La acuaponía, una alternativa ante la escasez de pescado en Cuba
Cada año, los emprendedores cubanos José Martínez y Joel López cultivan en sus estanques 12 toneladas de tilapias mediante acuaponía, lo que les permite vender pescado fresco a los habitantes de una isla donde, paradójicamente, ese alimento escasea.
«Aquí tenemos en estos momentos dos especies: la tilapia roja, que es la más vistosa y atractiva al plato del consumidor, y la tilapia negra», explica a la AFP Martínez, después de arrojar puñados de pienso a los alevines que suben a la superficie de la alberca para alimentarse.
Con un préstamo gubernamental y sus ahorros, estos dos emprendedores, ambos abogados de 35 años, comenzaron a levantar hace dos años su negocio privado JOJO Acuapónico en Barbosa, un barrio de la periferia de la capital.
La acuaponía es una técnica que combina el cultivo de peces y plantas. En un sistema cerrado, el excremento de los primeros nutre las plantas, que a su vez devuelven el agua limpia y segura a los peces.
En lo que fuera un solar yermo construyeron 12 estanques de 20 metros cúbicos cada uno, de los que extraen anualmente 12 toneladas de pescado que venden a la población. Cuando terminen el proceso de inversión en sus tres casas de cultivo, también cosecharán 36 toneladas de vegetales.
Sus tilapias alcanzan la talla comercial de 400 gramos en seis meses, 12 meses menos de lo que tardan en lograrla los ejemplares que se cultivan en los embalses del país mediante el método de acuicultura extensiva que impulsa el gobierno.
– «Solución viable»-
López y Martínez defienden su proyecto como una vía rápida para ampliar la oferta de pescado en una isla de 11 millones de habitantes, enfrentada a su peor crisis económica en tres décadas, con escasez de alimentos, medicinas y combustible.
«Esa es la idea de nosotros: tratar de llevar este conocimiento (…) a todo el que quiera producir pescado, producir acuaponía, es una solución viable y sostenible», comenta López.
Por sus condiciones naturales y la sobrepesca, Cuba tiene en su plataforma marina solo un potencial pesquero de unas 12.000 toneladas anuales, según datos oficiales.
Sin embargo, esa cifra no se ha obtenido «en los últimos tres años» por la la falta de «motores» para los barcos y «de combustible», dijo recientemente en la televisión local el ministro de la Industria Alimentaria, Manuel Sobrino.
Para captar divisas, Cuba exportó en 2022 productos del mar por 54 millones de dólares, de acuerdo con cifras oficiales.
Antes de la crisis económica de los 90, que generó la caída del bloque comunista soviético, Cuba disponía de una flota que garantizaba en aguas internacionales la captura de unas 100.000 toneladas de pescado, que los cubanos compraban a precios subsidiados.
Para 2002, esa flota quedó inactiva y Cuba se vio obligada a importar pescado y a potenciar la acuicultura, la única vía que tiene actualmente para alcanzar «incrementos» en el consumo de pescado, según Sobrino.
– «Acuicultura familiar» –
Pero la falta de divisas, que el presidente Miguel Díaz-Canel definió recientemente como el «problema fundamental del país», forzó a la acuicultura cubana a transformar su plan de desarrollo intensivo en extensivo, reduciendo sus rendimientos.
Según cifras oficiales, entre 2018 y 2022 solo el cultivo de clarias, otra especie de agua dulce, cayó de 6.286 a 1.355 toneladas.
En Cuba, la producción agropecuaria registró una caída de 35% entre 2019 y 2023.
En julio, el viceprimer ministro Jorge Luis Tapia propuso a los cubanos cultivar peces en sus patios, una práctica que se generalizó durante la crisis de los 90, pero que esta vez provocó escepticismo.
«Vamos a llevar esa acuicultura familiar. Tenemos que hacerlo», dijo Tapia.
Para estimular al sector, Cuba aprobó en 2019 una nueva Ley de Pesca que flexibilizó la actividad y permitió a los pescadores la venta directa de sus capturas.
En los últimos meses, pequeños negocios privados han empezado a comercializar el pescado que obtienen a través de pescadores individuales, pero sus elevados precios impiden que la mayoría de los cubanos tengan acceso a este mercado.
López y Martínez también trabajan en la construcción de una pequeña fábrica para elaborar alimentos.
«Esta experiencia debe multiplicarse», sentencia Martínez.