Un triángulo que cumple cien años
El chocolate más conocido de Suiza surgió como un experimento en una cocina casera. Hoy día es el favorito en 110 países.
Los suizos están orgullosos de su espíritu innovador y en el caso de Toblerone se demuestra. Nadie antes había mezclado el chocolate y el turrón como lo hicieron Theodor Tobler y su primo Emil Baumann en 1908.
Igual de revolucionario fue el concepto de mercadotecnia de Tobler para impulsar su marca y su barra de chocolate, para situarla en los primeros lugares de las preferencias del comercio internacional.
La forma triangular de la barrita ya resultó en sí misma un golpe de ingenio y a la vez de sentido práctico, pues permite cortar los trozos del chocolate de forma simple y volver a empujar el resto del producto en su empaque.
La leyenda cuenta que Theodor Tobler se inspiró en la forma del Monte Cervino, pero su nieto Andreas asegura que la idea la tuvo al ver a las bailarinas del Folies Bergère haciendo un triángulo humano durante su actuación en el conocido centro nocturno de París.
El nombre resultó de la combinación del apellido Tobler y de la palabra en italiano ‘torrone’, que significa turrón. Una forma de promover simultáneamente el nombre de la marca y del nuevo producto. Theodor pronto patentó ambos nombres y la receta del chocolate de su creación.
Un hombre que supo vender su producto
Tobler comprendió pronto la importancia de atraer la mirada pública hacia su marca en tiempos en los que el sector manufacturero se concentraba en vender sus productos a través de la publicidad de boca en boca.
Los accionistas de Tobler lo criticaron por utilizar enormes sumas de dinero en publicidad. También la Sociedad Suiza en Defensa del Patrimonio le reprochó el hecho de haber cubierto la ciudad con anuncios metálicos. Pero Tobler continúo en la misma línea sin arrepentirse.
«Puedes darte a conocer con menos esfuerzo, pero existe el riego de que te rebasen otros antes de alcanzar tu meta», comentó Tobler alguna vez para justificar su estrategia.
Los primeros reclamos publicitarios se centraron en la marca Tobler. Fue en 1920 cuando la compañía puso el acento en el producto Toblerone, inicialmente dirigido a mujeres y niños.
Tobler sabía que el mercado doméstico era muy pequeño, por lo que requería abrirse más allá de las fronteras helvéticas. En 1921, Toblerone estuvo presente en un encuentro de marketing en Londres.
«Poco después casi todos habían escuchado allí el nombre de Toblerone, y esta es una ciudad con una población total mayor a la de toda Suiza», escribía la publicación de la empresa ‘Jurnalo Tobler’.
Triunfo y desastre, primero…
El espíritu empresarial de Tobler y su talante para asumir riesgos fueron el origen de su poder, pero también de su debilidad. Asumió la dirección de la fábrica de chocolate de su padre en 1900. Estaba orgulloso de sus raíces y de su perspicacia para los negocios, que lo diferenciaban de la élite conservadora de Berna.
La compañía se mantuvo muy bien durante varios años. Además de obtener buenos dividendos para sus accionistas, también ofrecía un sistema de servicios de salud para sus trabajadores, pensiones para sus antiguos trabajadores jubilados y en caso de discapacidad; y esto en tiempos en los que no era una norma en el mundo del trabajo.
En esa primera etapa de crecimiento, Tobler llegó a ser la tercera fábrica chocolatera más importante de Suiza en los años 1920. Pero la depresión económica de finales de esa década frenó ese desarrollo.
La empresa enfrentó muchas dificultades financieras. En 1931, los bancos crediticios se apoderaron de ella y Theodor Tobler debió abandonarla. Murió en 1941.
Después de pasar por las manos de diversos propietarios, Kraft Foods la compró en 2000.
… y nueva historia de éxito después
Sea cual fuere el destino de los padres de la compañía, hoy día la barra de chocolate Toblerone sigue reforzándose entre las preferencias del consumidor.
Y el sueño de su creador se ha hecho realidad: 96% de la producción de Toblerone se vende en el extranjero. El paquete dorado de 400 gramos es el preferido en las tiendas exentas de impuestos en los aeropuertos.
No obstante, tampoco ha faltado la inventiva en el crecimiento del producto. Se ha enriquecido con nuevos sabores y tamaños. En 1982, Toblerone ingresó al libro de marcas de Guinness con una barra de siete kilos de peso.
Y se espera un evento publicitario inusual en este año para celebrar el centenario de la barra. A finales de esta primavera, las cuatro ciudades más importantes de Suiza competirán para convertirse en anfitriona de la gran celebración del aniversario de Toblerone que tendrá lugar en septiembre próximo.
El reto es construir la mayor torre de cajas de Toblerone lo más rápido posible. Cualquiera puede ayudar, pero, cuidado, las cajas para hacer la torre estarán vacías, haciendo el desafío aún mayor.
swissinfo, Julia Slater
(Traducido del inglés por Patricia Islas Züttel)
La barra de Toblerone fue producida por primera vez en 1908.
La fábrica de Toblerone se encontraba en Berna, pero en 1991 fue desplazada a las afueras de la ciudad.
La antigua fábrica se convirtió en el edificio principal de la biblioteca universitaria de Berna, por ello aún se le denomina Unitobler.
El centenario del producto se celebra con una exhibición móvil que se presenta en ocho ciudades suizas, además de Colonia (Alemanía) y Viena (Austria).
Para celebrar el aniversario, se ha publicado un libro ilustrado de 200 páginas de la historia de Toblerone, titulado ‘100 años de Toblerone’, en alemán. El autor es el nieto de Theodor Tobler, el historiador Andreas Tobler.
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