Bahaa Hariri, vocación de empresario suizo
Nació en Arabia Saudita de raíces libanesas, pero lo suyo es Occidente. Y eligió a Suiza como país de nacionalización y sede de negocios.
Inversiones financieras, construcción y una vida ligada a la política han marcado su destino y el de su familia.
Para entender la fortuna de Bahaa Hariri, el cuarto hombre más acaudalado de Suiza, hay que realizar un viaje obligado por el Líbano y también atravesar todas las vicisitudes provocadas por un magnicidio político.
Millonario desde el día mismo de su nacimiento, Bahha ha pasado las casi cuatro décadas de su vida con un pie en Medio Oriente y otro en Occidente. Sin embargo, es suizo por elección y residencia desde hace más de 15 años.
A continuación, la cuarta entrega de la serie «Fortunas Suizas».
«Construyendo» su fortuna
La política y los negocios se entrelazan con frecuencia. La vida de Bahaa Hariri es un magnífico ejemplo.
Bahha es el hijo mayor de los siete descendientes que tuvieron Rafik, hombre de negocios y ex Primer Ministro libanés (1992-1998 y 2000-2004) y su mujer, Nazik Audeh.
Cuando nació, en 1966, su padre no había despertado aún a la vida política, y acababa de dejar el Líbano para ir a trabajar a Arabia Saudita en busca de oportunidades; y halló una dentro de una compañía de construcción, trabajo que le permitió financiar sus estudios en Administración de Empresas y la escuela de sus hijos.
Pero no estaba conforme. La mudanza a Arabia Saudita había sido también el génesis de la abundancia que heredaría a sus hijos, y Hariri amasó una cuantiosa fortuna realizando de manera paralela operaciones de compra-venta de petróleo en una década (70´s) en la que los precios del crudo eran un subibaja. Esto le permitió fundar su propia empresa de construcción en 1969.
Y lo mejor para los Hariri llegó cuando Bahaa tenía 11 años. Su padre fue invitado por el rey árabe Khalid a construir su nuevo palacio en un terreno cercano a La Meca.
Rafik tomó el reto sin pensárselo dos veces, y su audacia le reportó cientos de millones de dólares y el prestigio necesario para convertirse en el futuro constructor de decenas de hoteles, oficinas y otro tipo de inmuebles, con tal nivel de resultados que terminó comprando la filial francesa de Oger Saudí, empresa líder en construcción en Arabia Saudita.
La vida familiar
La vida familiar de Bahaa transcurrió entre los mimos de Nakiz, un ama de casa tradicional y conservadora educada en la religión musulmana, y las infinitas aspiraciones económico-políticas de su padre.
Detrás de Bahaa, nacieron Saad y otros cinco hermanos.
Pero Bahha, en particular, pese a ser el mayor y llevar culturalmente el peso y la responsabilidad de suceder a su padre en sus responsabilidades, se sentía inclinado hacia Occidente, hacia la vida de los grandes rascacielos y el anonimato, hacia la estética y la arquitectura, razón por la que se mudó a Estados Unidos a estudiar artes en la Universidad de Boston.
En 1990, cuando se graduó, recibió una sorpresa. Su padre anunció que en agradecimiento a la universidad, construiría gratuitamente un nuevo edificio para la Escuela de Negocios de la Universidad, misma que lleva por cierto, el nombre de Rafik Hariri.
Camino propio
Tras su graduación en Boston, Bahaa Hariri decidió dar el paso obligado y políticamente correcto: regresar a Arabia Saudita a trabajar en los negocios familiares de la construcción, es decir, en Saudi Oger.
Dio alas también, por su parte, a una operadora de inversiones llamada Exceed S.A, que se dedicaría a la inversión financiera especulativa, proyecto que presidió y que fundó en Ginebra, Suiza, el principio de su relación definitiva con el país.
Otro de los negocios que desarrolló Bahha en los 90´s, fue una compañía especializada en bienes raíces con proyectos en el Líbano.
Su padre acababa de regresar (1992) a el Líbano por la puerta grande, como Primer Ministro, y la familia quería regresar a hacer negocios ahí.
