Inmensa manifestación en Líbano de desafío a la clase política
Decenas de miles de libaneses expresaron el sábado en Beirut su rechazo a una clase política juzgada como corrupta e incapaz de ofrecer servicios públicos básicos, en la mayor manifestación jamás organizada por la sociedad civil.
«Todavía no podemos calcular el número de manifestantes, pero seguramente fueron más de lo que esperamos», declaró a la AFP uno de los organizadores, Lucien Bourjeily. Otro responsable, Asad Thebian, había apostado por 50.000 personas.
En un ambiente distendido, la Plaza de los Mártires, lugar emblemático en el centro de Beirut, donde durante la guerra civil (1975-1990) pasaba la línea de demarcación que separaba la parte de la capital de mayoría cristiana de la de mayoría musulmana, estaba llena a reventar.
«Que caiga el poder de los corruptos, empezando por los diputados», «¡Bye bye, a los corruptos!», gritaba la multitud, expresando su hartazgo hacia los políticos.
Algunos manifestantes portaban camisetas blancas con la frase «Apestáis», y otros, banderas libanesas donde se podía leer «Estamos hartos».
La movilización se desarrolló en una atmósfera distendida pero, poco después de dispersarse, un grupo de jóvenes enmascarados, con el torso desnudo, se desplazó hacia la plaza Riad al Solh, que lleva hacia las oficinas del primer ministro. Quitarón un cerco de alambre de púas, quemaron basura y lanzaron piedras y otros proyectiles hacia las fuerzas de seguridad, que no reaccionaron inmediatamente.
Para evitar que se repitieran los actos violentos ocurridos durante las primeras manifestaciones el fin de semana pasado, imputadas a «provocadores de disturbios», los organizadores instauraron un servicio de orden de 500 miembros.
La policía, que supervisaba la manifestación, desplegó una pancarta en la que se podía leer: «Estamos entre vosotros por vosotros, para protegerlos».
«Es vuestro país, vuestra tierra. Ninguno de nosotros tiene si agua ni electricidad. Tomad la calle, por vuestros hijos, por vuestro país», lanzó Thebian antes de la manifestación.
Organizada por el colectivo «Apestan», la campaña comenzó a mediados de julio con la crisis de la recogida de basura por la clausura del más grande vertedero de Líbano, y el amontonamiento de desechos domésticos en las calles de la capital y otras ciudades del país.
Pero más allá de la crisis de la basura, esta iniciativa demuestra de manera más general el hartazgo de parte de la población por la corrupción endémica, las disfunciones del Estado y la parálisis de las instituciones políticas.
Un cuarto de siglo después del final de la guerra, la electricidad sigue racionada y cada verano el agua escasea por la falta de presas, pese a que Líbano es uno de los países con más precipitaciones de Medio Oriente.
– ‘Todos sin excepción’ –
«La consigna de la manifestación será ‘todos sin excepción’, porque todos estamos en contra de la clase política», declaró antes de la concentración Lucien Bourjeily.
Los organizadores detallaron sus exigencias: dimisión del ministro de Medio Ambiente Mohamad Machnuk, transferencia de la recogida de basuras a las municipalidades, juicio a los responsables de la represión del pasado fin de semana, entre ellos el ministro del Interior, Nohad Machnuk, y celebración de elecciones legislativas y presidenciales.
«Damos al gobierno 72 horas. El martes por la tarde, si nuestras demandas no han sido satisfechas, habrá una escalada» de las protestas, afirmó ante la masa uno de los organizadores.
Desde los últimos comicios de 2009, el parlamento ha prolongado en dos ocasiones su mandato y los diputados se mostraron incapaces de elegir un presidente de la República, puesto vacante desde mayo de 2014.
«No nos gustan las manifestaciones pero nos habéis ahogado y nuestros hijos se merecen algo mejor. Hoy hemos rotos las barreras confesionales y ese es un cambio esencial», aseveró una mujer desde la tribuna.