Sólo los países árabes ricos podrían llenar el vacío financiero que dejará EE. UU. en la OMS

Al ordenar la retirada de Estados Unidos de la OMS, Donald Trump ha creado un enorme agujero en el presupuesto de la organización. Una decisión que amenaza la salud mundial, incluida la de la población estadounidense.
Un momento histórico en el Despacho Oval de la Casa Blanca el 20 de enero. Recién investido, con un gran rotulador negro entre los dedos, Donald Trump pregunta a su ayudante, que le entrega un expediente: «¿Cuál es ese? Respuesta: «La retirada de la Organización Mundial de la Salud, señor». «Oh, esa es grande», se alegra el presidente de Estados Unidos. Después firma el decreto y se queja por última vez de la insuficiente contribución de China (203 millones de dólares frente a los 988 millones de Estados Unidos) a esta agencia de la ONU.
Donald Trump se venga así de esta organización, encargada de fijar las normas sanitarias mundiales y vigilar las amenazas sanitarias, a la que acusa de ineficaz y demasiado complaciente con Pekín. Durante su primer mandato, en julio de 2020, en plena pandemia de Covid-19, el republicano ya había iniciado la retirada de Estados Unidos, pero su sucesor, Joe Biden, la canceló antes de que pudiera entrar en vigor.
Esta decisión tiene repercusiones tanto en los programas de la OMS como en la gobernanza sanitaria mundial. Con el riesgo de un resurgimiento de las enfermedades infecciosas y un mundo más vulnerable a una nueva pandemia.
«Todos perdemos en esta situación. La OMS, por supuesto. Pero también todos los países a los que sirve la organización, incluido Estados Unidos», afirma Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra.
La retirada de Estados Unidos, el mayor contribuyente de la OMS en términos absolutos, crea un enorme agujero en el presupuesto de la organización.
Para los años 2024-2025, Estados Unidos se comprometió a pagar unos 988 millones de dólares, es decir, el 14% de los pagos totales a la organización. De esta cantidad, 261 millones corresponden a contribuciones obligatorias, es decir, las cuotas que cada Estado miembro debe pagar en función de sus ingresos. El resto se asigna de forma voluntaria u opcional a programas predefinidos.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo «lamentar» esta decisión y «esperar» que Estados Unidos dé marcha atrás. Se necesita un año de preaviso para hacer oficial la retirada, pero la organización ya está preparando medidas de recorte de gastos. Su presupuesto para 2026-2028 se reducirá en 400 millones de dólares, hasta un total de 4.900 millones. En un correo electrónico interno al personal, la dirección también anunció medidas inmediatas para reducir gastos, entre ellas, la congelación de contrataciones y la reducción de viajes.
La ausencia de financiación estadounidense se dejará sentir con fuerza en ámbitos como la mejora del acceso a los servicios sanitarios esenciales, la respuesta a las emergencias sanitarias y la erradicación de la poliomielitis. Programas que representan alrededor del 70% de las contribuciones del país para 2024-2025.

Pero las consecuencias no son sólo financieras. Estados Unidos -por su poder económico y diplomático- ha desempeñado un papel fundamental en la configuración de la política sanitaria mundial en las últimas décadas. El país ha impuesto una determinada visión de la salud mundial y los modelos a seguir en este ámbito. Entre ellos, la vacunación, la colaboración público-privada, el acceso a los medicamentos y la lucha contra determinadas enfermedades. Es este enfoque el que ahora se ve amenazado.
«Estados Unidos representa una parte importante del presupuesto total de la OMS, pero está al mismo nivel que el de los Hospitales Universitarios de Ginebra», señala Antoine Flahault. «Así que no creo que el problema sea principalmente financiero. En su opinión, es más bien la pérdida del «espíritu de Estados Unidos» lo que puede perjudicar a la organización.
Amenaza para EE.UU. y el mundo
En concreto, el sector de la salud mundial prevé un resurgimiento de ciertas infecciones, como la poliomielitis, el VIH y la tuberculosis. Se trata de enfermedades con las que Estados Unidos está muy comprometido.
La pérdida de colaboración con la agencia de salud pública estadounidense -los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que trabajan estrechamente con la OMS, sobre todo en la vigilancia epidemiológica y la lucha contra las enfermedades infecciosas- será perjudicial para todo el planeta, según Suerie Moon, codirectora del Centro de Salud Mundial del Instituto Universitario de Ginebra.
«Las enfermedades infecciosas se propagan rápidamente y no conocen fronteras. Esta falta de cooperación técnica va a poner en peligro a todos los países, incluido Estados Unidos. Y no creo que el Gobierno estadounidense sea plenamente consciente de ello», añade.
La actual epidemia de gripe aviar en Estados Unidos es un buen ejemplo. Ya ha infectado a docenas de personas, se ha cobrado una víctima y preocupa la eventualidad de una nueva pandemia.
Este riesgo se ve agravado por el enfoque desconfiado de la ciencia adoptado por la administración de Donald Trump durante la pandemia de Covid-19. En aquel momento, el presidente restó importancia al peligro del virus y sugirió inyectar desinfectante como tratamiento.

