UNIA, la nueva fuerza sindical
Suiza se dispone a vivir la mayor fusión sindical de su historia: el nuevo sindicato UNIA representará a casi un millón de trabajadores.
Este paso podría marcar un hito semejante a la huelga general de 1918 y el pacto social de 1937.
A partir del año 2005 todos los empleados del sector de los servicios – ya sean panaderos, camareras, cerrajeros o secretarias – tendrán un único sindicato.
UNIA, que será constituido el 16 de octubre en Basilea, nace de la unión de cuatro sindicatos: el de Industria y la Construcción (GBI en su sigla alemana), la Federación de trabajadores del Comercio, Transportes y la Alimentación (VHTL) y la de Industria, Oficios y Servicios (SMUV). Contará con más de 200.000 miembros y representará los intereses de casi un millón de trabajadores.
La organización se propone responder a las exigencias que emanan de la creciente movilidad laboral. “Actualmente, el trabajador que cambia de profesión tiene también que cambiar de sindicato”, señala el copresidente designado Vasco Pedrina. “UNIA les permitirá permanecer toda la vida en el mismo sindicato”.
La senadora ginebrina por el Partido Socialista, Christiane Brunner – junto con Vasco Pedrina y Paul Rechsteiner una de las figuras claves del movimiento sindical helvético durante el último cuarto de siglo – afirma que “UNIA centrará sus esfuerzos especialmente en el sector terciario, donde disponemos de convenios colectivos consolidados.”
El nuevo sindicato quiere contrarrestar el peso de las fuerzas neoliberales y pretende tener una voz destacada en los temas socioeconómicos a escala nacional. Nadie duda que así será.
“UNIA puede desarrollar conceptos políticos en todos los sectores; será como una nueva voz en el panorama político suizo”, estima el presidente de la patronal Peter Hasler.
Fruto de una larga evolución
Esta fusión sindical no es casual, sino fruto de una larga evolución estratégica impulsada sobre todo por Christiane Brunner. Asumió la presidencia de la Asociación de Empleados del Servicio Público (VPOD) en un periodo propicio y sin conflictos.
En 1937 los sindicatos y empresarios del sector metalúrgico habían suscrito un pacto social por el que quedaba prohibida toda huelga como herramienta de lucha.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el pacto social fue mitificado no sólo como garante de crecimiento, bienestar y estabilidad política, sino que tuvo asimismo una influencia duradera sobre el clima laboral en el país: desde la década de 1950, Suiza figura entre los países poco avanzados en lo que a huelgas se refiere.
El pacto social fue también una consecuencia tardía del ‘shock’ que provocó la huelga general de 1918 en el país. El Consejo Federal (gobierno) ordenó el despliegue de tropas para sofocar la sublevación.
“A comienzos de los años 80 los sindicatos seguían teniendo una forma muy tradicional de ver las cosas. Cada uno de ellos velaba exclusivamente por los intereses de sus miembros y el sector que representaba”, afirma Christiane Brunner.
Las cosas no habían cambiado mucho en 1992, cuando asumió la presidencia del SMUV. “También el SMUV funcionaba así. Cada sector tenía su propia autonomía y objetivos.”
Boom y crisis
Pero los tiempos cambiaron radicalmente con el triunfo de la denominada ‘nueva economía’. “También llegó una nueva generación de ejecutivos que consideraban superfluo el compromiso de preservar la paz social en Suiza”, explica Brunner.
Al mismo tiempo se multiplicaron las reestructuraciones en el sector de la maquinaria. Fue un periodo del que Christiane Brunner no guarda un grato recuerdo: “Cuando la situación empeora, poco se puede hacer. La gente tiene miedo y no se atreve a defenderse por temor a perder su puesto de trabajo”.
Así los sindicatos se concentraron en negociar planes sociales. Pero no lograron encontrar solución a los verdaderos problemas de las miles de personas que se quedaron sin empleo, lamenta.
En 1994, cuando Brunner y Pedrina asumieron la copresidencia de la Unión Sindical Suiza, se percataron de lo urgente que era adaptar el movimiento sindical al nuevo contexto socioeconómico.
Juntos fusionaron en 1996 el Sindicato Construcción e Industria con el SMUV, pese a la oposición interna: “En aquel momento no se podía hablar de fusión. Había que utilizar términos como unión sindical”.
Orgullosa y con razón
Fue una estrategia correcta. Así lo demuestran los éxitos que han cosechado los sindicatos en los últimos años:
Victoria en las urnas en la votación sobre la 11ª revisión del AVS (seguro de vejez); campaña a favor de un salario mínimo de 3.000 francos mensuales; jubilación anticipada de los trabajadores de la construcción, por citar sólo algunos de los ejemplos más recientes.
Los dirigentes de la Unión Sindical Suiza (USS) no siguieron ciegamente el modelo de los ‘managers’ neoliberales, sino que retomaron su propia tradición.
“He aprendido mucho de la historia del movimiento sindical”, confiesa Brunner orgullosa. “Ya en 1915 el sindicato de los trabajadores de la industria relojera se juntó con el de la metalúrgica SMUV”.
Y esto le enseñó que se pueden garantizar las especificidades de cada sector y al mismo tiempo establecer unas líneas directrices que respondan a los intereses de todos los trabajadores y sindicatos.
swissinfo, Renat Künzi
(Traducción: Belén Couceiro)
El movimiento sindical carece de tradición en Suiza.
La huelga general de 1918 dejó huellas profundas y desencadenó una lucha de clases desde arriba.
Con la paz social de 1937 quedaron prohibidas las huelgas.
El 16 de octubre tiene lugar en Basilea el Congreso constituyente de UNIA.
Nace de la unión de los sindicatos Construcción e Industria, SMUV, unia y VHTL.
Será operativo a partir del inicio del 2005 y contará con más de 200.000 afiliados empleados en el sector terciario.
UNIA representará los intereses de un millón de trabajadores.
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