La COP29 ensombrecida por las elecciones en EEUU
La gran conferencia mundial sobre el cambio climático (COP29) se abre dentro de una semana en Bakú a la sombra de unas elecciones estadounidenses que podrían conducir de nuevo al republicano Donald Trump al poder.
Durante la presidencia Trump (2017-2021), Estados Unidos abandonó el principal acuerdo de lucha contra el cambio climático, firmado en París en 2015, una posibilidad que podría volver a repetirse, asumen los observadores.
«Si Trump es elegido de nuevo, y si el resultado de las elecciones es claro al inicio de la COP, habrá una especie de crisis», advierte Li Shuo, experto del Asia Society Policy Institute.
El principal objetivo de la COP29, que se llevará a cabo entre el 11 y el 25 de noviembre en la capital azerbaiyana, es establecer un nuevo monto de ayuda financiera Norte-Sur para luchar y adaptarse al cambio climático.
El monto actual, fijado en 2009, supera ligeramente los 100.000 millones de dólares anuales, en ayuda directa bilateral, préstamos y programas de grandes instituciones internacionales.
Los expertos del clima de la ONU y los observadores calculan que se necesitaría como mínimo diez veces esa suma, entre 2030 y 2050, para enfrentar el impacto del calentamiento del planeta.
Todos los indicadores apuntan a que el mundo no logrará el objetivo de limitar el aumento de la temperatura media en 1,5 ºC.
Pero ¿quién pagará y de qué manera esa gigantesca factura de adaptarse al cambio climático y seguir luchando para cortar las emisiones de gases de efecto invernadero?
– Cambiar el modelo energético –
Cambiar el modelo energético mundial, basado aún ampliamente en los hidrocarburos, es esencial, según los climatólogos.
El consumo energético mundial sigue dependiendo en un 80% del petróleo, el gas y el carbón, según la Agencia Internacional de Energía.
En la última década ese suministro de hidrocarburos apenas bajó un 3%, mientras que la demanda energética global aumentó un 15%.
Aunque Estados Unidos no es el principal emisor de gases de efecto invernadero, ni el principal contribuyente de ayuda financiera, su salida de las negociaciones representaría un rudo golpe a la COP.
Pero esa incógnita no es la única: China, el principal emisor, mantiene su propio programa de ayuda climática a países en vías de desarrollo.
Una de las demandas de los países desarrollados es que China pase a integrar voluntariamente el esfuerzo colectivo para aumentar la ayuda climática.
En la jerga de las conferencias del clima, ese esfuerzo se conoce como «Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado», o NCQG por sus siglas en inglés.
Este NCQG debe ser fijado en Bakú, según las reglas del Acuerdo de París de 2015.
Y además los casi 200 países que firmaron ese Acuerdo de 2015 deben ir actualizando sus programas nacionales de lucha contra el cambio climático, de aquí a febrero de 2025.
– Ausencia de Lula –
La próxima COP se celebrará en Belém dentro de un año.
Brasil, junto a Azerbaiyán y Emiratos Arabes Unidos (donde se celebró la COP28) son la troika que intenta hacer avanzar las negociaciones.
Azerbaiyán es un país que depende casi enteramente de sus exportaciones de hidrocarburos, y no tiene gran experiencia en organizar grandes citas internacionales como una COP, que congrega a decenas de miles de participantes.
El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que acaba de cumplir 79 años, no acudirá a la COP29 de Bakú, aunque oficialmente es para concentrarse en una cumbre del G20 que hospedará al mismo tiempo en Río, entre el 18 y 19 de noviembre.
Las dificultades presupuestarias de los países más ricos, y el irregular rendimiento de las energías renovables, explica las dificultades negociadoras de la COP29.
Otra gran conferencia internacional, la COP16 de Cali, dedicada a la biodiversidad, acabó el sábado sin un acuerdo para aumentar hasta 200.000 millones de dólares anuales el gasto en medidas de salvaguardia del medio ambiente.
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