Cinco años tras los rescates, Grecia está mejor pero su PIB aún no se ha recuperado
Diego Saéz Papachristou
Atenas/Bruselas, 20 jun (EFE).- Cinco años tras pactar con sus socios europeos el final del rescate económico, Grecia tiene hoy una economía estabilizada aunque no ha recuperado todavía ese 25 % del PIB perdido en los años de la crisis.
Sin duda, el verano de 2018 marcó un antes y un después en la historia del país helénico, que estuvo al borde de la bancarrota y de hacer estallar al euro, la moneda única europea.
Los líderes de la zona euro acordaron en la noche del 21 al 22 de junio de 2018 el final del tercer y último paquete de rescate.
Grecia había recibido desde 2010 unos 289.000 millones de euros, sobre todo de los países de la Unión Europea pero también del Fondo Monetario Internacional, a cambio de profundas y dolorosas reformas.
Desde agosto de 2018, Atenas ya no depende de las ayudas externas para financiar su deuda pública, que en 2020 -durante la pandemia- llegó a contar con una tasa de riesgo país del 206,3 %, si bien en 2022 ya había bajado al 171,3 %.
La recesión provocada por estas medidas, en combinación con una serie de reformas estructurales, “corrigieron desequilibrios centrales de la economía griega”, aseguró Nikos Vettas, profesor de Economía en la Universidad de Atenas.
El aumento de recaudación de impuestos y la reducción del gasto público «equilibró la balanza fiscal», explicó el experto a EFE en Atenas, mientras aumentaba paulatinamente la competitividad económica del país y las exportaciones.
Gracias a las inyecciones de capital y a las reformas aplicadas, el país logró volver a la senda del crecimiento, interrumpido solo por la recesión del covid-19 en 2020.
En 2021 y 2022, el país registró una de las mayores tasas de crecimiento en la eurozona, con el 8,4 y el 5,9 %, respectivamente, pero el PIB griego sigue estando lejos del nivel que tenía en 2010.
Tras alcanzar un máximo del 27 %, la tasa de desempleo en Grecia descendió entre los años 2018 y 2022 del 19 % al 12 %, lo que sigue siendo casi el doble de la media europea.
Eso sí, el salario medio ha vuelto a subir hasta 10.800 euros anuales en 2022, un nivel similar al registrado cuando empezó la crisis financiera.
Pese a la estabilización de la situación, desde la propia Comisión Europea han llegado críticas por la dureza que se aplicó a Grecia.
“Hemos sido insuficientemente solidarios con Grecia, hemos insultado a Grecia”, llegó a decir en enero 2019 el entonces presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
En un discurso ante el Parlamento Europeo reconocía que se había impuesto a Grecia y otros países una “austeridad irreflexiva”, eso sí, sin intención de “castigar” a nadie.
Seis meses antes, los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro habían puesto punto y final a ocho años de rescates a Grecia.
«La crisis griega se acaba aquí, esta noche en Luxemburgo. Es un momento histórico para Grecia y la eurozona, porque pone fin a la crisis existencial para nuestra moneda única», dijo el entonces comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici.
Pero la estrecha vigilancia desde Bruselas no acabó en aquella reunión en Luxemburgo en la que el foro informal de ministros de Finanzas del euro cantó victoria.
Se abrió entonces una fase ‘ad hoc’ de supervisión “reforzada” durante la cual Grecia tuvo que seguir rindiendo cuentas y cumpliendo compromisos de forma periódica.
Además de los recortes de pensiones, las subidas de impuestos, la congelación de salarios públicos o las privatizaciones de activos esenciales como sus puertos, se le exigía a Grecia durante años un superávit primario (antes del pago de intereses) del 3,5 % del PIB.
Atenas superó este examen finalmente en agosto de 2022, cuando volvió a unirse a otras economías asistidas en el pasado como las de España, Portugal, Irlanda y Chipre.
Los países rescatados siguen siendo supervisados cada semestre por la Comisión Europea.
Publicado en mayo pasado, el último informe de la Comisión sobre Grecia es, en general, positivo, y destaca el ritmo “sólido” de su crecimiento, la mejora “considerable” de las finanzas públicas y la “fuerte rentabilidad” de su sector bancario.
La conclusión es rotunda: “Grecia retiene su capacidad para pagar la deuda”. EFE
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