Imperios sin vigilancia: ¿Quién supervisa a las millonarias fundaciones de Ginebra?
Acaudalados donantes del mundo entero constituyen fundaciones no lucrativas en Ginebra que son beneficiarias de un marco jurídico flexible. ¿De dónde viene el dinero que aportan y hacia dónde se dirige? Conocerlo es responsabilidad de las autoridades suizas de control, pero en el terreno práctico los filántropos ginebrinos pueden escabullirse fácilmente a este escrutinio gracias a numerosas grietas que tiene el sistema.
Parte 1 ¡Bienvenidos a Ginebra!
Suiza es una de las principales plazas filantrópicas del mundo con más de 13.500 fundaciones no lucrativas con un patrimonio de alrededor de 140.000 millones de francos suizos (154.000 millones de dólares). El país cuenta con 15 fundaciones por cada 10.000 habitantes, seis veces más que países como Alemania o Estados Unidos.
En su informe de 2022, el Índice Mundial de FilantropíaEnlace externo clasificó a Suiza como el segundo mejor destino para la filantropía a nivel mundial, solo superado por Liechtenstein. Este informe analiza la facilidad para registrar y operar una organización filantrópica, así como los incentivos fiscales que ofrece, las perspectivas de desarrollo económico de la región y la estructura que propone a los flujos filantrópicos transfronterizos.
Con 26 fundaciones por cada 10.000 habitantes, Ginebra es una de las principales ciudades no lucrativas de Suiza. Y es también la ciudad que registró el mayor crecimiento en la creación de fundaciones en 2023, con 58 nuevas entidades. Lo anterior se explica en las alentadoras políticas ofrecidas localmente. A partir del 2013, el Gobierno adoptó sólidas medidasEnlace externo para apoyar a este sector, mejorar sus procedimientos administrativos y simplificar al máximo sus trámites de exención de impuestos.
Secreto garantizado
Atraídos por la presencia de grandes oenegés internacionales, acaudalados donantes del mundo llegan a establecer sus fundaciones en Ginebra. Ahí encuentran «una situación política y económica que son fiables y estables… esto ha contribuido a crear un clima propicio para las organizaciones sin ánimo de lucro», asegura Henry Peter, director del Centro de Filantropía de la Universidad de Ginebra.
Las fundaciones filantrópicas se dividen en dos categorías: las que distribuyen subvenciones, como la Fundación Oak, basada en Ginebra; y aquellas que son operativas, como la Fundación Aga Khan, que materializan programas de beneficio público, como la construcción de escuelas o la prestación de servicios sanitarios.
Ambos tipos de estructuras tienen un estrecho lazo con las oenegés, ya que dependen de la experiencia de éstas o apoyan sus proyectos. Y son muchas las oenegés que requieren el dinero de las fundaciones para financiar sus programas. La Fundación Oak, por ejemplo, distribuyó 481,62 millones de dólares entre oenegés internacionales en 2022.
“Este ecosistema es la razón por la cual las grandes fundaciones internacionales eligen a la ciudad (de Ginebra) frente a otras plazas filantrópicas suizas como Zúrich o Berna. Por ejemplo, GAVI, que es la alianza mundial para las vacunas que tiene a Bill Gates como un colaborador clave, está en Ginebra porque también es la sede de la OMS, y no en Basilea, que es donde están basadas las principales farmacéuticas”, dice Peter.
Para el profesor Henry Peter, Ginebra es la puerta de Suiza hacia el mundo. Su situación es distinta a la de Zúrich, que apenas relajó recientemente las normas para las inversiones filantrópicas en países extranjeros, a diferencia de Ginebra que siempre ha favorecido este tipo de proyectos y que concede los mismos privilegios fiscalesEnlace externo a las fundaciones nacionales e internacionales.
Las fundaciones también son beneficiarias de un respeto casi sagrado a la secrecía característica de Ginebra. En esta ciudad “nadie muestra lo que posee o dona en el espacio público”, añade Peter.
