La ‘Ruta de Monigotes Gigantes’ de Guayaquil, un recorrido tradicional y único en Ecuador
Cristina Bazán
Guayaquil (Ecuador), 30 dic (EFE).- Mauricio Figueroa recuerda que la primera vez que hizo un muñeco de papel y cartón para quemar el 31 de diciembre tenía 9 años, y desde ese momento no hubo vuelta atrás.
Ahora, con 57 años, ha construido un Garfield de más de cinco metros que es parte de la ‘Ruta de Monigotes Gigantes’, un tradicional y único recorrido que se toma cada fin de año las calles del suburbio de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.
«A nosotros nos gusta hacer esto. No ha habido ningún momento en la vida que no me haya gustado, y espero que Dios me dé vida para seguir haciéndolo, exponerlo al público y que la gente lo venga a visitar», dijo a EFE Figueroa, un artesano y soldador que comparte esta tradición con su hermano y su sobrino.
Su monigote, como se le llama en Ecuador a estos muñecos, ya no es solo de papel y cartón, sino que contiene otros elementos, como estructuras metálicas, para mantenerlo en pie y está en uno de los 21 puntos de la ruta de la que son parte otros personajes muy famosos como Wolverine, Deadpool, Héctor Lavoe, Terminator, Kun Fu Panda, o Los Minions.
Tradición de fin de año
Los muñecos forman parte de una costumbre ecuatoriana que se realiza cada fin de año. Los artesanos elaboran figuras de toda índole, aunque mucho más pequeñas, y las personas las compran y las queman entre los últimos minutos del año viejo y los primeros del año nuevo, como parte de un ritual que simboliza el fin de un ciclo y el inicio de otro.
Sin embargo, desde hace unos 20 años, unos amigos del suburbio se juntaron y decidieron empezar a construir monigotes más grandes de lo normal, que en algunas ocasiones han superado los 15 metros, según recuerda Charles Vilema, presidente de la Asociación de Artistas de Monigotes Gigantes.
«Esa tradición se vino copiando en un barrio y en otro barrio, hasta que se hizo algo turístico», cuenta a EFE desde uno de los puntos de la ruta, donde se ubican los nueve monigotes de la película Intensamente, que fabricó durante 25 días.
El presupuesto para la elaboración de los monigotes sale del bolsillo de los artesanos, aunque desde que reciben el apoyo y promoción del Municipio de la ciudad también obtienen un apoyo financiero por parte de ellos.
Los dueños de las figuras, cuya inversión sobrepasa los 1.000 dólares, también suelen cobran a los visitantes por las fotos que se toman.
Vilema cuenta que anteriormente estos muñecos gigantes también se quemaban con el fin de año, pero que luego tomaron la decisión de exponerlos por más tiempo y desarmarlos para evitar contaminación y algún peligro vinculado a la quema.
Turistas de Ecuador y del mundo
Este año, la ruta estará activa hasta el 15 de enero y es abierta al público en general. Y aunque la afluencia es mayor los fines de semana, quienes no pueden acercarse esos días aprovechan cualquier momento de la semana para llevarse un recuerdo gráfico de los muñecos.
«Vienen de todas partes de Ecuador y del extranjero también. Aquí han venido argentinos, colombianos, mexicanos, de Estados Unidos o de España. Han venido a tomarse fotos porque les gusta esta tradición», señaló Vilema.
Uno de esos turistas nacionales es Diego Gavilánez, quien con su familia llegó desde Quito para hacer el recorrido de los muñecos gigantes.
«Últimamente hemos tenido la tradición de venir a visitar Guayaquil por estas obras que hacen por fin de año. Nos parece bastante novedoso y de alguna manera es una forma de colaborar con las personas que realizan esta actividad. Creo que es una de las tradiciones que ha instaurado Guayaquil», señaló a EFE.
Relató que es el tercer año consecutivo que viajan a Guayaquil para ver estos muñecos, ya que, aunque en Quito también se quema monigotes, esta ruta turística es única de la ciudad costera.
«Cada vez hay más creatividad, más detalle, veo que hay bastante buen material inclusive. Creo que va progresando y eso es bueno», indicó.
Una tradición que los artesanos esperan que se siga manteniendo de generación en generación. «Guayaquil sin un monigote gigante en diciembre no es Guayaquil», concluyó Vilema. EFE
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