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La tormenta sobre la ‘Suiza evasora’ se rehúsa a ceder

El presidente Sarkozy tiene en la mira a los paraísos fiscales. Reuters

La cumbre del G-20 celebrada en Cannes dejó claro que está lejos de llegar a su fin la batalla internacional para doblegar a Suiza obligándola a hacer nuevas concesiones fiscales.

El presidente francés Nicolas Sarkozy llamó a “excluir de la comunidad internacional” al país alpino y a otros diez territorios considerados como paraísos fiscales por oponerse al intercambio automático de información entre gobiernos.

En la actualidad, Suiza juega una partida de ajedrez contra otros países en la que se esfuerza por maniobrar con autonomía al interior de un campo minado de críticas, al tiempo que busca mejorar su reputación como un centro financiero responsable.

Las autoridades suizas coronaron la renovación de una serie de convenios para evitar la doble imposición (CDI) con dos significativos pactos fiscales con Alemania y Gran Bretaña. Dichos compromisos, que aún aguardan la aprobación parlamentaria, salvaguardan el secreto bancario. Comprometen a Suiza a retener y pagar los impuestos correspondientes a las ganancias que generan las cuentas de alemanes y británicos en Suiza, a cambio de conservar en el anonimato el nombre de sus clientes.

Varios países, Grecia entre ellos, han manifestado su interés por negociar convenios similares con Suiza, pero el también conocido como esquema Rubik aún genera una arraigada oposición en la escena internacional.

Nombre y desprestigio

La Unión Europea (UE) está comprometida con el intercambio multilateral de información de forma automática. Cada uno de sus miembros debe entregar datos confidenciales a alguna de sus contrapartes si recibe una solicitud para apoyar una investigación por evasión fiscal.

Estados Unidos, que tiene en su poder información confidencial de 4.000 cuentas en el UBS de clientes estadounidenses, también ha decidido pasar de largo frente a la oferta de un posible acuerdo Rubik.

Más aún, EEUU ha optado por tensar su red contra en el caso del Credit Suisse, donde algunos de los clientes han sido informados ya de que su información podría ser transferida a las autoridades.

El G-20, que reúne a las economías más influyentes del mundo, también apoya la cruzada en contra del incumplimiento fiscal y anunció que en futuras cumbres publicará el nombre de las jurisdicciones no colaboradoras en materia fiscal (una lista que incluiría a Suiza).

“No queremos más paraísos fiscales en el futuro. El mensaje es claro”, expresó el viernes pasado Nicolas Sarkozy durante la cumbre de Cannes. Y en esa misma localidad francesa, los países del G-20 firmaron una Convención Multilateral para la Asistencia Administrativa Mutua en Materia Fiscal, que se considera la Fase 2, después del esfuerzo internacional de firmar CDI apegados a las reglas de la OCDE.

Nuevas amenazas

Durante todo este tiempo, Suiza y otros 10 estados han rechazado férreamente suscribir compromisos que supongan un intercambio de información automática entre gobiernos. El tema ocupó un lugar preponderante en las “revisiones entre pares” (peer reviews) que promovió el Foro Global de la Transparencia y el Intercambio de Información para Fines Fiscales de la OCDE.

“Exhortamos a todas las jurisdicciones a realizar las acciones necesarias para resolver las deficiencias que han evidenciado sus revisiones, pero llamamos sobre todo a las 11 jurisdicciones cuya situación presente les impide pasar a la Fase 2”, resumió el G-20 en Cannes.

La decisión de publicar el nombre de los países no colaboradores, para provocar su desprestigio internacional, hace eco de la lista gris que diera a conocer en 2009 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) durante la cumbre que el G-20 celebró en Londres. Un listado que incluyó a Suiza en abril para luego exonerarle a finales de ese mismo año.

Pajitas para el pantano

“Suiza ha realizado un progreso considerable”, declaró a swissinfo.ch Jeffrey Owens, jefe  del Centro de Política y Administración Fiscal de la OCDE. “Hemos visto un cambio radical. La transformación operada entre 2009 y 2011 ha sido como pasar de la noche al día”.