«Si se repite este enfoque, corremos el riesgo de enfrentarnos a una epidemia de gripe aviar que seguirá extendiéndose y podría desencadenar una pandemia mundial, ya que el virus muta rápidamente», explica Suerie Moon. «Este riesgo, procedente de Estados Unidos, combinado con el debilitamiento de la OMS y la falta de intercambio de información entre el país y la organización, es una amenaza directa para la seguridad sanitaria mundial».
El intercambio de datos científicos y sanitarios entre Estados Unidos y la OMS parece estar en peligro ahora que la administración de Donald Trump ha ordenado a los responsables de salud pública del país que cesen inmediatamente toda colaboración con la organización. A la inversa, al abandonar la OMS, Estados Unidos dejará de tener acceso a los datos que comparte, sobre todo en caso de alerta, lo que debilitará la seguridad sanitaria del país.
Además, la retirada de Washington del Acuerdo de París sobre el clima y los recortes previstos en la ayuda estadounidense al desarrollo repercutirán en las enfermedades vinculadas al cambio climático y en los sistemas sanitarios de los países más pobres.
La industria farmacéutica estadounidense también podría verse perjudicada. Durante la pandemia de Covid-19, el programa de adquisición de vacunas COVAX -co-liderado por la OMS- favoreció a las vacunas occidentales frente a las de Rusia y China.
Acuerdo sobre pandemias
Las negociaciones para un futuro acuerdo sobre pandemias, iniciadas hace tres años, también se verán afectadas. Como recordatorio, este acuerdo internacional pretendía permitir al mundo prepararse y responder mejor a la próxima crisis sanitaria mundial.
Washington se retiró de las negociaciones a mediados de febrero. Podríamos asistir a un «reajuste en el equilibrio de poder», según Suerie Moon, quien señala, no obstante, que el país ya había empezado a desentenderse antes de la llegada de Donald Trump.
Hasta ahora, los países europeos y Estados Unidos habían vaciado en gran medida de contenido el texto, oponiéndose en particular al refuerzo de los poderes de la OMS y a cualquier levantamiento de patentes.
Vacío a llenar
El puesto vacío de Washington en la OMS, el organismo rector de la sanidad mundial, también podría animar a otros Estados a intensificar su compromiso, si no financiero, al menos diplomático.
«En política no existe el vacío. Si queda un espacio libre, otro actor lo ocupará», afirma Nicoletta Dentico, copresidenta del Global Health Hub de Ginebra, una red de ONG. En términos financieros, es improbable que el déficit se compense totalmente, ya que el presupuesto de la OMS depende de un reducido número de Estados y fundaciones.
La Unión Europea y los grandes contribuyentes europeos, como Alemania, atraviesan dificultades económicas y, en un contexto tenso en materia de seguridad, tienden a reducir la cooperación en favor de la defensa. China, que favorece las inversiones bilaterales, podría decidir aumentar su contribución, pero la cuestión sigue abierta. Según las voces expertas, sólo los países árabes ricos tendrían medios para compensar la pérdida de financiación estadounidense.
Por el momento, sin embargo, la decisión de Donald Trump ha tenido el efecto de inspirar a otros países a retirarse de la OMS. Argentina lo anunció a principios de febrero, calificando a la organización de «nociva». En Italia, un senador pidió a Roma que siguiera su ejemplo. Y en Suiza, la Unión Democrática Federal, un pequeño partido de derecha, ha lanzado una petición y ha declarado al diario de Ginebra Le Temps Enlace externoque está considerando presentar una moción al Parlamento o incluso lanzar una iniciativa popular sobre el tema.
Texto corregido y revisado por Virginie Mangin, adaptado por Patricia Islas

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