir.
Antiguamente, a los niños se le ofrecía una naranja para Navidad. Entonces era una fruta rara. En este caso, la tradición también dejó sus huellas. La naranja, demasiado conocida hoy en día, ha sido paulatinamente reemplazada por la piña, por el mango y la papaya. Son frutas que reaparecen para el Año Nuevo.
Para el Año Nuevo es la fiesta
El 31 es otra cosa, según Isabelle Raboud. «El lujo es más evidente. Tal vez porque ya no está presente la dimensión religiosa, existe la autorización para comer. Es la fiesta por la fiesta».
«Por otro lado, existe la noción de que el tiempo pasa. Una noción inquietante porque nos conduce hacia la muerte. Nos vienen ganas de revancha, nos decimos que hay que aprovechar lo máximo mientras se pueda».
El 31, nos abalanzamos entonces sobra las ostras, el caviar y la champaña. Productos de prestigio para olvidar el tiempo que pasa. De hecho, todas las fiestas se destacan por la comida, subraya la etnóloga.
Es la herencia de los siglos, donde la humanidad no conocía la abundancia de nuestra época. Poder disponer de una alimentación más rica durante las fiestas, era uno de los primeros placeres frente a la vida cotidiana amenazada siempre por los tiempos de penuria.
Alexandra Richard
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