La tregua olímpica, del mito a la cruda realidad
El COI y la ONU confían en que podrán pausar los conflictos políticos durante los Juegos Olímpicos de París, especialmente entre Rusia y Ucrania. Pero la realidad es que rara vez se respeta la llamada tregua olímpica. Una mirada a esta “tradición inventada”.
Durante una visita a París a principios de mayo, el presidente chino Xi Jinping confirmó su apoyo al principio de la tregua olímpica preconizada por la ONU y por el Comité Olímpico Internacional (COI), y defendida por el presidente francés Emmanuel Macron.
Hasta ahora, Moscú no ha rechazado la idea de una tregua que tendría que iniciar una semana antes de los Juegos Olímpicos de París (19 de julio) y concluir una semana después del cierre de los Juegos Paralímpicos (15 de septiembre). Pero el Kremlin asegura que, por regla general, “el régimen de Kiev aprovecha este tipo de propuestas e iniciativas para intentar reagruparse y rearmarse”.
“Las fuerzas rusas, en ascenso en la guerra contra Ucrania, siguen su propio calendario y no reciben forzosamente con agrado la idea de una tregua”, afirma Lukas Aubin, director de Investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS en inglés) y especialista en Rusia. Lukas Aubin añade que Moscú considera humillantes las medidas impuestas por el COI, que prohíben a las comunidades atléticas rusa y bielorrusa enarbolar sus respectivas banderas, obligándoles a competir bajo una bandera neutral.
¿Conseguirá el movimiento olímpico lo que otras organizaciones internacionales han intentado sin éxito: un alto el fuego en la guerra de Ucrania, aunque sea de carácter temporal? ¿Se logrará lo mismo en otras zonas en conflicto, especialmente en Oriente Próximo?
Un salvoconducto más que una tregua
Los cimientos de la tregua olímpica se remontan a la Antigua Grecia. Durante la citada “tregua” (“Ekecheiria” en griego), explica el COI en su sitio webEnlace externo, “los atletas, artistas y sus familiares, así como los peregrinos, sabían que podían viajar en total seguridad, participar o asistir a los Juegos Olímpicos y regresar después a sus respectivos países”.
“Se trataba más de un salvoconducto que de un alto el fuego, o de una tregua, como los concebimos ahora”, explica Patrick Clastres, profesor de Historia de la Universidad de Lausana. En la Antigua Grecia, el estado de guerra era permanente. De hecho, el concepto de paz se inventó después de la Guerra del Peloponeso, en el siglo IV a.C.», añade el historiador.
Así que la tregua olímpica es más bien una “tradición inventada” que se puso en marcha cuando se recuperaron los Juegos Olímpicos a finales del siglo XIX, resume el especialista en el movimiento olímpico. En la Conferencia de la Sorbona de 1892, que da fundamento a los Juegos Olímpicos modernos, Pierre de Coubertin, quien se convertiría en el segundo presidente del COI (1896-1925), estaba convencido de la consecución de la paz a través del deporte. “Exportemos remeros, corredores y esgrimistas: éste es el libre comercio del futuro, y el día en que se introduzca en las costumbres de la vieja Europa, la causa de la paz habrá recibido un nuevo y poderoso apoyo”, decía.
Sin embargo, Coubertin hacía referencia a un universo de deportistas aficionados que incluía exclusivamente a una pequeña élite social. “En aquella época era impensable que la clase trabajadora, las mujeres o los pueblos sometidos a los imperios coloniales pudieran ser parte de los futuros Juegos Olímpico”, refiere Clastres.
El simbolismo de los cinco aros sobre un fondo blanco
No obstante, desde los primeros Juegos Olímpicos modernos, celebrados en Atenas en 1896, el enfoque pacifista del deporte que defendía Coubertin se vio empañado por las inquietudes geopolíticas y militares de la época. La organización de los Juegos Olímpicos por parte de Atenas “debe entenderse como un episodio de los esfuerzos griegos por recuperar la integridad nacional y como una continuidad de la tarea que (Grecia) inició en 1821 para luchar por su independencia”, escribe la historiadora Christina Koulouri en el catálogo de la exposición que el Museo de Louvre dedica al Olimpismo. El primer presidente del COI, Dimitrios Vikelas, era miembro de la Sociedad Nacional, un partido griego ferozmente nacionalista.
