«Sudán se ha convertido en una de las mayores crisis humanitarias del mundo»
Un año después del comienzo de la guerra, una de cada dos personas de Sudán necesita ayuda humanitaria. Patrick Youssef, director regional para África del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), exige que se respeten las leyes de la guerra y se preste más asistencia.
Desde hace un año, Sudán está sumido en una sangrienta guerra civil entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido, un grupo paramilitar. Los combates se han cobrado decenas de miles de vidas y han desplazado a unos seis millones de personas, la mayoría de ellas dentro del país.
Mientras los ojos del mundo están clavados en Gaza y Ucrania, la mitad de la población de Sudán, unos 24 millones de personas, espera ayuda humanitaria. Patrick Youssef, director regional para África del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), es uno de los pocos dirigentes del sector que ha estado allí. Desde Ginebra, exige que se respete el derecho internacional humanitario y que se preste más ayuda.
swissinfo.ch: Cuando regresó de Sudán el pasado noviembre, ya dio la voz de alarma sobre el empeoramiento de la situación humanitaria en el país. ¿Cómo ha evolucionado desde entonces?
Patrick Youssef: La situación no ha hecho más que empeorar y se está deteriorando aún más. Nos enfrentamos a varios frentes abiertos en una sola batalla entre las fuerzas del ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido en los alrededores de la capital, Jartum, en el distrito de Al-Jazirah (centro-este) y en Darfur (oeste).
Un año después del inicio del conflicto, Sudán se ha convertido en una de las mayores crisis humanitarias no sólo de África, sino del mundo. Por desgracia, este contexto no está recibiendo la atención que merece.
¿Es una de las mayores crisis conocidas?
Se habla de 6 millones de desplazados internos (48 millones de habitantes). En mi opinión, esta cifra subestima la realidad, ya que no todas las personas desplazadas internas están registradas por el gobierno o las agencias humanitarias, que no están presentes en todo el país.
A esto hay que añadir casi 2 millones de refugiados que han huido del país y decenas de miles de muertos y heridos. Otros han sido detenidos, desaparecidos y separados de sus familias.
Simplemente no hay alimentos disponibles. El sistema sanitario está de rodillas. Estos son sólo algunos ejemplos del terrible coste humano de este conflicto.
¿Aún le queda alguna imagen en mente de su última estancia allí?
De camino a Jartum, nos detuvimos a descansar en la ciudad de Wad Madani. Dos niños se acercaron y les pregunté qué hacían fuera. Su respuesta confirmó lo que me temía. La inmensa mayoría de los niños no van a la escuela. Estamos hablando de toda una generación que tendrá dificultades para incorporarse al sistema educativo, ya sea en los países vecinos o en Sudán, donde la mayoría de las escuelas se han convertido en centros de acogida para desplazados internos.
¿Qué necesita el pueblo sudanés?
El coste humano es muy alto, y los civiles sudaneses tienen necesidades urgentes que no pueden esperar a las conversaciones y al cese de las hostilidades: ayuda alimentaria y asistencia sanitaria. Sencillamente, apoyo. La presencia de organizaciones humanitarias junto a las poblaciones vulnerables es tranquilizadora. Desgraciadamente, esto no es posible hoy en día, dadas las complejidades sobre el terreno y en términos de seguridad.
El acceso sigue siendo difícil…
La respuesta humanitaria es muy inferior a la que experimenté en mi carrera con el CICR. En los 19 años que he pasado entre Oriente Medio y África, sólo he vivido casos muy raros en los que los trabajadores humanitarios realmente no pueden acceder de forma segura.
Hoy, si un convoy sale de Port Sudan (este) en dirección a Jartum, con toda seguridad no llegará a su destino, aunque las carreteras sean más seguras. Los tramos de carretera intransitables y la inseguridad hacen imposible el acceso a la capital y a las regiones que la rodean, así como a Darfur.
Todas las miradas están puestas ahora en Gaza y Ucrania. Mientras tanto, la respuesta humanitaria de la ONU, de 2.700 millones de dólares, sólo está financiada en un 6%. ¿Se necesita más dinero?
Se trata de un elemento fundamental. Sin financiación, las organizaciones humanitarias no pueden poner en marcha proyectos. No pretendemos esparcir ayuda. Para una crisis de esta envergadura, tenemos que trabajar con las autoridades locales para construir un sistema de entrega de la ayuda eficaz y barato. Por desgracia, esto todavía no existe.
Si se observan los conflictos actuales, se tiene la impresión de que el derecho internacional humanitario se desprecia cada vez más. También es el caso de Sudán…
En Sudán está claro que no se respeta la ley y que hay mucho sufrimiento y destrucción.
En Jartum, millones de personas sudanesas siguen sin tener acceso a infraestructuras y servicios esenciales. El 70% de la población depende de la agricultura y la ganadería para sobrevivir, pero el conflicto impide el acceso a la tierra en muchas regiones.
Este es el núcleo de la ley. Incluso antes de hablar del desarrollo de las hostilidades, la población necesita agua, electricidad y otros servicios esenciales.
¿Es éste el centro de su diálogo con las partes en conflicto?
El CICR recuerda constantemente que es responsabilidad de las autoridades garantizar que las personas que viven en territorios bajo su control puedan satisfacer sus necesidades básicas. Deben garantizar un suministro adecuado de alimentos y agua, y facilitar el acceso a la ayuda vital.
¿Cómo podemos convencerles de que respeten las leyes de la guerra?
Tenemos que estar presentes en Jartum o Darfur y asegurarnos de que se dialoga con ambas partes, de que son conscientes de su responsabilidad legal según el derecho internacional humanitario. También tenemos que escuchar a la gente.
Todo empieza por dialogar y no juzgar a las partes. Hay que conocer los hechos e informar de las acciones de las tropas al mando para que comprenda la magnitud de las violaciones sobre el terreno. El cambio empieza por arriba. Con un mando que inspire confianza y dé directrices, pero que también emita un aire de responsabilidad para ganar la guerra como es debido y no sobre los cadáveres amontonados en las calles.
Tenemos que preservar la humanidad en la guerra. Sólo hay una manera de hacerlo, y es respetar a la gente que no ha decidido ir a la guerra, y eso significa la población civil.
El lunes 15 de abril, primer aniversario de la guerra, Francia organiza en París una conferencia sobre Sudán. El CICR participa en ella. ¿Cuáles son sus expectativas?
Debemos mantener la presión. Las conferencias de este tipo son necesarias para centrar la atención en este conflicto y permitir una respuesta humanitaria más generosa, que la gente necesita. Tenemos que centrarnos en la financiación y, por supuesto, en el acceso al país.
Más de 1,5 millones de sudaneses han huido a los países vecinos. Es importante hablar de la situación humanitaria en estos países, que suele ser muy frágil. La afluencia de personas ha ejercido una enorme presión sobre sus infraestructuras hídricas, servicios sanitarios y suministro de alimentos.
Hoy ya no podemos hablar sólo de solidaridad con la población sudanesa. Es esencial para la estabilidad de todo el Cuerno de África que el país salga de esta crisis.
Texto adaptado del francés por Carla Wolff
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