Sin embargo, esta actitud reservada, que es clave de la imagen internacional de Ginebra, puede ser controvertida. Recientemente, la ginebrina fundación de la OMS acaparó titulares por negarse a divulgar la identidad del 40% de sus donantes, lo que suscitó la acusación de abuso de influencias. Lo mismo sucedió en el caso de la antigua Fundación de la Interpol, cuando recibió 50 millones de euros de los Emiratos Árabes Unidos. “Ciertos observadores pueden considerar que esta secrecía es un camino de las fundaciones para escapar al escrutinio de sus actividades o de sus obligaciones fiscales”, lamenta el experto.
Privilegios fiscales
Una de las principales ventajas de crear una fundación en Suiza son los privilegios fiscales a los que tienen derecho. Para poder obtener estos beneficios, las fundaciones deben demostrar que ofrecen un servicio de verdadera utilidad pública. Los ámbitos pueden ser variados: educación, artes, salud, derechos humanos, protección animal, cuidado medioambiental, etc. El único requisito es que estas actividades beneficien a la sociedad y no al inversor. A cambio, los donantes y fundadores se benefician de exenciones fiscales que en la mayoría de los cantones pueden alcanzar hasta el 20% de sus ingresos gravables. Esto significa que, por ejemplo, si un filántropo que posee una fortuna y tiene un ingreso neto de 2 millones de francos decide invertir 20 millones de francos suizos en una fundación, podrá ahorrarse 158.000 francos suizos en impuestos por la donaciónEnlace externo. Adicionalmente, el capital social y los beneficios que logre la fundación estarán exentos de impuestos.
El problema es que lo que hacen las fundaciones con el dinero que reciben sigue siendo relativamente opaco. Los objetivos de una fundación pueden abarcar las más variadas actividades, algunas de ellas pueden estar inactivas, ser vagas en su descripción o irse modificando con el paso del tiempo, advierten los expertos. Pero una vez que una fundación registró sus estatutos la supervisión es poca.
Falta de supervisión
Una flexibilidad que ha dado lugar a abusos en más de una ocasión, como sucedió con la Fundación Marine, basada en Ginebra. Esta fundación encubrió detrás de actividades tan variadas como la ecología, la banca de desarrollo o la distribución de material deportivo, las actividades fraudulentas que realizaba. En 2020, el banco de la fundación descubrió que había una trama de lavado de dinero que llevaba meses operando. Adicionalmente, la fundación era acusada de explotar una plataforma comercial falsa que estafó al menos a tres personas que presentaron cargos en contra de la institución. La Fundación Marine alegó que consideraba donaciones los 2,5 millones de euros (2,5 millones de francos suizos) que desvió esta plataforma.
Otro sonado caso lo encabezó la Fundación Suleyman Kerimov, que lleva el nombre de un controvertido oligarca ruso que invirtió su fortuna en proyectos vagos y potencialmente personales en el mundo mientras se beneficiaba de las exenciones fiscales que Suiza ofrece a las fundaciones. Posteriormente, transfirió a la institución su fortuna íntegra, cifrada en 6.000 millones de dólares (5.400 millones de francos suizos). Suleyman Kerimov fue electo para representar a la República de Daguestán ante el Parlamento ruso, un cargo que le prohibía tener fondos extranjeros en otros países.
Pero mientras no existan pruebas de fraudes generalizados en las fundaciones ginebrinas, la falta de una supervisión adecuada hace que las actividades fraudulentas puedan pasar potencialmente desapercibidas. Sin embargo, a diferencia de las oenegés o las asociaciones, que no informan a ningún organismo supervisor, sí está contemplado que las fundaciones sean controladas por las autoridades suizas. Esto da una sensación de seguridad a los donantes, pero no siempre es respaldado por los hechos. En los casos de desvío de fondos antes citados fueron el banco de la fundación o la prensa los que dieron las voces de alarma, no la autoridad supervisora, cuya misión es controlar las actividades de las fundaciones.
Texto adaptado del inglés por Andrea Ornelas / Carla Wolff
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