Hace 20 años era asesinado Ahmad Shá Masud, ícono afgano
El 9 de septiembre de 2001, dos falsos periodistas, kamikazes miembros de la red Al Qaida, llegaron para entrevistar a Ahmad Shá Masud. Hicieron detonar su bomba y asesinaron al último gran comandante afgano que todavía ofrecía resistencia a los talibanes.
Veinte años más tarde, este asesinato y el inmediato 11 de septiembre, que desencadenó la invasión estadounidense a Afganistán, determinaron para muchos el punto de inflexión que desembocó en dos décadas de sangriento conflicto, marcado por la reciente vuelta al poder de los talibanes.
El carismático Ahmad Shá Masud forjó su reputación de señor de la guerra en la década de 1980 al enfrentarse a las fuerzas soviéticas que ocuparon su provincia de Panshir, un profundo valle ubicado en el noreste de Afganistán.
A comienzos de los años 1990, el «León de Panshir» fue uno de los señores de la guerra, antes unidos contra los soviéticos, que terminaron destrozándose entre ellos y destruyendo parcialmente Kabul, en uno de los periodos más sombríos para los habitantes de la capital.
Después de que los talibanes asumieran el poder, en 1996, volvió a la resistencia contra el régimen islamista y contra sus aliados de Al Qaida, quienes lo acosaron.
El propio jefe de Al Qaida, Osama Bin Laden, ordenó la misión suicida para asesinarlo.
Para lograr acercarse, sus asesinos fingieron estar filmando un documental para un centro cultural islámico del Reino Unido, utilizando pasaportes belgas robados.
Cuando llegaron para entrevistarlo en su base en Khwaja Bahauddin, en agosto de 2001, Masud estaba demasiado ocupado para recibirlos.
«Estuvieron diez días con nosotros, esperando calma y pacientemente su llegada, sin insistir demasiado en hacer la entrevista rápidamente», indicó a la AFP Fahim Dashti, un periodista del entorno de Masud, dos semanas después del asesinato.
Al llegar el momento, Fahim Dashti preparó también su propia cámara para filmar la entrevist y los falsos periodistas plantearon sus preguntas en árabe al asesor más próximo a Masud, Masood Khalili, encargado de traducirlas.
«No estábamos cómodos», señaló Khalili a la AFP en octubre de 2001, sobre todo porque los periodistas hicieron preguntas sobre Bin Laden.
«El camarógrafo sonrió con malicia y el supuesto periodista estaba muy tranquilo».
Cuando Masud acercó un oído para escuchar las preguntas traducidas, hicieron explotar la bomba, oculta en su cámara.
– «Su jefe ha muerto» –
Su asesinato desencadenó una verdadera «onda expansiva» en Afganistán y en el resto del mundo, en especial en occidente, donde Masud, que había estudiado secundaria en el colegio franco-afgano Esteqlal de Kabul, era muy popular.
Para algunos afganos, era la última esperanza ante los talibanes y occidente lo veía como aliado potencial frente a un régimen fundamentalista que detestaba.
En septiembre de 2001, la Alianza del Norte de señores de la guerra antitalibanes se encontraba mal posicionada y el entorno de Masud prefirió ocultar su muerte durante días.
Una semana tras su muerte, miles de personas asistieron a su entierro en su distrito natal de Bazarak.
Después fue construido un mausoleo en mármol para albergar sus restos, ante el que sus seguidores se recogerían a lo largo del tiempo.
«Yo estaba en Panshir cuando lo asesinaron. Las fuerzas de resistencia se encontraban rodeadas por todos lados», recuerda a la AFP un poblador de la provincia, de 47 años, que no se identificó por motivos de seguridad. «En la radio, los talibanes anunciaron: ‘Su jefe ha muerto y ustedes están derrotados'», señala. «Pero la muerte de nuestro líder nos dio motivos para luchar aún más», apostilló.
Los vientos cambiaron el 11 de septiembre cuando Estados Unidos intervino en Afganistán para castigar a los talibanes por haber brindado refugio a Bin Laden.
El régimen talibán cayó a finales de ese año bajo las bombas estadounidenses, cuyos pilotos eran guiados desde el suelo por la Alianza del Norte. Sus aliados de Al Qaida que aspiraban a sacar tajada tras la muerte de Masud, emprendieron la fuga.
– La caída de Panshir –
Dos décadas después, los talibanes acaban de recuperar el poder, merced a la retirada estadounidense y una ofensiva relámpago que desbordó al gobierno pro-occidental, que casi no resistió en Kabul y otras ciudades importantes.
Panshir recuperó su rol de último foco de la resistencia, liderado por el hijo del comandante Masud, Ahmad, quien tenía 12 años cuando su padre fue asesinado, y tomó el liderazgo del Frente Nacional de Resistencia (FNR) contra los talibanes.
Pero éstos enviaron rápidamente combatientes a rodear la provincia, para ingresar y declararla conquistada el lunes pasado.
Entre las víctimas mortales de los enfrentamientos se encuentra Fahim Dashti, el periodista que sobrevivió al ataque suicida contra Masud veinte años atrás.
Ahmad Masud, cuyo paradero se desconoce, instó a continuar la lucha, aunque algunos dicen que le falta experiencia militar. Su tío, hermano de su padre, Ahmad Wali, reconoció que el FNR está casi de rodillas, pero no pierde la esperanza, puesto que cree que miles de combatientes podrían regresar para luchar por la provincia.