Un museo suizo en el sur de Chile
Una pareja de descendientes suizos cuida en pleno campo chileno una insospechada colección de antigüedades (XV al XVII) de su país de origen.
Uniformes y armamentos, relojes hechos hace más de cien años, variados utensilios domésticos, y curiosidades, dan cuenta de siglos de historia suiza.
Carlos Grüebler Dardel nació en Chile, pero su abuelo materno, Charles Dardel, llegó de Zurich al país más austral del mundo en 1856, contratado directamente en Suiza por “Casa Muzard”, una de las grandes tiendas comerciales de comienzos de siglo en Chile.
Fue su abuelo quien compró a la Compañía de Jesús el predio más de 60 hectáreas, en el fundo San José, a 93 kilómetros de la ciudad de Concepción donde se encuentra la casa patronal de 3.200 metros cuadrados.
Fue construida a comienzos de 1700 por los conquistadores españoles, y hoy se ha convertido en uno de los más atractivos museos particulares del país sudamericano.
Pero fue Grüebler quien, de forma altruista y obstinada, se ha dedicado por décadas a coleccionar todo cuanto tiene un valor histórico y documental, nutriendo una colección que hoy atrae especialmente a descendientes suizos deseosos de conocer un poco más de su lejana patria. El y su esposa, Laura Rocco Acorssi, de ascendencia suizo-italiana, se encargan de atender a los visitantes y contarles la historia de cada pieza.
«Una vez que ya poseía una cierta cantidad de piezas, en cada encuentro con amigos y familiares los llevaba al segundo piso para mostrarles lo que había reunido, explicaba su historia y todo el mundo quedaba fascinado. ‘Le agradeceré trayendo algunas cosas que están en poder de mi abuela’, decía alguien. Así comenzó esta rueda que ya no se detiene y me fascina”, cuenta el sostenedor del museo.
Centenarios relojes suizos
Como una forma de detener el tiempo en el recorrido -que dura poco más de tres horas-, a cada hora los relojes cucú van entregando su sonido, que sirve para que don Carlos se acerque a uno de ellos y muestre un documento notarial que autoriza la salida de Suiza de este “patrimonio histórico”, hoy avaluado en un millón 400 mil francos.
La preciosa pieza está ubicada en una sala de estar con chimenea francesa incluida, en cuyas paredes cuelgan las fotografías en sepia de sus tatarabuelos y abuelos, pinturas de diversas ciudades suizas, retratos de parientes famosos y los escudos de sus antepasados dispuestos en inmensos vitrales.
Con protección especial, allí también atesora una amplia colección de relojes suizos confeccionados a manos hace más de 100 años. La mayoría corresponde a obsequios de sus familiares, amigos de la colonia y otros que ha ido juntando por medio de encargos a quienes viajan a Suiza. Entre ellos, destaca una muestra de los primeros relojes con llaves para dar cuerda al sistema, fabricados en 1861.
El secreto mejor guardado
De su abuela tiene una montura del ejército suizo en perfectas condiciones, que ella le regaló a su abuelo en 1893. En la misma sala, hay bridas de plata del ejército Austro-Húngaro de 1730, un sable que perteneció a la guardia suiza con sus correspondientes escudos grabados y otros de 1914, uniformes y armamentos entre los que destacan dos fusiles de repetición. Del origen de estas piezas, es de lo único que Grüebler no habla, pues dice ese es su secreto “mejor guardado”.
Un lugar muy especial ocupa en la casa-museo la colección de corchos y etiquetas de vino, traídas directamente a Chile por su abuelo desde su propia viña suiza, con la que obtuvo en 1889 y 1890 medalla de bronce en la exposición internacional de vinos en Paris. Actividad que también desarrolló en Chile en las primeras décadas del siglo pasado en la hacienda que hoy sirve de museo.
La misma relevancia da a una colección de fotografías de los automóviles «Martini», una de las principales industrias automotrices que funcionó en suiza entre 1897 y 1934, con cuyos dueños también está emparentado. De esta fábrica también conserva una medalla otorgada por Francia en reconocimiento por la fabricación del «fusil Martini», en la que se lee «si quieres paz, armate».
El gusto de compartir
La amplia muestra incluye también unos osos hechos en madera nativa, imagen característica de la ciudad de Berna, campanas usadas en zonas de pastoreo de la campiña suiza, antiguos baúles, colecciones de sombreros, cajas de té, máquinas de escribir, percheros y una serie de arados de Suiza, Inglaterra, Francia y Alemania.
Entre las curiosidades, se encuentra una waflera de 1643, traída del Vaticano y que se utilizaba para la producción de ostias, y una colección de conchas de mar petrificadas de más de 25 millones de años, una de las cuales, asegura, vale cerca de US$ 2.000
De todas ellas, Grüebler cuenta su historia con paciencia, midiendo cada una de sus palabras. «A Carlos le gusta compartir lo que sabe, se siente orgulloso de lo que ha juntado en tantos años, en los cuales tanta gente de la familia y desconocidos ha depositado en él la custodia de algunos de sus bienes», comenta a swissinfo su esposa.
De profesión Técnico agrícola, Grüebler cursó algunos semestres de arqueología en Estados Unidos y se desempeñó también como fotógrafo de la Armada chilena. Pero dice que la mayor parte de sus conocimientos la ha adquirido en forma autodidacta en sus viajes por el mundo.
Además de la manutención del museo, el matrimonio produce en el mismo predio, con recetas y utensilios suizos, mantequilla, miel, pasta de ají, dulces, mermeladas, queso fresco, leche y aceitunas.
swissinfo, Nelson Muñoz, Concepción
El museo se ubica en el fundo San José, a 93 kilómetros de la ciudad de Concepción y a 540 kilómetros al sur de la capital de Chile, en una casa patronal construida a comienzos del 1700 por los españoles, en su periodo de conquista y dominio del pueblo mapuche.
– El inmueble, ubicado en un predio de 3.200 mts2, fue adquirido a la Compañía de Jesús -que fue expulsada de Chile a fines del siglo XVIII- por el colono suizo Charles Dardel, abuelo del actual administrador.
– Entre las especies más valiosas en exposición, se haya un reloj cucú suizo avaluado en un millón 400 mil francos y una amplia colección de relojes suizos fabricados a mano a fines de 1800.
El dueño y administrador del museo, Carlos Grüebler Dardel, nació en Chile, pero su abuelo materno, Charles Dardel, llegó de Zurich al país más austral del mundo en 1856, contratado directamente en Suiza por “Casa Muzard”, una de las grandes tiendas comerciales de comienzos de siglo en Chile.
Considerado uno de los más importantes museos particulares de Chile, esta casa colonial se ha convertido en un polo de atracción de los descendientes suizos interesados en conocer un poco más de la historia de la lejana patria.
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