Diez mujeres que ayudaron a forjar la Ginebra internacional
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Ginebra ha decidido feminizar los nombres de algunas de sus calles destacando la contribución e influencia que tuvieron algunas mujeres extranjeras en su historia. A continuación, una breve semblanza de algunas figuras femeninas que han forjado el patrimonio ginebrino en materia humanitaria, científica, educativa y artística.
Eglantyne Jebb (1876–1928) fue una filántropa nacida en Inglaterra que dejó una huella indeleble en Ginebra y también a nivel internacional gracias a su incansable trabajo en defensa de los derechos de la infancia. Nacida en Ellesmere, Inglaterra, fue fundadora en 1919 del Save the Children Fund (Fondo Salvar a la Infancia) destinado a ayudar a la niñez afectada por la devastación de la Primera Guerra Mundial, sin importar su nacionalidad, raza o religión. Tras establecerse en Ginebra, Jebb dirigió la creación de la Unión Internacional para el Bienestar de la Infancia y fue también la autora de la reconocida Declaración de los Derechos del Niño (1924), que posteriormente sentaron las bases del marco establecido por las Naciones Unidas para proteger a la infancia. Pionera en la labor humanitaria, el trabajo realizado por Jebb en Ginebra permitió transformar el enfoque global del bienestar infantil.
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Marie-Thérèse Maurette (1890–1989), nacida en París, fue pionera en la educación y se convirtió en una de las figuras clave del panorama educativo internacional de Ginebra. Tras estudiar varios métodos de enseñanza progresista en Londres, Maurette cofundó uno de los primeros programas de jardín de infancia en Francia, antes de mudarse a Ginebra en 1924. En 1929, ya en suelo ginebrino se volvió directora de la École Internationale de Genève, que fue una de las primeras escuelas internacionales.
A lo largo de dos décadas defendió la educación bilingüe y mixta, y también los cursos de historia internacional, promoviendo un plan de estudios que se centraba en la educación para la paz, en línea con los ideales manifestados por la Sociedad de Naciones. Las contribuciones de posguerra de Maurette tuvieron un impacto global que influyó en el trabajo realizado por la UNESCO en libros internacionales de texto e historia. Los enfoques innovadores de Maurette en el ámbito educativo dejaron un duradero legado en Ginebra.
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Lina Stern (1878–1968), médica y bioquímica nacida en Letonia, fue una figura puntera en la ciencia y fue la primera profesora que hubo en la Universidad de Ginebra en 1918. Nacida en el seno de una familia judía en Liepāja, Letonia, Stern se mudó a Ginebra en 1898 para estudiar medicina y logró su objetivo en 1903. Las novedosas investigaciones de Stern en materia de respiración celular, función cerebral y líquido cefalorraquídeo le valieron un prestigio internacional. Stern debió enfrentarse a muestras de antisemitismo y xenofobia que obstaculizaron su crecimiento en los círculos académicos ginebrinos, así que continuó su trabajo en la entonces Unión Soviética, donde fue directora de estudios innovadores sobre enfermedades infecciosas y traumatismos. También fue la primera mujer que formó parte de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Sus últimos años se vieron empañados por la persecución que tuvo lugar en el régimen de Stalin, que le valió un periodo de encarcelamiento y posterior exilio. Después de esta etapa difícil siguió realizando aportaciones a la ciencia. El legado de Stern sigue presente en Ginebra, en donde un edificio del hospital universitario lleva su nombre en honor a sus logros.
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Elna Palme Dutt (1891–1982), nacida en Cambridge de madre sueca y padre indio, se dedicó a la estadística, pero también fue durante varios años traductora y funcionaria internacional en la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra. Estudió matemáticas y economía en la Universidad de Cambridge, en la parte inicial de su carrera se dedicó a la estadística, luego se sumó a las filas de la OIT en 1921. A lo largo de tres décadas ascendió del primer puesto que tuvo como empleada en estadística hasta la misión de editora en Jefe de la International Labour Review, en donde desempeñó un papel fundamental en la promoción de los derechos laborales y la justicia a nivel mundial. Pese a las contribuciones que realizaba, se enfrentó a una discriminación de género sistémica que le impidió alcanzar puestos de liderazgo. No obstante, su labor humanitaria fue reconocida con la medalla Illis quorum de Suecia, que premia contribuciones que han sido relevantes para la cultura, la ciencia o la sociedad de Suecia. Dutt se jubiló en 1951 y mantuvo su activismo social, que incluyó acciones de una gran utilidad como la transcripción de libros al braille. Su carrera es un ejemplo de los logros y los desafíos que enfrentaban las primeras mujeres destacadas en las organizaciones internacionales.
