Génesis de los huertos familiares
Los orígenes de los jardines o huertos familiares se pierden a través del tiempo, pero fue en los comienzos de la Revolución Industrial cuando emergieron con fuerza.
Nacieron para combatir el hambre de los obreros en las ciudades. En Suiza se adoptaron como estrategia de guerra.
Es a comienzos del siglo XIV que aparecen en Europa los primeros ‘jardines o huertos’ familiares en las explanadas de las ciudades. Nacieron en torno a las fortificaciones militares o en los terrenos adyacentes a las iglesias, como sitios espontáneos, donde los pobres podían cultivar algunas legumbres para saciar el hambre.
Objetivos filantrópicos
Las primeras colonias organizadas de huertos nacen simultáneamente en toda Europa. En Alemania fueron impulsadas a partir de 1864. Uno de sus principales promotores fue el doctor Gottfried Schreber (de ahí que se le conoce también como los ‘Schrebergarten’).
Schreber concibió la idea como una forma de ocupar a los obreros cesantes y alejarlos del alcoholismo y al mismo tiempo otorgarles la posibilidad de cultivar hortalizas para incrementar sus pobres dietas alimentarias.
“En lugar de dar limosna a los pobres para que coman, mejor es darles los medios para que ellos mismos produzcan lo que necesitan”, fue siempre la mayor justificación del filántropo alemán.
En Francia, en 1896 se creó la ‘Liga francesa de rincones de tierra y de hogares’, fundada por el abate Pierre Lemire. La idea era la misma, brindar a los pobres un pedazo de tierra para que cultivaran productos que les evitaran morir de hambre. En todos estos casos, las comunas o personas acaudaladas ponían a disposición pedazos de tierra para el cultivo familiar.
Con la Revolución Industrial y el desplazamiento de miles de campesinos hacia las ciudades, las necesidades de alimentar a la naciente clase obrera empobrecida se acentuaron. Surgen entonces sociedades filantrópicas que promueven este tipo de iniciativas en forma legal y organizada.
En Suiza, la ‘Obra de Damas para la Propagación de la Moralidad’, toma en Basilea la iniciativa de crear huertos familiares en terrenos comunales o adyacentes a las industrias. Estas mujeres caritativas piensan que plantar hortalizas es un buen medio de elevar la baja moralidad de los obreros indigentes.
En Ginebra, entre 1550 y 1576, los primeros refugiados franceses (los hugonotes que escapan de las consecuencias de revocación del Edicto de Nantes) establecen los primeros huertos en lo que es hoy la explanada de Planpalais, que alberga el popular mercado de las pulgas.
De la Primera Guerra Mundial al Plan Wahlen
Durante la Primera Guerra Mundial, el Consejo Federal (Gobierno) toma conciencia del alto valor estratégico, en términos alimentarios, que significaba la experiencia de los ‘los jardines obreros’, y aprueba en 1917 un decreto para su desarrollo en el plano nacional.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Consejo Federal lanza el ‘Plan Wahlen’, destinado a promover los huertos familiares en las zonas urbanas. Cuestión de asegurar a la población, en caso de invasión extranjera, el sustento mínimo. La orden era plantar papas.
Pero una vez terminado el conflicto bélico, numerosos huertos y jardines son sacrificados para permitir el desarrollo urbano; construcción de escuelas, hospitales y casas de departamentos, reducen a la mitad la existencia de los terrenos, cuya finalidad económica permitió elevar el nivel nutricional de numerosas familias pobres durante las dos guerras.
Lucha contra la invasión del cemento armado
Amparadas por una ley federal, las agrupaciones de huertos familiares se organizan. En 1925, las asociaciones cantonales de Basilea, Ginebra, Berna, Lausana y Zúrich fundan la Federación Suiza de huertos familiares, con la finalidad de defender los minúsculos espacios cultivables.
En la década de los años 50 Suiza alcanza un desarrollo urbano impresionante, al punto que el cemento invade las zonas rurales protegidas. Junto al movimiento ecologista resurge la importancia de los huertos familiares.
Con el despegue económico de Suiza, se produce también la llegada masiva de emigrantes italianos y españoles, que son a su vez autorizados a explotar estos mini terrenos. Son ellos los que abrirán la vía a otras comunidades extranjeras.
Pero los huertos pierden su finalidad esencialmente económica para transformarse en espacios de recreación y descanso. Tampoco son sólo obreros los que se adjudican las concesiones, que se ponen a disposición a otras categorías sociales. Empleados públicos que buscan escapar del estrés.
En el 2000, Ginebra integra los huertos familiares en su política de desarrollo y gestión del medio ambiente. Se hace ahora hincapié en su impacto ecológico, y en la gestión y recuperación de los desechos orgánicos.
La Federación Suiza de Huertos Familiares agrupa en la actualidad a 80 secciones, que disponen de 640 hectáreas puestas a disposición por las comunas. Se estima en 26.800 el número de beneficiados con los terrenos.
Los integrantes de la Federación disponen también de un órgano oficial, una revista mensual bilingüe ‘Le Jardin familial/Gartenfreund’ que da cuenta del funcionamiento cotidiano de estos mini paraísos.
swissinfo, Alberto Dufey
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