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A Friburgo «lo tengo en mis células»

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Se dedica a presentar al turismo esta ciudad suiza que celebra su 850 aniversario este año; y lo hace con pasión: es la española María Muñiz, quien tiene más de cuarenta años viviendo en ésta, su "segunda patria".

Uno de los primeros barrios de Friburgo, el de Neuveville, recobra este fin de semana el ambiente medieval que le fue propio a la otrora ciudad amurallada.

De la parte moderna a la antigua de la ciudad se puede descender a través del preciado funicular que conduce al barrio de la otrora Nueva Ciudad (Neuveville), ocupada desde principios del siglo XIII.

Se trataba de un punto importante para los artesanos del curtido y los tejidos, por ubicarse justo a orillas del río Sarine.

«En la época medieval, en el siglo XV, Friburgo era una ciudad muy rica. Todos navegaban por el río, todos los comercios se hacían por el río, ¡era la riqueza!», indica María Muñiz, guía en español y otros idiomas de la Oficina de Turismo de Friburgo y agrega:

«Hacían mucho comercio de pieles y también de telas… hasta en Venecia intentaban copiar el cuño de Friburgo, ¡de la calidad tan buena que era!»

Para viajar a ese tiempo, un grupo de especialistas se encarga este fin de semana de mostrar esos conocimientos que entonces dieron pie a la industria local.

Una forma de sumarse al festejo oficial del 850 aniversario de Friburgo: La Semana Medieval se celebra con un programa que comprende música, comida, marionetas y saltimbanquis que transportan al visitante a los siglos XV y XVI.

La función de los patricios

El escenario «natural» se enmarca en las callejuelas con fachadas de estilo gótico tardío y algunas residencias que aún plasman la influencia de las familias burguesas de entonces.

A una cuadra río adentro, los Baños de Motta son testimonio de esa Friburgo medioevo, comenta Muñiz:

«Tenemos una piscina que ya fue fundada en el siglo XII, con fortificaciones de la misma época casi del inicio de la ciudad. Actualmente es la única piscina no cubierta que existe. ¿Por qué una piscina? Porque los niños se bañaban en el río y había muchas desgracias. Otra vez, las familias friburguesas ricas dieron dinero y fundaron una piscina para que las desgracias no ocurrieran más y los niños pudieran bañarse sobre control. Es por eso que esta piscina fue construida en el siglo XII y aún se ven todas las torrecitas de alrededor.»

Antecedentes que evidencian la fuerza del cauce fluvial antes de que se construyeran represas.

«El río es el de la Sarine, que ahora le ves pequeño, con poco agua; pero que tomaba unas alturas que los puentes -al inicio de leña- se los llevaba todos. No era controlable.»

«Más allá de la Sarine»

En la Suiza actual, este río también es la frontera geográfica de dos idiomas nacionales, el alemán y el francés, por lo que muchos cuando hablan de la otra región utilizan la expresión «más allá de la Sarine», subrayando las diferencias culturales de ambos grupos lingüísticos.

Así pues, el río Sarine ha dado nombre al distrito homónimo donde se encuentra la capital cantonal: «El cantón de Friburgo tiene 7 distritos: dos hablan el alemán y cinco francés; y éste es el ‘Districte de la Sarine», que incluye a la ciudad de Friburgo.

Siguiendo nuestro recorrido, el Puente de St. Jean conduce directamente al otrora cortijo de Bourguillon, protegido por una de las puertas de la ciudad y de forma espiritual -aseguran los fieles-, por la Capilla de Nuestra Señora de Bourguillon, que hizo las veces de refugio de leprosos y se convirtió en santuario de peregrinaje desde el siglo XV.

La «Pequeña Roma»

«En el siglo XVI hubo una grave epidemia de lepra en Friburgo, donde murió mucha gente. Y tenemos Nuestra Señora del Carmen en Bourguillon, milagrosa esa santa, donde, por ejemplo, la comunidad española, una vez al año, antes de que los inmigrantes se vayan de vacaciones hacen un peregrinaje para que la señora de Bourguillon los proteja en sus vacaciones.»

