«Nunca cargué más de diez kilos en la mochila»
Ital von Reding es suizo, políglota y está casado con una japonesa a la que conoció en Salamanca. España y Japón, dice, son su segunda y tercera patria.
Este ciudadano del mundo cumplió 50 años en pleno Camino de Santiago, una aventura que preparó minuciosamente y de la que regresa regenerado. Entrevista.
swissinfo: Hacer el Camino de Santiago no es una aventura que se emprende a la ligera. Requiere una preparación minuciosa – también física y mental – porque son muchos los kilómetros que hay que recorrer.
Ital von Reding.: La preparación es muy importante y forma parte del proyecto. Yo tuve el apoyo de mi esposa. Fuimos a tiendas, incluso me compré tres tipos diferentes de jabón para ver cuál era mejor y si servía para el cuerpo y para la ropa. Y así poquito a poco te enteras de lo que es importante. Además, tengo un amigo muy bueno que me dio mucha información y que me dijo, por ejemplo, no lleves más de 12 kilos en la mochila.
Y la preparación física, bueno, yo siempre he mantenido mi cuerpo sano, siempre he hecho ejercicio físico. Subí aquí al monte del Üetliberg con la mochila cargada para saber qué me esperaba. En el Camino me encontré a gente que llevaba 20 kilos. Yo nunca cargué más de diez kilos. Mandaba cosas a casa (por correo). 100 gramos te pesan y mucho…
También es importante que alguien te envíe los nuevos mapas que necesitas para orientarte y, como llegaba el invierno, ropa más caliente. Yo tenía un abastecimiento una vez por mes, el primero fue en Ginebra, donde mi señora vino a pasar un fin de semana. Y luego me mandó paquetes a Le Puy y a St-Jean-Pierre-de-Port (en Francia).
Esto también fue una experiencia tremenda… Ahí en Jean-Pierre-de-Port había un suizo que esperó tres días su paquete. Yo fui a la Oficina de Correos rezando ‘ojalá, ojalá…’ y el paquete estaba.
Yo debo mucho al apoyo de mi esposa y de toda la familia que siempre preguntaban: ¿Por dónde estás y cómo te va? Me sentí muy arropado, muy apoyado por todos. El apoyo es muy importante.
swissinfo: El Camino de Santiago ha sido para usted, que es profesor de español y francés en un bachillerato del cantón de Schwyz, también un recorrido por sus lenguas…
I.v.R.: Sí, es una coincidencia increíble… Es decir, yo empecé aquí, en Zúrich, que es mi ciudad de elección, pero soy oriundo de la Suiza central (cantón de Schwyz). Entonces, primero, fue un viaje por mi lengua materna (el alemán). Hice un desvío para comer a mediodia en la casa donde nací, actualmente habitada por mi hermana Anita. Dormí en casa de mi hermana Rita la primera noche y la cuarta, en casa de mi hermana Regula. Entonces fue también como un viaje sentimental, nostálgico, recuperar toda la juventud, la niñez, allí en el centro de Suiza…
Y luego, el reencuentro con el mundo francófono, a partir de Friburgo, fue para mí una vuelta a mis lenguas y descubrir: aquí estoy en casa por la lengua. Es una experiencia tremenda, algo de lo más bonito que hay. Y después de los Pirineos, claro, era volver a casa. Este momento también fue muy emocionante: pasar la frontera y ver la primera palabra en castellano – ‘coto de caza’, después de tantos kilómetros a pie, eso para mí fue muy emocionante.
Yo creo que por saber las lenguas de estos países maravillosos, sin quererlo me encontraba a veces en el centro porque todo el mundo venía a preguntarme cosas. Y esta experiencia es algo que siempre me recompensa mucho, porque es una experiencia muy importante en toda mi vida. Yo debo todo a las lenguas (además del alemán, francés, español, habla inglés y japonés). Mi señora, la debo a la lengua castellana (se conocieron en España). Ella fue la primera que me habló del Camino de Santiago y me hizo descubrir las Cantigas de Alfonso X el Sabio. Ella me abrió otros horizontes, me abrió el mundo nipón y a través de Japón fui descubriendo el mundo chino, coreano, las diferencias entre esas culturas..
swissinfo: Después de visitar la Catedral de Santiago usted prosiguió el camino rumbo a Finisterre. ¿Qué significado tiene concluir el Camino en ese lugar emblemático donde antiguamente se creía que terminaba la Tierra, que más allá de este Cabo no había nada?
I.v.R.: Justamente, Fisterra (en gallego) o Finisterre (del latín: finis terrae, el fin de la Tierra) es como terminar una cosa. Nosotros hacemos tantas cosas y no sabemos terminarlas… Damos vueltas y vueltas; hay que hacer esto, hay que hacer lo otro… Nunca tienes la sensación de haber acabado algo de veras. Entonces Finisterrre es como una obra terminada. Puedes decir: ‘Punto final. El camino no va más lejos’… Es ese sentimiento de haber acabado algo. Quizás es la impresión que tiene uno después de haber escrito un libro o después del nacimiento de un hijo…
swissinfo: ¿En qué le ha cambiado el Camino?
I.v.R.: Bueno, casi todos los que me vieron después de tanto tiempo me dijeron: ¡Pero qué aspecto saludable tienes! Porque tenían la impresión de que yo volvería exhausto. Y nada de eso. Yo vuelvo rejuvenecido, hubiera podido continuar con este ritmo, 20 a 40 km diarios, sin problema…
Y es que tú desarrollas una autosuficiencia tan grande que te parece que puedes hacer cualquier camino. Eso te da mucha seguridad, te da mucha confianza en ti, en el cuerpo, en la creación… Hay que dejarse llevar, hay que aceptar el camino como es, con todas las leyes que hay… Bueno, es una actitud vital que yo ya tenía un poquito antes porque soy una persona abierta, pero esta apertura siempre te recompensa y lo siento más que nunca después de esta experiencia.
Yo espero que, en otoño, cuando retome mis clases, vuelva con más calma, con más tranquilidad, quizás siendo incluso un poco más generoso… Y espero tener más paciencia, porque a veces soy – o era – una persona muy nerviosa, apasionada también, claro, porque yo me identificaba siempre al cien por cien con las lenguas y casi me sentía atacado cuando los alumnos no compartían ese interés, esa pasión. Yo espero regresar a las clases más tranquilo, más relajado…
La Ruta Jacobea en territorio helvético comienza en el Lago de Costanza y pasa por Einsiedeln, Interlaken, Friburgo, Lausana y Ginebra.
Ital von Reding inició el Camino de Santiago en Zúrich y desde allí se dirigió a la Suiza Central de donde es oriundo.
Recorrió 2.325 kilómetros a pie hasta Santiago y 2.419 hasta Finisterre. Su aventura jacobea duró 84 días.
Los orígenes del Camino de Santiago se remontan a la Edad Media. A partir del descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago a principios del siglo IX, la ciudad gallega se convierte en el principal lugar de peregrinación de la cristiandad en la Europa medieval.
Hoy, la Ruta Jacobea vive un nuevo auge. En 2004, el Camino de Santiago fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. En 1987, el Consejo de Europa lo declaró Itinerario Cultural Europeo y desde 1985 el casco antiguo de la capital de Galicia está inscrito en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO.
Millones de personas la han visitado. El número de turistas y peregrinos se multiplica cuando la festividad de Santiago (25 de julio) cae en domingo. El último Año Santo (o Año Jacobeo) fue el 2004. El próximo será el 2011.
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