Francia lanza una batalla contra la «fast fashion»
Los diputados franceses apoyaron este jueves una serie de medidas que hacen menos atractiva para los compradores la «fast fashion», ropa de bajo costo procedente, especialmente, de los grandes productores chinos.
Esta propuesta, que ahora debe aprobar el Senado (cámara alta), convertirá Francia «en el primer país en legislar para limitar las derivas de la ultra fast fashion», celebró el ministro de Transición Ecológica, Christophe Béchu.
Entre las principales medidas figuran prohibir la publicidad de los productos textiles más baratos e imponer una tasa medioambiental a los artículos de bajo costo.
El mercado francés se ha inundado de esta «ropa rápida» barata e importada y al mismo tiempo varias marcas nacionales se han declarado en quiebra.
Pero los principales argumentos esgrimidos son medioambientales.
«El textil es la industria más contaminante», declaró la diputada oficialista Anne-Cécile Violland, precisando que el sector es responsable del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero y contamina el agua.
Entre los ejemplos de producción intensiva de moda, la ponente parlamentaria destacó la empresa china Shein y sus «7.200 prendas nuevas al día».
Francia aplicará criterios como el volumen de ropa producida y la velocidad de rotación de las nuevas colecciones para determinar qué constituye «fast fashion», según la proposición de ley.
Sus productores estarán así obligados a informar a los consumidores sobre el impacto medioambiental de las prendas.
A partir de 2025, se aplicaría un recargo de cinco euros (5,45 dólares) por artículo, que aumentaría a 10 euros en 2030. Pero este no podría superar el 50% del precio del artículo.
Los ingresos de esta tasa se usarán para subvencionar a los productores de ropa sostenible, lo que les permitirá competir más fácilmente.
La moda de gama alta es uno de los pilares de la economía francesa, gracias a marcas líderes mundiales del lujo como Louis Vuitton, Chanel, Hermès, Dior y Cartier.
Pero el segmento inferior de la moda francesa ha perdido terreno frente a sus rivales europeos Zara, H&M y, más recientemente, ante los gigantes chinos Shein y Temu.
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