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La COP29 busca una salida al bloqueo tras un G20 sin avances notables

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Tras una cumbre del G20 en Rio con apenas consensos básicos sobre el cambio climático, la atención se centra este martes en la COP29 de Bakú, donde el tiempo apremia para lograr un acuerdo sobre financiación contra el calentamiento global.

La tibia declaración final del G20 no supuso un revulsivo para las negociaciones de Azerbaiyán y, además, eludió mencionar el compromiso de la comunidad internacional de abandonar progresivamente las energías fósiles, algo acordado en la COP28. 

Los dirigentes reunidos en Rio parecieron enviar la pelota al tejado de Bakú, donde los negociadores tienen hasta el viernes para establecer cómo financiar un billón de dólares anuales de ayuda climática para los países en desarrollo.

Este dinero debe permitir construir centrales solares, invertir en irrigación o proteger ciudades contra las inundaciones. 

«Los líderes del G20 han enviado un mensaje claro a sus negociadores en la COP29: no se vayan de Bakú sin un nuevo objetivo de financiación exitoso. Esto es algo que interesa a todos los países», declaró el máximo responsable del organismo de la ONU para el clima, Simon Stiell. 

«Necesitamos urgentemente que todos los países […] avancen hacia un terreno común, en todos los temas», sostuvo.

El coordinador azerbaiyano de las negociaciones, Yalchin Rafiyev, valoró que del G20 emanaron «señales positivas», asegurando que los dirigentes «se comprometieron de nuevo con el proceso» de la COP29, «reiterando su apoyo al multilateralismo» en materia de cambio climático. 

– «De todas las fuentes» –

En su declaración, los dirigentes del G20 llaman a «aumentar la financiación y las inversiones públicas y privadas a favor del clima en los países en desarrollo» y también apuntan que se debería impulsar la financiación privada y multilateral a los países en desarrollo. 

También plantea la idea de una tasa para los multimillonarios, una de las grandes apuestas de Brasil al presidir el G20. 

«Brasil fue a por todas en esta cumbre del G20, presentando una agenda valiente que no se había visto en décadas. Desde tratar temas otrora tabú como gravar a los multimillonarios, hasta abrir las puertas a la sociedad civil más de lo que ningún anfitrión había hecho antes», comentó Friederike Röder, de la oenegé Global Citizen. «Pero, a pesar de esos esfuerzos, el resto del G20 no aprovechó la ocasión», añadió.

Según los economistas comisionados por la ONU, los países en desarrollo necesitan 1 billón de dólares anuales para hacer frente a las consecuencias del cambio climático.

En Bakú, el presidente del grupo negociador que representa a la mayoría de estos países (G77+China), Adonia Ayebare, se declaró satisfecho porque el G20 reconociera «la necesidad de aumentar la financiación climática».

Pero lamentó que el texto no precise quién debería pagar ese dinero, limitándose a apuntar que deberá proceder «de todas la fuentes», sin señalar específicamente a la financiación pública.

Este es uno de los escollos de las negociaciones en la COP29.

«Pedimos claramente que venga de fuentes públicas, a través de préstamos de tipo preferencial o de subvenciones», dijo a AFP el diplomático ugandés.

– «Demasiado tarde» –

El problema radica en que no todo debe venir de los países ricos, los cuales, confrontados a sus problemas de deuda y de déficit público, afirman que el sector privado debe jugar un papel importante en la financiación climática.

La Unión Europea es el primer contribuidor mundial y, aunque en periodos de austeridad se muestra reacia a aumentar sus presupuestos internacionales, ha asegurado que seguirá allanando el camino.

«No podemos permitirnos retroceder. Todos debemos trabajar por [un] consenso», señaló el enviado de la UE para el clima, Wopke Hoekstra.

Y advirtió que antes de la COP30, el año que viene en la ciudad brasileña de Belém, todos los países deberán presentar nuevos compromisos de reducción de gases con efecto invernadero, responsables del cambio climático, para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ºC respecto a la era preindustrial, un compromiso fijado en el Acuerdo de París. 

«Y para que quede claro, el listón debe aumentar para todos nosotros», enfatizó.

Para Luca Bergamaschi, cofundador y director del gabinete de ideas ECCO, las negociaciones «son muy lentas […] porque ningún país ha puesto ninguna propuesta real sobre la mesa sobre la cantidad de la financiación pública ni sobre cómo movilizar o cuánto [dinero] movilizar». 

«Si esperamos unos días, será demasiado tarde», recalcó.

bur-jvb/zm

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