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Gorbachov y Reagan, una amistad que acabó con la Guerra Fría

El líder soviético Mijaíl Gorbachov (centro) y el presidente estadounidense Ronald Reagan (izquierda) durante una cena en la embajada soviética el 9 de diciembre de 1987. afp_tickers

Mijaíl Gorbachov no dudó en acercarse a saludar a quienes lo recibían entre vítores y aplausos en una calle de Washington en 1990, un espectáculo político poco habitual en él pero digno de su amigo Ronald Reagan.

Ana María Guzmán estaba en el parque en su descanso para almorzar ese día de mayo cuando vio al líder soviético, quien murió el martes a los 91 años.

«Sabíamos que estaba en la ciudad y vimos su caravana. Entonces salió de su limusina y comenzó a estrechar manos», recuerda. «Fue muy emotivo. Era como una persona común. ¡Guau!»

Ese toque personal caracterizaba a Reagan, el actor de Hollywood devenido presidente e ícono de la derecha estadounidense.

Reagan y Gorbachov rompieron con décadas de tensiones entre sus países y terminaron forjando una de las relaciones más improbables del siglo XX, uniéndose en su deseo de reducir la carrera nuclear y, en última instancia, logrando un cambio trascendental en la política mundial.

– Décadas de desconfianza –

Al comienzo, el veterano burócrata soviético no tenía casi nada en común con su homólogo estadounidense.

Los dos venían de países donde la desconfianza en el otro era la regla de oro.

Pero cuando Reagan llegó a la Casa Blanca en 1981, mitigar las tensiones de la Guerra Fría con Moscú era una de sus prioridades.

Hizo propuestas a tres líderes soviéticos, Leonid Brézhnev, Yuri Andropov y Konstantin Chernenko, pero todos se resistieron al cambio y ninguno sobrevivió lo suficiente como para establecer una relación.

Cuando Gorbachov asumió como secretario general del Partido Comunista, en marzo de 1985 tras la muerte de Chernenko, la Casa Blanca presintió una posible apertura, señaló Jack Matlock, el principal negociador de Reagan con Moscú y luego embajador en Rusia.

«Al principio de su mandato, Reagan se refirió a la Unión Soviética como un imperio del mal», dijo a la AFP. «Pero desde el comienzo habló de negociar y de la posibilidad de establecer una relación pacífica».

«Hubo muy poca respuesta hasta Gorbachov. Con Gorbachov, finalmente comenzaron a comunicarse, y en dos o tres años, se podría decir que estaban en la misma sintonía», agregó Matlock.

Gorbachov no era un idealista ciego, subrayó John Lenczowski, asesor de Reagan en asuntos soviéticos.

La Casa Blanca entendió que él heredaba una economía debilitada, un ejército que veía al Pentágono cada vez más superior y amenazante y un Partido Comunista en implosión.

Gorbachov necesitaba primero atenuar la competencia militar con Estados Unidos si quería ocuparse de los otros dos desafíos y preservar la Unión Soviética.

Reagan, por su parte, vio la paranoia del Kremlin con respecto a Estados Unidos como peligrosa para ambos.

«Reagan sintió que necesitábamos bajar el tono y tratar de manejar la relación con un poco más de cuidado», recordó Lenczowski.

– «Hombres de paz» –

Durante el funeral de Chernenko en 1985, Reagan hizo llegar a Gorbachov una invitación para visitar Washington, pero no pasó mucho durante meses.

Aún así, la Casa Blanca percibió un cambio de tono cuando las dos partes discutieron el avance de las negociaciones de control de armas nucleares.

«Básicamente, ambos eran hombres de paz», dijo Matlock.

«Gorbachov se dio cuenta, cada vez más, de que tenía un sistema que necesitaba cambiar. Pero no podía cambiarlo mientras hubiera una Guerra Fría y hubiera una carrera armamentista».

«Y creo que Reagan lo entendió. Y Reagan no pretendía tumbar a la Unión Soviética», apuntó Matlock.

El hielo finalmente se rompió en una cumbre en Ginebra en noviembre de 1985. El diálogo fue tenso y se acordó poco. Pero los dos líderes tuvieron varias conversaciones mano a mano, sembrando las semillas de la confianza.

Una año después, los dos se encontraron en Reikiavik para seguir hablando, nuevamente con pocos avances.

Los medios calificaron la cumbre como un fracaso, pero de hecho, según Matlock, ambas partes encontraron más puntos en común. La distensión estaba echando raíces.

Cuando Gorbachov llegó a Washington en diciembre de 1987, él y Reagan pudieron firmar el histórico tratado que limitaba el rango intermedio de las fuerzas nucleares.

«Al comienzo (Gorbachov) pensó que Reagan era muy conservador», dijo Matlock. «Pero a medida que pasó el tiempo y comenzaron a coincidir más, se hicieron cada vez más amigos».

Mucho después de haber sido apartado de la política rusa, Gorbachov regresó a Estados Unidos en 2004 para asistir al funeral de Reagan.

«Creo que ambos tenían ideales similares. Ambos odiaban las armas nucleares y esperaban poder abolirlas, esa es la verdad», señaló Matlock. «Muy pocos en sus equipos pensaron que eso sería posible, pero lo hicieron».

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