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Una orden de religiosas en el centro del mundo

Hermana Edelina, Madre Superior provincial en Ingenbohl. swissinfo.ch

Para Edelina Uhr, Madre Superiora del convento de Ingenbohl, el problema del relevo y del envejecimiento en los conventos son fuente de preocupación.

Desde hace 150 años estas religiosas viven volcadas en ayudar a los más desprotegidos, especialmente en los ámbitos de la salud y la formación.

En un lugar recóndito del cantón de Schwyz, al borde del Lago de los Cuatro Cantones, se encuentra el convento de Ingenbohl, que lleva el nombre de la colina en la que está ubicado.

Las Hermanas de la Santa Cruz trabajan en el mundo entero: en hospitales, escuelas, jardines de infancia, centros de acogida de mujeres, proyectos para enfermos de sida y en el ámbito del asilo. Han elegido esta forma de vida al servicio de personas necesitadas y marginadas.

swissinfo: ¿La fe de una persona es determinante para brindarle ayuda?

Edelina Uhr: No, en absoluto. Cuando una persona está necesitada, tratamos de ayudarla. Recibo muchas peticiones de ayuda económica. Nosotras ayudamos a quienes más lo necesitan.

Aquí llegan personas de distintas partes del mundo y de credos religiosos diferentes. Damos de comer a quien no tiene nada sin que nos preocupe su religión.

swissinfo: ¿Trabaja su convento con otras comunidades religiosas?

E.U.: Estamos involucradas en el ecumenismo cristiano y una de nuestras hermanas es miembro de la comunidad de trabajo interreligiosa en Suiza. Por ejemplo, en los hospitales asistimos a personas de otros credos religiosos y trabajamos con empleados que tienen otras religiones. En el convento tenemos a religiosas mayores que imparten clases de alemán a niños y adultos extranjeros. Muchos profesan otros credos.

swissinfo: ¿Qué opina de las tensiones religiosas que se han acentuado desde la publicación de las caricaturas de Mahoma?

E.U.: Es un desarrollo preocupante, porque en el fondo las cinco principales religiones mundiales comparten una preocupación central: el respeto y la consideración del ser humano. Incluso podrían ser complementarias.

Son el fanatismo y el fundamentalismo que atizan los conflictos. Al final, la gente ya no sabe siquiera porqué se enfrenta.

Espero solamente que las fuerzas sanas de cada religión retomen tarde o temprano el control de la situación y consigan que todos los violentos entren en razón.

swissinfo: ¿Religión y credo no deberían limitarse al ámbito privado e individual, en lugar de ser tratadas con fines políticos?

E.U.: Por una parte, sí. Por otra, no se puede separar la religión de la propia vida ni del propio compromiso político. Yo voto en función de mi comportamiento religioso, de mi sensibilidad cristiana.

swissinfo: ¿Las hermanas de Ingenbohl tienen el deber de realizar una labor misionaria y reclutar a nuevos miembros en el extranjero?

E.U.: En primer lugar, no es un deber. Nuestro deber es ayudar a la gente. Si estoy convencida de mi fe, naturalmente me gusta que otras personas puedan creer en un Dios que las acepta. Pero esto no es una obligación.

El relevo generacional, que deseamos para nuestra orden, no debe ser la razón para salir al encuentro de la gente.

swissinfo: A diferencia de lo que ocurre en el extranjero, en Suiza no está garantizado el relevo generacional, la edad promedio es muy alta. ¿Constituye esto un problema?

E.U.: Sí, tenemos pocas jóvenes. Actualmente tenemos una novicia y una monja que acaban de profesar sus votos. Dos jóvenes monjas lo harán el próximo año. Me alegro de que haya aún personas que eligen este camino.

El problema del envejecimiento no se presenta solamente en la casa principal. También en otras representaciones hay muchas más hermanas mayores que jóvenes. Pero esto es un reflejo de la situación que caracteriza actualmente a la sociedad suiza.

¿Teme por su papel en el futuro?

E.U.: Considero que hemos creado muchas estructuras sociales y que hemos realizado un trabajo de pioneras. Para ello se necesitaban muchas hermanas. Hoy el Estado ha asumido muchas de estas tareas.

Lo que no puede asumir el Estado es nuestra forma de vida que, en mi opinión, no debe desaparecer. No hace falta que seamos muchas, ya que aún siendo pocas podemos mostrar al mundo que existen otros valores que los de la economía o la supervivencia de los más fuertes.

swissinfo: ¿Las iglesias evangélicas que organizan manifestaciones y eventos que atraen a masas de jóvenes representan una competencia?

E.U.: No es una competencia propiamente dicha. Al comienzo nosotros teníamos ese entusiasmo. Queda por ver si la fe cristiana está realmente en el centro de esos eventos y si hay una auténtica entrega y compromiso. Nosotras nos comprometemos a vivir juntas, en los buenos y en los malos momentos.

swissinfo: ¿Por qué no hay una orden de hermanos en Ingenbohl?

E.U.: El padre fundador Theodosius era un capuchino. La orden de los capuchinos ya existía entonces. Una vez tuvo la idea de fundar una orden para asistir a los enfermos, pero nunca la llevó a cabo.

swissinfo: ¿El hábito que llevan las hermanas de Ingenbohl es el mismo hábito en todo el mundo?

E.U.: El hábito de la orden es igual, pero las hermanas tienen la posibilidad, por ejemplo la Provincia Madre en Suiza o en Estados Unidos, de ir vestidas de civil. En India llevan el sari. Nuestro signo distintivo es la cruz.

swissinfo: ¿Hay cada vez más gente que desea retirarse en un convento para refugiarse del ritmo frenético que marca hoy a la sociedad?

E.U.: Su número está aumentando. Hay cada vez más conventos que ofrecen esa posibilidad. Nosotras también acogemos a mujeres que necesitan disponer de tiempo para ellas mismas durante un breve periodo o durante tres meses.

Entrevista swissinfo: Gaby Ochsenbein, Ingenbohl
(Traducción: Belén Couceiro)

El convento de Ingenbohl, a orillas del lago de los Cuatro Cantones, fue fundado en 1856 por el padre capuchino Theodosius Florentini y la hermana Maria Theresia Scherer.

La llamada congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz se extendió a Austria, Eslovenia, Hungría y Alemania.

Las Hermanas de Ingenbohl, que pertenecen a la orden de los franciscanos, cuidan a los enfermos, asisten a personas con problemas sociales e instruyen a mujeres y niños.

Las Madres Superioras provinciales se ocupan de la gestión estratégica de los conventos y de la administración de los hospitales, las escuelas y fundaciones en varias partes del mundo.

En Suiza, la orden está preocupada por el relevo generacional; hay pocas novicias.

El convento de Ingenbohl es la casa general de 4.190 hermanas, repartidas en varias provincias de 14 países de Europa, América, Asia y África.

En Suiza viven cerca de 780 hermanas de Ingenbohl, de las cuales 450 en el convento del cantón de Schwyz.

El convento posee sociedades por acciones y fundaciones en todo el mundo, así como varias casas y propiedades.

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