De la tregua olímpica, se habló poco durante el siglo XX en el transcurso de las guerras mundiales. Esto a pesar de que era el gran sueño de Coubertin, quien diseñó los cinco aros -que simbolizan a los cinco continentes- sobre un fondo blanco que representaba la tregua, dice Patrick Clastres.
Samaranch lanza una nueva tregua
Llegó la década de los años 90. Un periodo en el que el movimiento olímpico no atravesaba su mejor momento. Se presentó un boicot tras otro, primero el de Estados Unidos y después el de Rusia. En 1992, en plena guerra en la antigua Yugoslavia, la ONU prohibió a los atletas serbios y montenegrinos participar en las competiciones deportivas internacionales, lo que incluía los Juegos Olímpicos de Barcelona.
El catalán Juan Antonio Samaranch, presidente del COI en aquel momento, “comprendió que estaban en riesgo ‘sus’ Juegos Olímpicos”, destaca Patrick Clastres. Así que utilizó todos los recursos de la diplomacia internacional, especialmente de la helvética, para cambiar la decisión de la ONU.
El COI inventó entonces, en estrecha colaboración con la ONU, la llamada bandera neutral, bajo la cual podrían competir los atletas de Serbia y Montenegro. Y propuso también una tregua olímpica en los Juegos de Invierno de Lillehammer 1994. El COI quería influir en la geopolítica mundial. La ONU, por su parte, estaba interesada en el deporte. Era una situación de “todos ganan” en una década en la que la gente aún creía aún en la paz mundial y en ponerle “fin de la historia”.
Ahora, la ONU “convirtió al deporte un instrumento de pleno derecho de su poder blando”, según Julie Tribolo, profesora de Derecho Público en la Universidad de la Costa Azul. En 2001, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, nombró al antiguo consejero federal, Adolf Ogi, asesor especial en Deporte para el Desarrollo y la Paz.
Una fundación que no se encuentra
En 2000, el COI llegó a crear una Fundación Internacional para la Tregua Olímpica (FITO) y un Centro del mismo nombre (CITO), con sede legal en Lausana y oficinas en Atenas. Curiosamente, en Internet descubrimos que la fundación ha sido suprimida del registro mercantil del cantón de Vaud.
“El COI, como fundador del FITO, y los integrantes del Consejo de la Fundación FITO tomaron la decisión de disolver el FITO en 2020”, explica la sede del COI en Lausana. “Por razones operativas, y con el fin de racionalizar el trabajo de las dos entidades y transferir todas las prerrogativas, funciones y actividades del CITO a una sola entidad”, según el COI.
El CITO organiza fundamentalmente campamentos en los que el deporte es puesto al servicio de la paz. “Estas instituciones, bastante greco-centradas, son una concesión que el COI le hace a Grecia, país que siempre ha soñado con organizar todos los Juegos Olímpicos en su territorio”, dice Patrick Clastres.
Pero el balance de los últimos 30 años de tregua olímpica es bastante exiguo, a pesar de ser un compromiso que se refrenda cada dos años, antes de cada cita olímpica. Por ejemplo, intervención rusa en Georgia tuvo lugar durante los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, y los Juegos de Invierno de Sochi, en 2014, no impidieron a Rusia invadir a Crimea. Asimismo, tuvo lugar una “operación especial” en Ucrania durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín en 2022. “Y no hablamos de otros conflictos internacionales, como el de Yemen, que jamás se ha visto modificado por esta ‘tregua’”, puntualiza Lukas Aubin.
Texto adaptado del francés por Andrea Ornelas / Carla Wolff
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