Bahaa se ocupó también de encabezar el proyecto llamado Al-Abdali, que era una alianza entre la constructora familiar Saudi Oger y otra empresa llamada Mawared, cuyo objeto común era reconstruir el centro de la ciudad de Amman, en Jordania.
Dos grandes descalabros
La vida de los Hariri ha estado marcada por el dinero, pero también por dos grandes tragedias.
La primera de ellas, en 1995: la muerte de Houssam, uno de sus hermanos menores.
En Jamaica, de viaje, los hermanos decidieron realizar una improvisada e irreflexiva «carrera de autos» en una de las autopistas jamaicanas. Ambos conducían un Porsche 911, y en una de las vueltas Housssam perdió el control de su vehículo, se estrelló y murió de forma inmediata.
Bahaa salió ileso, pero fue un golpe personal muy duro. Después de él, decidió pasar más tiempo en Suiza, lejos de la familia. Y un poco para facilitar los negocios financieros que tenía ahí, y otro poco por decisión personal, fue en este periodo en el que decidió nacionalizarse suizo y cambiar su residencia definitiva a la Ginebra.
La segunda pérdida fue aún más difícil de remontar para los Hariri.
El 14 de febrero del 2005, Rafik, quien había iniciado su segundo periodo como Primer Ministro en el año 2000 y era el político más rico del planeta, según Forbes, fue asesinado en Beirut por un coche bomba.
El gobierno sirio fue acusado como responsable, y el principal sospechoso era Ghazi Kanaan, jefe de los Servicios Secretos Sirios, quien lo negó de inmediato, pero se suicidó cinco días después.
El Consejo de Seguridad de la ONU afirma que fue sirio el origen del atentado, pero no esclarece aún el nombre del autor.
Cada uno su vida
Tras la muerte de Rafik, cada uno de los descendientes Hariri ha tomado las riendas de su vida.
Bahaa decidió hacer la suya en Suiza. A los 39 años está casado y aún sin hijos, paradojas, la desgracia que vivió su padre lo convirtió en integrante de la lista de los codiciados multimillonarios de Forbes.
Y aunque no volviera a mover un dedo y se dedicara a dilapidar todo lo que tiene, sabe que habría suficiente para él y tres generaciones posteriores, pero sigue desarrollando sus negocios.
En 2006, construye en el Líbano una zona comercial con departamentos de 6.000 metros2, y el negocio más importante que ha realizado tuvo lugar algunos meses después del deceso de su padre.
Bahaa ganó la licitación para adquirir la telefónica turca Turk Telekom, con lo que a los negocios financieros y de bienes raíces suma una nueva veta en el ámbito de las telecomunicaciones.
Sigue adelante también con la reconstrucción de Amman, pero con una visión distinta a la de sus raíces libanesas. Se sabe y se asume suizo, y vive en consecuencia.
swissinfo/ Andrea Ornelas
Nacido en Arabia Saudita, Bahaa Hariri posee origen libanés, y es el único Hariri que ha buscado la nacionalidad suiza o de algún otro país europeo.
Bahaa eligió la Confederación Helvética para echar raíces por considerarla el entorno perfecto para realizar negocios financieros. Y optó por Ginebra, dado su carácter cosmopolita.
Tanto su madre, Nakiz, como sus hermanos Saad (35 años), Fahd (32), Ayman (27), y Hind (22) son también miembros de la lista de multimillonarios de Forbes.
Hinds, su hermana menor, es la multimillonaria más joven de la edición 2006 de la citada lista de Forbes.
La fundación Hariri, fundada por la familia, financia becas al 100% para que estudiantes libaneses destacados sigan estudios de alto nivel en las mejores universidades del mundo.
Bahaa Hariri es el multimillonario número 158 de la Lista de Forbes, con un patrimonio de 4.950 millones de francos suizos.
La fortuna de la familia Hariri ronda los 20.000 millones de francos suizos.
Bahaa ha destinado más de 1.200 millones de francos suizos a la reconstrucción de Amman, en Jordania, con su empresa Oger Saudí.
Este mes inagurará en Beirut una zona comercial con 12 cines Cineplex, 18 restaurantes, una pista de patinaje en hielo, y una torre residencial al lado con 20 plantas y 1.800 sitios para estacionarse.
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