Owen reconoció también los esfuerzos que Suiza realizó al anunciar en febrero que acepta colaborar con otros gobiernos en investigaciones por evasión, incluso cuando el otro gobierno desconozca el nombre del sospechoso, pero tenga alguna otra pista para rastrearlo.

A diferencia del G-20 y de la Unión Europea, la OCDE jamás ha insistido en que Suiza deba intercambiar información de forma automática con otros gobiernos.

“Tras haber predicado con el ejemplo, al firmar en Cannes una convención multilateral, los miembros del G-20 buscan animar a otros países a sumarse a su compromiso, pero la decisión de adherirse deberá ser tomada por cada estado”, refirió Owens a swissinfo.ch.

Una visión que no es compartida en absoluto por grupos de presión como la Red por la Justicia Fiscal, que describe los estándares internacionales de la OCDE como “deplorablemente inadecuados”.

“Los líderes del G-20 han pedido a la OCDE drenar un pantano, y ésta se limita a repartir pajitas (para conseguirlo)”, afirma la Red por la Justicia Fiscal en un comunicado publicado en octubre. En él considera a Suiza como la jurisdicción fiscal más opaca del mundo.

Aún en la agenda

El presidente Sarkozy evidenció la semana pasada que pierde la paciencia con respecto a Suiza y al resto de los países rezagados en la lucha contra la evasión.

La UE también expresa dudas sobre la legitimidad de los acuerdos que Berna ha firmado con Alemania y Gran Bretaña. Pero sacará provecho de dichos convenios, que le permitirán aumentar la retención de impuestos que Suiza realiza para Bruselas, que está lejos de generar los ingresos que la Europa comunitaria esperaba.

Por el momento, la UE y el G-20 tienen frente a sí el enorme reto de contener la crisis de la deuda de Europa y de evitar una nueva recesión internacional. Sin embargo, está claro que el rol que Suiza juega en el sistema fiscal internacional sigue en lo alto de su agenda.

El secreto bancario se incorporó a la legislación suiza en 1934.

Francia y Alemania lanzaron ataques contra Suiza en octubre de 2008, cuando la acusaron de ayudar a sus clientes extranjeros a ocultar sus cuentas para evadir el pago de impuestos.

Desde entonces Suiza ha sido objeto de múltiples ataques.

La OCDE incluyó a Suiza en su lista gris de paraísos fiscales no colaboradores en abril de 2009.

Suiza fue removida de dicho listado en septiembre, tras haber negociado más de 12 convenios para evitar la doble imposición (CDI) bajo reglas de la OCDE. Pero mantuvo su rechazo al intercambio automático de información con otros gobiernos.

Múltiples países, incluidos Italia, Francia, Gran Bretaña y EEUU, pusieron en marcha amnistías fiscales en 2009 en busca de la regularización de cuentas ocultas en el extranjero y de la repatriación de estos activos.

El caso más grave de evasión masiva fue el que protagonizó el UBS en EEUU. En febrero de 2009, el banco suizo recibió una multa de 780 millones de dólares tras admitir que había ayudado a miles de clientes de origen estadounidense a evadir impuestos. En aquel momento debió entregar también información confidencial sobre 285 cuentas.

En septiembre de 2010, el gobierno suizo llegó a un acuerdo con Washington que implicaba la transferencia de información sobre 4.450 cuentas de clientes americanos del UBS. Dicho compromiso violó el secreto bancario, pero evitó al UBS comparecer ante la justicia de EEUU, lo que habría arruinado al banco.

En junio del 2011, el Foro Global para la Transparencia y el Intercambio de Información para Fines Fiscales de la OCDE evaluó positivamente a Suiza –tras las revisiones entre pares (peer reviews)-, pero dejó claro que aún había trabajo por hacer.

Suiza pactó este año con Alemania y Gran Bretaña acuerdos para aplicar un impuesto liberatorio que compromete a Berna a retener impuestos y a trasferirlos a estos dos países, pero sin revelar el nombre de los clientes alemanes y británicos con cuentas en Suiza. Grecia ha expresado su interés por negociar un acuerdo parecido.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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