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Kitty Ponse (1897-1982), de origen suizo-brasileño y pionera en la biología, fue una figura clave en el estudio de la genética y la endocrinología. Nació en Sumatra, pero fue criada en Ginebra y se hizo famosa por aportar uno de los primeros trabajos en torno a la determinación del sexo y la investigación hormonal. En la década de 1940, fue nombrada profesora en la Universidad de Ginebra, espacio académico en donde contribuyó de forma significativa al desarrollo de la endocrinología. El trabajo que realizó en una población de anfibios ayudó a aportar nuevas perspectivas sobre la diferenciación sexual, haciéndola acreedora a varios prestigiosos premios. Sus investigaciones fueron reconocidas internacionalmente y participó activamente en los círculos científicos de Ginebra durante toda su carrera.
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Ekaterina Kouskova (1869–1958), activista política, periodista e intelectual rusa, fue una figura muy destacada de los movimientos opositores a la autocracia zarista y al totalitarismo soviético. Nacida en Ufa, Rusia, comenzó este trabajo desde la adolescencia, cuando adoptó ideas populistas, antes de declararse marxista y alinearse más tarde con causas democráticas liberales. El papel de Kouskova fue clave en diversos movimientos políticos en los que abogó por generar unidad al interior de las fuerzas de izquierda y apoyar al gobierno provisional que existió durante la Revolución Rusa de 1917. Su oposición a los bolcheviques la llevó a ser expulsada de la Rusia soviética en 1922, razón por la que vivió en el exilio en distintos lugares de Europa, pero decidió establecerse finalmente en Ginebra, ciudad en donde se convirtió en una voz destacada para la comunidad de emigrantes rusos. Realizó importantes publicaciones en ruso y participó en el debate de estrategias que buscaban un compromiso con el régimen soviético.
Annie Ruth Jiagge (1918–1996) fue una magistrada ghanesa y una de las primeras feministas de su época. Dejó una huella significativa en Ginebra defendiendo los derechos de la mujer y la justicia social. Mientras vivía en esta ciudad suiza, se volvió una figura primordial para algunas organizaciones internacionales, sobre todo como presidenta de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas entre 1968 y 1972. Su mandato fue fundamental para la redacción de la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer y Jiagge trabajó incansablemente contra el sexismo, el racismo y el apartheid.
Beatriz Consuelo (1932–2013) fue una bailarina brasileña nacida en Porto Alegre que hizo importantes contribuciones a las artes de Ginebra, ciudad a la que se mudó en 1964. Fue una destacada bailarina del Gran Ballet del Marqués de Cuevas y del Ballet del Gran Teatro de Ginebra, y se dedicó a la enseñanza tras retirarse. Dirigió el École de danse de Genève (Escuela de Danza de Ginebra) entre 1975 y 1999, formando a varias generaciones de profesionales de la danza. Consuelo fundó además el Ballet Junior en 1980, que se convirtió en una plataforma para la comunidad de jóvenes talentos. Fuera de Ginebra, participó en concursos internacionales de danza y también fue docente. Su destacada carrera fue reconocida a través de numerosos premios, entre ellos, el Prix de la Ville de Genève en 2003.
Noëlla Rouget (1919–2020), nacida en Saumur, Francia, fue una de las piezas clave de la Resistencia francesa y superviviente del Holocausto. Fue profesora y destacada oradora. Durante la Segunda Guerra Mundial fungió como oficial de enlace de la Resistencia francesa y fue detenida por esta causa en 1943. Rouget fue deportada al campo de concentración de Ravensbrück. Tras su liberación en 1945, Rouget se mudó a Suiza, donde se instaló en Ginebra. En Suiza, compartió activamente sus experiencias, dando testimonio para evitar la negación del Holocausto y ofreciendo conferencias en escuelas de Suiza y Francia. Durante sus últimos años defendió firmemente que no debían olvidarse las atrocidades de la guerra y que debían preservarse esas lecciones históricas. Rouget falleció en 2020 en Ginebra, a los 100 años.
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Rachel Crowdy (1884–1964), enfermera de profesión y humanitaria, ocupó el cargo de funcionaria internacional británica. Fue la única mujer que dirigió una sección de la Secretaría de la Sociedad de Naciones, teniendo a cargo la supervisión de la Sección de Cuestiones Sociales y Tráfico de Opio. El liderazgo de Crowdy fortaleció los esfuerzos para atender desafíos internacionales como el combate a la trata de mujeres y menores, y el tráfico de opio, llevando los temas humanitarios a la vanguardia de la política mundial. Las desigualdades de género sistémicas limitaron siempre su rango y remuneración con respecto a sus sucesores masculinos, pero la sección de Crowdy se convirtió en uno de los éxitos más importantes de la Liga. Después de la Liga realizó tareas de supervisión de tráfico de armas, observación de la Guerra Civil Española y defensa de la inclusión de las mujeres en las Naciones Unidas, consolidando así su legado como pionera en el trabajo internacional humanitario con un enfoque de género.
Editado por Virginie Mangin/ds. Edición de imágenes: Helen James.
Texto adaptado del inglés por Andrea Ornelas / CW
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