Museo lucernés dedica una muestra a la brujería
Entre 1423 y 1666, la pequeña villa de Sursee, en la Suiza central, conoció 59 procesos por brujería. La mayoría de las demandadas fueron condenadas, decapitadas o quemadas en la hoguera.
A pocos pasos del antiguo lugar de las antiguas ejecuciones, hay un museo que consagra una exposición a la histeria de la brujería de los siglos XV y XVI en Lucerna y otras partes.
La villa lucernesa de Sursee no representa una excepción: el miedo a la brujería fue particularmente extendido en territorios que hoy pertenecen a Francia, Suiza y Alemania.
«De repente, la vaca paró de dar leche. Una granizada arruinó los cultivos. O el marido era tal vez impotente», explica Sibylle Gut, curadora del Museo Sankturbanhof en Sursee. «La gente buscaba un chivo expiatorio a quien culpar.»
Sibylle Gut y su equipo han creado una exposición que sumerge a los visitantes en un pasado lleno de oscuridad y superstición.
Tiempos revueltos
La primera parte de la exposición lleva a los visitantes atrás en el tiempo a través de los sentidos de la vista, el sonido e incluso el olor.
El techo es bajo, la iluminación tenue; antiguos aparejos de hogar y herramientas de labranza recrean el ambiente de antaño. El sonido del crujido de un carro y el alarido de bebés inquietan, mientras que el incienso le añade al escenario un olorcillo de misterio.
Con el escenario, los visitantes tienen la oportunidad de armarse con agua bendita, sal o pan para conjurar la brujería.
Sin embargo, como muestran otras exposiciones, la gente de la época no se contentaba con estas medidas sencillas para protegerse contra las hechicerías. Algunos llevaban además bolsas ornamentadas con imágenes de santos. Otros llegaron incluso al extremo de devorar pequeñas imágenes de la Virgen, que se vendían en pequeños cuadernos con hojas para arrancar.
Otro grupo de personas llevaba collares con patas de animales torcidas y dientes afilados de roedores. Y luego existían los denominados ‘vidrios de brujería’.
«La gente creía que las brujas relucían en la oscuridad, una característica que se podía observar con la ayuda de vidrio de brujas», señala Gut. No se necesitaba vidrio, una llave con un anillo grande o una piedra con un agujero también valían.
Rasgos sobrenaturales
La literatura y los grabados en madera de la época, que en ocasiones se remontan al siglo XV, ilustran las características sobrenaturales de la brujería.
Un objeto de la muestra es un libro impreso del año 1494, una especie de manual de brujas, que explica su comportamiento y la manera cómo combatirlas.
Vistas como amenaza para la Cristiandad, las personas sospechadas de brujería fueron perseguidas sin piedad. Una persona acusada de embrujo tuvo que asumir consecuencias terribles.
Las autoridades torturaban a la inculpada hasta que confesó la obra y otros actos como la de mantener una relación sexual con el diablo por ejemplo. A pesar de que el 90% de las acusadas eran mujeres, también es verdad que fueron condenados alguno hombres por brujería.
El cepo, el potro y los alicates fueron algunos de los instrumentos de tortura que se empleaban. Un método menos sofisticado consistía en poner huevos calientes bajo los brazos. Las ilustraciones de los grabados en madera son testimonios horripilantes del destino de algunos de los acusados.
Una atracción destacada de la exposición es una espada que antiguamente fue usada para decapitar a las brujas en Zúrich. Incluso las víctimas preferían esa muerte a ser quemadas vivas en la hoguera.
Las brujas de hoy
Mediante el uso de vídeos, el museo ofrece una visión moderna de la brujería. Se incluye una entrevista de los años 60 en la que una mujer de la Suiza central cuenta cómo su vida fue destrozada después de que unos vecinos la acusaran de ser una bruja.
La exposición también incluye entrevistas con brujas suizas de hoy. Una de ellas es un sumo sacerdote de la Wicca que vive en el cantón de Argovia.
Preguntada por lo que define a una bruja, contesta: «Una bruja es alguien que está muy vinculado con la naturaleza. Hacemos mucho té y pomadas.» También menciona un posible aspecto genético de la brujería, alegando que cierta gente parece heredar poderes especiales.
Luego hay gente como Willie ‘Dreamdancer’ Haas, brujo y propietario de Zwischenwelt (mundo intermediario), una tienda esotérica en Lucerna. «No se puede hablar solamente de la magia blanca y negra», insiste Haas. «¡Existen cientos de miles de colores!»
Propone con sardonia que la gente que comete coacción puede ser acusada de magia negra.
Mientras un muggle —como diría Harry Potter— nunca llega a saber si su compañero es un brujo malo o no, Haas sí sabe dónde se encuentra: «¡Es maravilloso ser un brujo!»
swissinfo, Susan Vogel-Misicka, Sursee
(Traducción del inglés: Antonio Suárez Varela)
Siendo en sus inicios una abadía, el museo Sankturbanhof también ha sido una pensión y una casa privada.
En 1997, se convirtió en museo. Su colección permanente incluye cuadros, monedas y armas de caza, así como artefactos romanos que se han encontrado en las últimas décadas en la región lucernesa de Sursee.
La exposición sobre las brujas dura hasta el 19 de octubre de 2008.
La Wicca, una religión neopagana, es una de las vertientes más conocidas de la brujería. Pone énfasis en la espiritualidad y una profunda vinculación con la naturaleza. Una de sus reglas de oro es la de «no hacer daño a nadie».
Existen diversos museos en todo el mundo que se dedican al temario de las brujas y la brujería, entre otras:
El Museo de Brujería en Boscastle, Cornwall, Gran Bretaña.
El Museo de Brujas y el Museo para la Historia de la Brujería en Salem, Massachusetts, en Estados Unidos.
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