Fue un auténtico shock para la nación, que obligó al Gobierno y a los bancos a cuestionar su actuación. “Se derrumbó un mundo”, recuerda una antigua azafata de Swissair.
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«Un mito nacional por tierra”: Hace tres lustros, los medios calificaban la quiebra de la compañía aérea de bandera suiza como una “catástrofe nacional”. La repentina desaparición de la renombrada aerolínea suiza, símbolo de orgullo nacional, conmocionaba al país y estremecía a muchos suizos.
Atónita frente a la TV
“Se derrumba un mundo, era absolutamente impensable que Swissair dejara de existir. En aquel momento yo estaba de vacaciones. Me quedé atónita frente a la televisión”, recuerda Kathrin Kraus, una antigua azafata de la compañía aérea.
Suiza aún no se ha recuperado del trauma que significó esta quiebra. Así lo demuestran los recientes artículos aparecidos en la prensa que rememoran ese “martes negro”. “El 2 de octubre de 2001, todo dejó de funcionar en Swissair. Los aviones permanecían en tierra, porque la compañía carecía de dinero para pagar el keroseno. Fue un shock para la nación, pero que obligó al Gobierno y a los bancos a cuestionarse”, escribe, por ejemplo, el ‘Handelszeitung’.
Último destino: São Paulo
La desaparición definitiva se produjo el 1 de abril de 2002. El último avión de línea procedente de São Paulo aterrizaba a las 7:15 horas en el aeropuerto de Zúrich-Kloten. Después de 71 años de existencia, Swissair pasaba a los anales de la historia. “La quiebra fue un triste acontecimiento en la historia económica de Suiza, pero hemos aprendido la lección”, afirma Andreas Wittmer, experto en transporte aéreo de la Universidad de San Gall. Hemos aprendido que incluso las empresas más renombradas pueden caer en desgracia”.
La estrategia equivocada
Philippe Bruggisser tuvo parte de responsabilidad en este desafortunado desenlace. En 1997, el entonces director del grupo lanzó una estrategia agresiva – denominada ‘estrategia Hunter’ – de adquisiciones y alianzas para evitar el aislamiento de la compañía, al verse privada de un acuerdo aéreo con Bruselas tras el ‘no’ de los suizos en 1992 al ingreso en el Espacio Económico Europeo.
A la adquisición de Sabena en 1995 se sumaron las de otras compañías nacionales y regionales, la mayoría no precisamente rentables. La ‘estrategia Hunter’ lleva al grupo a la ruina y, a principios de 2001, Philippe Bruggisser, es destituido.
Hoy, Bruggisser vive en Estados Unidos, en Florida, donde trabaja como consultor en aviación. En cuanto a Eric Honegger, exconcejal de Zúrich y expresidente del consejo de administración, regenta un albergue exclusivo en Austria, junto con su esposa.
Planes de salvación
Moritz Suter, fundador y presidente de la filial Crossair, asume durante un breve periodo la dirección del grupo. Tras la dimisión del conjunto del consejo de administración presidido por Eric Honegger, Mario Corti, jefe de Finanzas de Nestlé toma las riendas en marzo de 2001.
El banco UBS espera medidas drásticas y presiona a Mario Corti, quien posteriormente culparía al entonces director del banco, Marcel Ospel, de la quiebra de la compañía.
Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados unidos constituyen un nuevo golpe para el sector de la aviación. El 29 de septiembre, Mario Corti da la voz de alarma, pero el Gobierno suizo le niega una garantía económica sin un plan de reestructuración.
En ese momento, se toma consciencia de la amplitud del saneamiento y se suceden varios planes de salvación. Incluso la última tentativa por parte de Crossair llega demasiado tarde.
Swiss, una sucesora digna
Swissair era una empresa que llenaba de orgullo a Suiza. Pero Andreas Wittmer no la echa de menos. La filial del gigante alemán sigue siendo LA compañía aérea nacional. “Para una nación exportadora como Suiza, es fundamental poder decidir libremente nuestros destinos. Y es el caso en el seno de Lufthansa”.
Quince años después, Swiss registra–aunque bajo la dirección de Lufthansa – nuevamente jugosos beneficios. Numerosas partes del grupo han sobrevivido al abrigo de un propietario extranjero. Hoy, Swiss nos es mucho más pequeña en el mercado de largos recorridos de lo que lo era Swissair.
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