Varios conventos se encuentran en el entorno, contribuyendo a diseñar el rostro del Friburgo medieval que permaneció católico al paso de la Reforma.

«A Friburgo la llaman la ‘Pequeña Roma’, porque es la cuna del catolicismo y cuando hubo las guerras de religiones donde en muchas partes corrió mucha sangre, aquí regalaban el terreno a las congregaciones; les decían: venir aquí, les ofrecemos terreno, aquí queremos la paz», sostiene con orgullo Muñiz.

«Por eso Friburgo tiene muchas congregaciones, tenemos dominicos, capuchinos, ursulinas, cistercianas… Tenemos muchos, muchos conventos y todos esos padres que han estado aquí y que vienen de Roma a estudiar han dejado una riqueza en las bibliotecas impresionante».

Moderna y universitaria

La ciudad se convirtió así en sede del Episcopado de Friburgo, Ginebra y Lausana, luego de que en esas dos últimas ciudades se impusiera el protestantismo. No obstante, la Friburgo católica también es una ciudad moderna, universitaria, lo que en parte le ha permitido un gran impulso sin dar la espalda a sus lazos provinciales, aspecto que encanta a sus habitantes.

«Tienes que saber que Friburgo es una ciudad joven, tenemos más de 10.000 estudiantes, donde muchas personalidades han venido a estudiar, hasta el Rey Juan Carlos de España estudió aquí», indica Muñiz.

El monarca español, Don Juan Carlos I, fue alumno interno en la Villa Saint-Jean, otrora colegio de los marianistas, donde permaneció unos meses a la edad de ocho años. En 1993 volvió a la ciudad para recibir el título doctor «honoris causa» por la Universidad de Friburgo, un acontecimiento al que indudablemente asistió nuestra guía, nacida en Madrid, pero con una buena parte de alma friburguesa.

«Friburgo para mí es mi segunda patria puesto que en España viví unos ocho años, aquí llevo más de cuarenta años y es una ciudad que me encanta enseñar a los turistas. Yo, si regreso a mi país debo tener la vía abierta para poder ir y venir cuando yo quiera porque lo tengo en mis células y me encanta esta ciudad. «

Continúa en MÁS SOBRE EL TEMA con «Una ciudad para descubrirla a pie»

swissinfo, Patricia Islas Züttel

La fundación de Friburgo por el duque Bertoldo IV de Zähringen, se sitúa en 1157.

Las condiciones topográficas contribuyeron al florecimiento de la ciudad. Los acantilados que resguardan al más antiguo de sus barrios, el de Bourg y el vado del río Sarine donde se situó el barrio de l’Auge, otorgando protecciones naturales en tres de sus ángulos.

Con la extinción de los Zähringen, en 1218, Friburgo pasó a varias manos, entre ellas, a las de los Hausburgo (1277) y a las de los Saboya (1452).

Friburgo participó al lado de los confederados en la histórica batalla de Morat. (1476).

En 1481 se unió a la Confederación conformada entonces por los cantones de Uri, Schwyz, Unterwald, Zúrich, Berna, Lucerna, Gladis y Zug, marcando un hecho significativo: fue la primera región francófona en unirse a esa alianza.

La Reforma protestante lo aisló como una fortaleza del catolicismo.

Friburgo fue uno de los principales centros de producción textil de Suiza y Europa, aunque después el mercenariado y el servicio en el extranjero serán la historia de Friburgo y de la Confederación hasta 1781.

La Universidad de Friburgo ha sido un motor económico de la ciudad, ya que, entre sus actividades, realiza investigaciones puntuales con el respaldo empresarial.

Hoy día contribuye a la imagen joven y abierta de la ciuadad.

10.000 estudiantes universitarios conforman la cuarta parte de la población.

Entre las instituciones que conforman la Universidad, fundada en 1889, se encuentra el Instituto de Federalismo.

-de nacionalidad suiza: 23.105
-de nacionalidad extranjera: 11.107 (de ese total, 510 españoles)

Cifras hasta el 31 de mayo de 2007
Fuente: Control de Habitantes de la Ciudad de Friburgo

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