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Walter Haefner, el universo del software

Walter Häfner, multimilonario austero y poco afecto a la figuración pública. Keystone

Creó su fortuna desde la nada; la comercialización de autos y caballos de carreras lo hicieron rico; los servicios informáticos... multimillonario.

A los 95 años de edad, el tercer suizo más importante en la lista de Forbes sigue trabajando y disfruta de los placeres sencillos.

En el mundo hay dos tipos de millonarios. Aquellos que han heredado una fortuna familiar, y los que han tenido que forjarla con sus propios talentos.

Walter Haefner forma parte del segundo grupo. De hecho, es el millonario self-made más importante de Suiza, y el tercero (detrás de Ernesto Bertarelli de Serono, y Thomas Schmidheiny de Holcim) por el monto de su patrimonio personal, que supera los 5.200 millones de francos suizos.

A continuación, la tercera entrega de la serie «Fortunas Suizas».

Un pasado discreto

De la vida de Walter Haefner antes de convertirse en millonario, se sabe muy poco. Él lo prefiere así.

Su padre fue un idealista con pocos apegos a lo terrenal, tanto que la mayor parte de su vida la pasó como misionero y terminó sus días habitando en el Tíbet lejos de su familia.

El nació un mes de abril de 1910, en Zúrich, y junto con sus dos hermanos tuvo que arreglarse la vida por sus propios medios desde muy joven.

A los 20 años vendía sistemas de calefacción para las casas; y a los 25 logró su primer contrato como vendedor de autos para General Motors Suiza.

A los 30, la venta de autos lo llevó por azar a Inglaterra, y la experiencia le cambió la perspectiva… y la vida. Decidió que estaba cansado de ser empleado; pidió un crédito al UBS y con él adquirió un auto británico para vender en Suiza.

Dos décadas después se había convertido en el principal importador de Volkswagen y otras marcas, en territorio helvético.

Una nueva era

Si Haefner es multimillonario es gracias a Computer Associates.
En 1965, a la edad en la que muchos hombres y mujeres comienzan a pensar en la jubilación, el zuriqués se convenció de que había llegado la hora de iniciar un nuevo negocio.

Su importadora de autos de Zúrich marchaba muy bien, y era uno de los primeros arriesgados en utilizar aquello que comenzaba a conocerse como ordenador dentro del mundo empresarial.

Su gente logró desarrollar un primitivo sistema para facilitar la gestión de la nómina y la contabilidad que les funcionó estupendamente. Cuando Haefner descubrió el nuevo «programa», pasó horas maravillado frente al ordenador observando cómo se operaban todas las funciones del sistema.

En los meses posteriores, su sistema de contabilidad y nóminas marchó tan bien que algunos clientes y proveedores le pidieron espontáneamente que si podían llevar sus cuentas en las «computadoras de Haefner»; y este último asumió que, si bien ya no sería un miembro natural de la generación cibernética, sí podía hacer negocios con el nuevo potencial del software.

Eran tiempos, sobra decir, en los que parecía imposible concebir que un sofisticado sistema operativo pudiera ser guardado en un dispositivo e instalado en otra computadora.

Fue el primero en venderle software contable a VW. Y compitió junto con IBM por el mercado de los servicios informáticos en Europa, en donde dos años después ya tenía presencia en Alemania, Francia, Italia y Austria.

Del otro lado del Atlántico

En 1967, Haefner estaba listo para cruzar el Atlántico y continuar la expansión de su naciente emporio de los servicios informáticos.

Y para «anclar» en Estados Unidos decidió adquirir a Wyly, una empresa basada en Dallas dedicada al giro del software.

Wyly se transformó en Uccel algunos años más tarde, y creció hasta convertirse en una abierta competidora del gigante californiano Computer Associates (CA).

Haefner decidió obviar enfrentamientos y siguió la máxima popular de: «Si no puedes con el enemigo, únete a él».

Propuso a Charles Wang, fundador y presidente de Computer Associates, 950 millones de francos suizos por el 23% de las acciones de la compañía.

Esta transacción lo convirtió en el accionista número uno de CA, empresa que logró en los 90´s ser el tercer proveedor de software del mundo después de Microsoft y Oracle.

El gran descalabro

La administración diaria de CA fue confiada por Charles Wang, el fundador, y por el propio Haefner, en un hombre de todas las confianzas del primero: Sanjay Kumar.

A mediados de los 90´s, y tras un quinquenio de un desempeño financiero excepcional, el equipo de Kumar maquilló cifras y comenzó a incluir en la contabilidad meses trucados.

Es decir, registraba contablemente ventas y transacciones correspondientes a meses de 35 días, en lugar de 28, 30 o 31, como debería.

Las falsas utilidades –producto de ganancias infladas- se fueron al cielo y todos los accionistas disfrutaron del boom de CA hasta que la bomba explotó en julio de 1999, cuando el New York Times publicó el caso.

La Security Exchange Comisión (autoridad bursátil estadounidense) confirmó que a lo largo de cuatro ejercicios, CA había reportado a los mercados financieros ganancias por más de 4.500 millones de francos suizos que jamás habían sido reales.

CA enfrentó una abultada multa y un descrédito internacional que se convirtió en el descalabro más importante de la trayectoria empresarial de Haefner, paradójicamente cuando estaba a punto de cumplir los 90 años de edad.

Placeres simples

A los 95 años de edad, y pese a las limitaciones naturales que impone el inexorable paso de los años, Walter Haefner realiza una vida absolutamente normal (hasta hace cinco años trabajaba de 9 a 18:00 horas todos los días y conducía su propio auto).

Vive en la misma casa con seis dormitorios que compró desde 1948, y que comparte con su esposa, Doris, y en su momento con sus dos hijos varones.

Si no trabaja pasa el tiempo en otra de sus pasiones: las carreras hípicas.

En 1962 ganó el Campeonato Hípico Europeo, y ese mismo año gastó un millón de dólares en comprar un rancho en Irlanda, que visita con frecuencia. Ahí, en un terreno de poco más de 1.000 hectáreas cría caballos para competición.

Tiene jet y yate privados, pero hace tiempo que dejó de usarlos. Y según sus propias palabras, los adquirió para animar y premiar a sus mejores vendedores de autos antes de iniciar el negocio informático.

Ama comer sencillo y dormir poco. Los placeres y las grandes cifras, son lo suyo.

swissinfo Andrea Ornelas

Walter Haefner nació en Zúrich en 1910, y comenzó a acuñar su fortuna en los años 40´s a través de la comercialización en Suiza de autos extranjeros, muchos de ellos de marca VW.

Durante la bonanza de Computer Associates (CA), la empresa estadounidense de la que se convirtió en accionista principal hace 30 años, disfrutaba hablar sobre industria del software. Tras el fraude contable cometido por CA en 1999, Haefner evita a toda costa a la prensa.

En su rancho de Moyglare Stud, al oeste de Dublín (Irlanda), en un terreno de más de 1,000 hectáreas cría caballos para competición.

Amante de los animales, disfruta de placeres simples como ir al zoológico. En 2004, de hecho, decidió donar a uno ubicado en Jerusalén una «casa» con una piscina especial para Teddy, uno de sus elefantes gigantes.

Walter Haefner ocupa el lugar número 147 de la lista de Forbes 2006.
Computer Associates, tiene su sede en EEEUU y presencia en 45 país; y es proveedora del 98% del software contable que utilizan las 1.000 empresas más rentables del mundo, y un sinfín de pymes.
Su fortuna supera los 6.000 millones de francos suizos.

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